Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

miércoles, 23 de julio de 2014

De indios, vaqueros y cuentos chinos


Vera Miles y John Wayne en una escena de la película "The Searchers" (1956) 

Como muchos, crecí pensando que los indios eran malos y que los vaqueros eran buenos; eso era lo que veía en televisión; eso fue lo que nos enseñaron. Esos malvados indios, que sólo querían el cuero cabelludo de los pobrecitos blancos, quemaban los pueblos, mataban a la gente y raptaban sus mujeres. Veíamos en las películas cómo la pobre damisela secuestrada era el amor de la vida del guapísimo galán; que dada tamaña agresión, no le quedaba de otra que hacer “justicia” y solito matar como 400 indios, salvando el pueblo y, claro está, quedándose con la chica… BAH! 

Después con el tiempo descubrí la realidad; o por lo menos, otra cara de la historia. Que los indios sólo se estaban defendiendo porque los vaqueros invadieron su espacio, les robaron, los abusaron, los mataron, se apoderaron de sus tierras y los metieron en reservaciones quitándole hasta sus derechos. ¿Diferencias en las historias? La primera nos la contaron; la segunda la investigué yo. El resultado: Que no creo todo lo que me dicen; que trato de ver todos los ángulos de las cosas, que busco, analizo y llego a mis propias conclusiones. Que pienso por mí, no por lo que me dicen otros.


Y por aquí es que va la cosa. Por eso me trepo. Y aquí va el “Disclaimer”. Como siempre digo, cada quién está en la libertad de leerme o no; de estar de acuerdo o no con lo que escribo. La idea no es polemizar con nadie, sino compartir lo que pienso. Mis disculpas para el que piense diferente o entienda que esto no es así. Dicho esto, continúo.

Para mí es frustrante ver, leer y escuchar cómo se dice cada cosa, cómo se repite como el papagayo, cómo se cree lo primero que le dicen, cómo se da todo por bueno -o por malo- y cómo se justifica lo injustificable.  Y cómo, con el perdón, aparecen unos comentarios tan estúpidos que uno piensa cómo fue posible que alguna persona lo pensara, mucho más que lo escribiera. ¡De horror! Pero bueno, ese es el resultado de nuestra llanura. Y para nada estoy hablando de terreno…

Como yo, cada quién tiene derecho a pensar lo que quiera. Que Santa Claus y el enanito de Keebler existen; que los gnomos, Peter Pan y Campanita, también.  Para mí todo esto es válido si a esa conclusión se llegó luego de ponderar, evaluar y analizar -de buena fe- todos los datos que estuvieron disponibles; aunque yo no lo crea así y no esté muy de acuerdo. Pero decir por decir, hablar de lo que no se sabe o tergiversar las cosas; eso es un gran problema porque de tanto repetirlo, la gente se cree que es verdad. Y en este país, esa es la orden del día.

Y, ¡ojo!; siempre he estado clara que no tengo la verdad agarrada por el rabo y nunca lo he pretendido. Lo que sí hago es tratar de ver todas las posibilidades de las cosas; no cerrarme a una. Es más, estoy clarísima que verdad, realidad, información y noticias no son la misma cosa. Que las situaciones tienen diferentes ángulos y puntos de vista y que no hay verdades absolutas. Que en muchas ocasiones las cosas ni son blancas ni son negras, y que lo más cercano a “la verdad” está en las tonalidades de gris. Este es mi mantra en el salón de clases.

Siempre he buscado que los estudiantes conozcan, se informen, que busquen, que se cuestionen las cosas, que lean, que analicen y que lleguen a sus propias conclusiones. Que no permitan que otros piensen por ellos o que se dejen influenciar por los demás; incluida yo. En otras palabras, que aprendan a pensar y que tengan sus propias ideas y convicciones.

Action Picture. Andy Warhol's Cowboys and Indian series (1986)
Es interesante cuando les menciono, sobre todo a los estudiantes del curso de opinión pública, las diferentes fuentes de información, medios, agencias de noticias, blogs, plataformas; etc., que tienen que buscar -tanto nacionales como internacionales- y que van desde líneas editoriales de extrema izquierda a extrema derecha. ¿Por qué? Porque deben leer de todo. Porque tienen que estar expuestos a la información, ver todos los puntos de vista, conocerlos y tratar de entenderlos. Como comunicadores, esto es imperioso; como ciudadanos, una obligación. 

