Este maravilloso cielo estrellado es obra de Taller Una |
“Todo está demasiado convulso. Es necesario detenernos, mirar al cielo,
respirar, tomarnos un tiempo, pensar y continuar con la cabeza despejada”.
respirar, tomarnos un tiempo, pensar y continuar con la cabeza despejada”.
En esto vengo reflexionando desde hace días; mucho más en esta época donde celebramos, según nuestra creencia, el nacimiento de Cristo. Y digo nuestra creencia porque para otros esto no es así, pero está bien; se respeta lo que otros crean. En esto creo y en eso deposito mi fe y mi confianza.
En nuestro país y en el mundo han pasando -y están pasando- muchas cosas. Cosas que nos abruman, que nos limitan, que nos detienen, que nos enfrentan y nos dividen. Nos hemos dejado caer en un torbellino de negatividad y todo lo criticamos. Y no es que nos engañemos diciendo que el elefante no está dentro de la cristalería. Al contrario, tenemos que reconocer que está allí y tratar de evitar que rompa la mayor cantidad de cristal posible.
Siempre trato de reconciliar lo que pienso, lo que veo, lo creo y lo que siento. A veces -la mayoría de las veces- no resulta fácil, pero creo que de toda experiencia aprendemos. Si nos lo proponemos podemos ser mejores personas y construir un mejor país y un mejor planeta. Así que siempre trato de buscarle el lado positivo a las cosas. Y en esta época tan especial y significativa, es un buen momento para reflexionar sobre esto. Por eso decidí, luego de mucho tiempo, treparme otra vez.
Estamos sumidos en la vorágine. Salir a la calle no es tan fácil. La gente está como loca. Todo mundo anda en su agite y se lleva por el medio a quien puede. El consumismo nos está matando; parecemos dementes. Leer o ver los noticiarios es pesado. Lo mismo con los medios sociales. Insultos, ataques; en fin, mucha negatividad. Ver cómo la gente antepone intereses, cualesquiera que sean, ante la necesidad o el bienestar de los demás; entre muchas cosas más. En ese torbellino andamos.
Pero lo más maravilloso de todo es que aún viendo, escuchando y leyendo tantas cosas, la mayoría de ellas negativas, complicadas y desesperanzadoras siempre encontré algo positivo, sensato, especial. Esto me confirmó lo que siempre he creído; que no todo está perdido y que hay esperanza. Que con un poco de voluntad y buenos deseos se pueden lograr muchas cosas. Lo que tenemos que hacer, es quererlo.
Y pongo como ejemplo lo que para muchos era imposible; que se reanudaran las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América y Cuba luego de más de medios siglo. Y no estoy hablando de política, ni quiero entrar en eso ni en nada que se parezca. De lo que hablo es de la decisión de un gobierno de levantarle un embargo al otro, de quitarle un poco de presión, de dejarlo respirar. Más que todo, veámoslo como algo humanitario; algo que es bueno para el pueblo cubano. Claro, todavía falta mucho camino por recorrer, pero caminando es que se llega. Este gran paso, trae esperanza.
Otro ejemplo fue la nota que leí sobre el primer viaje en avión de una recién nacida. Los padres de la niña prepararon unos “goody bags” con dulces y tapones para los oídos con una nota de la niña pidiendo disculpas anticipadas por las molestias que les pudiera causar durante el vuelo y se lo distribuyeron a los pasajeros que tenían alrededor.
Uno de los pasajeros, que se identificó como un hombre de negocios que detestaba los niños llorones y los adultos ruidosos fue el que dio a conocer lo sucedido. Mencionó que cuando leyó la nota sonrió y miró a su alrededor y vio cerca de ocho sonrisas más. Antes de abandonar el avión le agradeció a los padres el gesto. Además indicó que la niña era adorable. Esto lo dio a conocer una cadena de noticias estadounidense.
Y como estos dos ejemplos, hay muchos más. De esto es que hablo. De un simple gesto, un detalle, de buena voluntad, de consideración, de pensar en los demás, de prestarle atención. Al final de cuentas, no es tan difícil. Sólo tenemos que tratar de hacer de un posible problema una oportunidad. Debemos siempre pensar en sumar y multiplicar, no en restar y dividir. Mirar las cosas desde la confianza y la posibilidad, no desde la desconfianza, la prepotencia, la recriminación o el prejuicio.
Y no se consigue con grandes proyectos o cruzadas. Podemos hacerlo construyendo en lo pequeño, en lo cotidiano. Sólo hace falta que estemos dispuestos a hacerlo. Debemos aclarar la mente, respirar, buscar lo positivo y si no lo hay, crearlo y seguir adelante. Hacer esta vida una más llevadera y feliz. Tenemos que darnos una oportunidad como seres humanos. En nosotros es que comienza todo.
Y sólo tenemos que mirar el ejemplo del que hace más de dos mil años revolucionó el mundo. El que con sólo hacer el bien logró grandes cambios. El que no discriminó y creyó en la igualdad. El que perdonó y amó. El que dio la vida por nosotros. Con ese ejemplo es que debemos quedarnos.
Reflexionemos sobre ese gran regalo que celebramos esta época: el Dios con nosotros. Que estemos dispuestos a perdonar, a colaborar, a construir, a amar a los nuestros, a nuestro país y a los demás. Que nunca perdamos la fe, mucho menos la esperanza. Que busquemos ser cada día mejores y que vivamos en paz.
Para todos los que celebran una u otra cosa en estas fechas, ¡felices fiestas!, para nosotros, los cristianos, ¡FELIZ NAVIDAD!.
Nacimiento. Obra de Taller Una |
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