¡Me encanta! |
Comienzo aclarando que esto es una reflexión y mi punto de vista. Nadie tiene que estar de acuerdo con lo que escribo y tampoco está obligado a leerlo. Si alguien difiere está en su derecho porque como siempre digo; no hay verdades absolutas, sino apreciaciones de una realidad desde diferentes ángulos. Y esta apreciación, es muy mía.
Soy de las que le gustan los qué, los cuándo, los cómo y los por qué. Por eso desde hace tiempo vengo rumiando sobre nuestro bendito complejo. Pero tenemos la piel muy finita y no muchos tienen la capacidad de aceptar la opinión o el punto de vista de otro; sobre todo cuando lo expuesto van en contra de lo que se piensa. Por eso creo que la discusión, la constructiva y reflexiva, es necesaria. Cada quién llegará a sus propias conclusiones, que no tienen que ser las mías.
Debemos aprender a mirar las cosas de frente, a ver diferentes puntos de vista y a ser más críticos. Tenemos que dejar a un lado los cuentos chinos y la fantasía tipo Disney y ser más exigentes con nosotros mismos. Ya es hora de que dejemos de escondernos detrás del burladero y nos enfrentemos al toro. Sólo así podremos sacar los pies del plato. Luego de toda esta perorata, empiezo.
Lo primero que debemos hacer es definir los conceptos. Según la RAE, el complejo no es otra cosa que un “conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto que perturban su comportamiento”. Una de las acepciones de acomplejar es “padecer o experimentar un complejo psíquico de inferioridad o inhibición”.
Muchos no quieren aceptar que tenemos un complejo de inferioridad que nos "zumba la manigueta". En muchas ocasiones no decimos lo que pensamos para no caer mal, para que no nos etiqueten, para que no nos miren raro. Estamos tan presos de la semántica, de la propaganda y de la búsqueda de aceptación que no podemos decir con voz alta y clara lo que pensamos.
Es tanto el complejo que tenemos que no queremos ser lo que somos y sí lo que no somos. Muchos quieren ser parte de los EE. UU. y ahora lo último y -lo que me dio el pie forzado para escribir esto- otros quieren volver a ser parte de España. ¿En serio? ¿Tan poco valor tenemos como puertorriqueños? Pareciera que lo traemos en el DNA; con el agravante de que mientras más pasa el tiempo menos claro estamos de lo que significa ser puertorriqueño y más desubicados estamos. Hay cosas que nunca entenderé.
Y es que me resulta macondino, dantesco y kafkiano, que reneguemos de nuestra idiosincrasia. Somos una mezcla de razas que se transformó en algo único, especial e irrepetible. Hemos vivido diferentes situaciones históricas, buenas y malas -algunas podrían llamarse “accidentes”-, pero son las que nos ha tocado vivir y nos han formado -¿o deformado?- como pueblo. A veces perdemos de perspectiva que somos una sociedad establecida desde hace siglos. Tenemos muchísima tradición. Nuestra cultura es riquísima y vasta; sin contar con nuestra maravillosa naturaleza. Estamos benditos y no lo queremos ver.
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Y es tan grande nuestro complejo que “para conmemorarlos” hemos agrupado en una misma fecha a nuestros hombres ilustres –Eugenio María de Hostos, José de Diego, Luis Muñoz Rivera, José Celso Barbosa, Ramón Emeterio Betances, Román Baldorioty de Castro, Luis Muñoz Marín, Ernesto Ramos Antonini y Luis A. Ferré, y me imagino que cualquier otro que aparezca también se lo tragará este hoyo negro. Se argumenta que es para promover una mayor efectividad en la prestación de servicios públicos con un calendario más eficiente. Pues lamento decirles que el servicio no se mejora quitando fechas; sino adiestrando, educando y enseñando a cómo ser un mejor servidor público.
Lo más increíble es que con esta “medida” juntan a todos los nuestros, a los grandes, para conmemorarlos el tercer lunes de febrero; que da la “casualidad” que los “celebraríamos” a la sombra de una festividad extranjera. Con el paso del tiempo, ni nos acordaremos de ellos. Lo más irónico, patético o como lo quieran llamar, es que si lo miramos bien, los nuestros quedaron “subyugados” bajo lo que tan vehemente combatieron. Se deben estar revolcando en sus tumbas. Con este cuadro, lo menos que puede hacerse es educar a la sociedad sobre nuestros grandes hombres y mujeres. Pero como si con esto no fuera suficiente, de los 15 días feriados que quedan en el calendario, sólo cinco son nuestros… Nosotros y nuestro bendito complejo.
Es tanto nuestro complejo que lo nuestro no sirve, que lo que vale es lo que viene de afuera. En muchas ocasiones estamos viendo las cosas, nos golpean en la cara y un especialista puertorriqueño lo dice y nadie le hace caso. No es hasta que viene este “especialista” extranjero con esa actitud de “les voy a salvar la vida a estos pobrecitos” y lo dice, que abrimos los ojos a la verdad y descubrimos América. Es darle más crédito a lo que dice el otro que, en muchísimas ocasiones, tiene menos “standing” que el especialista puertorriqueño. Pero así de acomplejados somos…
Hace poco leí en prensa que en una competición internacional, la selección de Puerto Rico cantó "La Borinqueña" a viva voz en la villa olímpica. Muchos de los comentarios de las personas a la noticia fueron que eran unos charros, que eran ridículos, que deberían avergonzarse, entre una sarta de cosas más. ¿Somos tan acomplejados que cantar La Borinqueña es motivo de vergüenza? ¿Cantar cualquier cosa en el difícil hubiese sido más patriótico? ¡Hay que orar!
Somos tan acomplejados que vivimos pensando que somos inferiores. Muchos piensan que somos ciudadanos de segunda y que para ser alguien hay que dejar de ser lo que somos para ser otra cosa que no somos. Pensamos que vivir en Puerto Rico es malo; que todo lo peor pasa aquí. Vivimos “chiquiteándonos” y repitiéndonos lo que nos dicen los políticos; que esto no sirve, que nada podemos hacer, que no vamos a superar los problemas. Lo que no nos dicen es que cada quién hala para su lado y por lo que le convenga a ellos y a su partido, no al pueblo. Somos tan acomplejados que sabiéndolo, los apoyamos y dejamos que ellos decidan por nosotros.
Si queremos sacar este país del atolladero y echar pa’ lante, tenemos que romper con esto y con más. Debemos dejar de ser tan acomplejados, tan insularistas, tan creernos poquita cosa, etc. Tenemos que hacer una radiografía nuestra como país, como pueblo, como cultura, como personas. Debemos mirar de frente los problemas y buscar la manera efectiva y real -no demagógica- para resolverlos. Tenemos que pensar positivo, poner nuestro empeño y empezar a trabajar -de verdad- por este país. Debemos arremangarnos y meter mano.
Aprendamos de las gestas de esos grandes hombres nuestros, los que han borrado de nuestro calendario, que han marcado a pueblos enteros alrededor del mundo. Hagamos lo que nos corresponde. Si nos empeñamos, podemos lograrlo. En vez de quejarnos y vivir acomplejados debemos levantarnos y dar la lucha por este país, cada uno desde su particular trinchera. No importa dónde estemos, si acá, allá, o donde sea. Es cuestión de tomarlo en serio y proponérselo. Si no reaccionamos pronto poco se podrá hacer porque si seguimos como vamos, cuando nos vengamos a dar cuenta, ser puertorriqueño será sólo un lindo recuerdo.
Me tropecé en Internet con esta frase de uno de nuestros querendones y -¡naturalmente!- tenía que ponerla. |
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