Somos parte de una sociedad complicada y de un mundo muchísimo más.  Hay muchas cosas pasando; muchas corrientes, muchas fuerzas enfrentadas, muchos intereses chocando, mucho poder deseado y muchas ganas de dominar, oprimir y someter a los demás. No podemos ser meros espectadores. No podemos quedarnos en la gradas. No podemos ver sólo como pasan las cosas o esperar a que nos den la información que quieran y como quieran dárnosla. Tenemos que buscarla. 

¿Las cosas que vemos, son tal cual nos las presentan? ¿Ese es el único punto de vista? Acción = reacción y cosa que haces, sea lo que sea, trae consecuencias. Y en muchas ocasiones, son cosas que se van madurando por años y hasta por siglos; que se usan o se crean situaciones para poder hacer lo que no se pudo o no se quiso hacer antes. Siempre digo que no se puede juzgar una situación en particular de manera aislada porque, en muchas ocasiones, es el resultado de una larga cadena de sucesos. Por eso hay que conocer, hay que buscar, hay que estudiar, hay que ver la historia. Allí encontraremos muchas de las respuestas.

Y aquí lo preocupante. Ahora mismo en el medio oriente se está realizando un genocidio, porque en eso está resultando. Algunos lo justifican con el “hay que hacerlo”, “es lo justo”, “sólo están reaccionando”, “están buscando eliminar el terrorismo”, “para que haya paz hay que eliminar esos terroristas”. Pero si nos vamos a la definición de terrorismo; que es ‘dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror’, pues tan terrorista es uno como el otro. Pero como comentara un amigo, terrorista es una palabra que solo tiene significado para el que la dice primero. Y añado yo, el que controla los medios lleva la ventaja. 

Hoy, la columna de una periodista en un diario digital, denuncia la situación de los periodistas que están haciendo su trabajo en el campo de batalla. Mencionaba ella cómo uno de los países en conflicto atacaba los centros de medios de comunicación para que, desde adentro, no se informara lo que allí pasaba; que están controlando, coaccionando y restringiéndole el paso a los periodistas, que están filtrando la información y que sólo lo que autorizan es lo que se publica. Ya par de periodistas han perdido la vida tratando de hacer su trabajo. Eso, no lo informan la mayoría de los medios porque no conviene. 

Cuando pienso en cómo recibimos la información, como meros espectadores sin tan siquiera preguntarnos si eso es así y aceptando todo lo que nos dicen, viene a mi mente la imagen de un nido donde los pajaritos recién nacidos sólo abren la boca para recibir la comida de su madre. Así estamos, nos tragamos lo que nos dan. Pero tenemos que salir del nido, y buscar. La información es poder. El conocimiento, la mejor arma.

Un claro ejemplo de esto fue la invasión de Iraq. Todavía hay quien jura que había que invadir para evitar que usaran las armas de destrucción masiva; ese “arsenal” que nunca se encontró. Pero no importa, porque ese ataque fue el espectáculo que vimos en vivo y a todo color, ‘prime-time’, cuál estreno de una película de Hollywood. Allí el presidente anunció no con bombos y platillos, sino con cohetes y bombas, que ya se habían librado del dictador y que todo había acabado. En ese momento me dije: ¿Acabado? Ahora fue que esto empezó. Y no me equivoqué. En eso, seguimos.

Tenemos que buscar información, evaluarla, analizarla y llegar a las conclusiones que sean. Naturalmente, ya yo llegué a las mías. Si luego de hacer el ejercicio, alguien justifica lo que se está haciendo; aunque otros entiendan que está mal, se debe respetar su punto de vista porque es la conclusión a la que llegó. Pero escuchar a la gente decir y repetir cualquier cantidad de cosas, sin tan siquiera saber lo que está diciendo; es frustrante. Lo increíble es que no se han detenido a pensarlo un poquito. Hay que dejar de repetir como el papagayo y de hacerle el “chijí chijá” a cualquier cosa que nos dicen. Tenemos que empezar a llamar las cosas por su nombres y a verlas tal cual son. Y esto, sobre todo, debemos empezar a hacerlo ya en nuestro país. Porque de indios, vaqueros y cuentos chinos; ya hemos tenido bastante.


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