Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

viernes, 23 de febrero de 2024

Mi regreso a Sagrado

 El Sagrado Corazón nos recibió con los brazos abiertos. Foto: Daniel Rodríguez


Ayer regresé a Sagrado. Fue maravilloso. Luego de un tiempo sin ir, la última vez fui al convento para visitar a la hermana Socorro Juliá, regresé para el reconocimiento que le haría la institución al doctor José Jaime Rivera, pasado presidente de Sagrado por 22 años.


La institución le otorgó la segunda medalla de Servicio Distinguido a la Universidad Dr. Pedro A. González Ramos, por su servicio ejemplar.

 

He estado en Sagrado desde los 80; comencé mis estudios de bachillerato bajo la presidencia del doctor Pedro González Ramos y me gradué bajo la presidencia del licenciado José Alberto Morales. Cuando trabajaba con la hermana Socorro Juliá en el Decanato de Desarrollo, llegó el doctor José Jaime Rivera. 

 

Durante esos 22 años, trabajé, estudié mi maestría y me gradué, me fui, regresé a ‘armar’ la oficina de exalumnos de universidad, empecé a dar clases, me volví a ir, pero seguí en el salón de clases. En 2014 llegó el licenciado Gilberto Marxuach. A finales del 2019, luego de 20 años como profesora a tiempo parcial, decidí que era momento de tomarme un descanso.

 

Fui a Sagrado con Daniel Rodríguez, un queridísimo amigo, casi hermano, desde tiempos universitarios. Desde que llegamos al estacionamiento frente al edificio de administración, percibimos un ambiente especial. 

 

¡Y cómo no, si vimos el Sagrado Corazón, imponente, recibiéndonos con los brazos abiertos! A partir de allí, vivimos ‘la magia’ sagradeña. El ver el pórtico iluminado y encontrarnos con tantos excompañeros administrativos, docentes y exalumnos que fuimos parte de la institución durante esos 22 años fue algo indescriptible. 

 

No parecía que lleváramos tanto tiempo sin vernos. Besos, abrazos, puestas al día, historias de esos años, fotos, ‘selfies’, sonrisas, bromas; en fin, era como una reunión familiar y todos estábamos felices.

 

Y recordé el por qué todos estábamos allí. José Jaime había logrado aglutinar a todas esas personas que de una manera u otra eran parte de la historia de la Universidad. Y no vamos a dorar píldora; no todo fue miel sobre hojuelas y algunos conflictos hubo, pero todos estábamos alineados en el mismo propósito.

 

Al doctor Rivera y su esposa Ivette, les tomó un tiempo en llegar de la puerta de la capilla mayor hasta el banco principal por los saludos, los besos, los abrazos y las fotos. Igual le sucedió a Socorro Juliá, quien fue a acompañarlo.


El Dr. José Jaime Rivera en su reconocimiento. Foto: Zacha Acosta 

Primero se realizó la Eucaristía, donde participaron varios compañeros de ese período; no quiero que se me quede ninguno, por lo que no los menciono. El coro de la universidad estuvo a cargo de la música. Luego se procedió al acto. En varias ocasiones se interrumpió por los aplausos. 

 

El presidente de la Junta de Síndicos, Ángel Torres Irrizarry, el pasado presidente de la Junta de Síndicos cuando el doctor Rivera estaba en Sagrado, Jaime Mayol, y el presidente de la Universidad, el licenciado Marxuach, le hicieron entrega de la medalla. 

 

El acto concluyó con el himno del Sagrado Corazón. Inmediatamente después la maravillosa Tuna de Segreles interpretó magistralmente ‘Don Quijote’. 

 

En el pórtico se llevó a cabo un cóctel. Allí continuó ‘la reunión familiar’ y fue realmente especial seguir saludando personas, sacándose fotos, conversando, compartiendo. El tiempo se fue volando.

 

Danny y yo hicimos como ‘Houdini’, porque de que dijéramos que nos íbamos a que pudimos salir, tomó tiempo porque siempre había con quién hablar, a quién saludar y ya eran casi las 10:00 p.m. Fueron cuatro horas que se fueron en un pestañear.

 

Tengo que decir que la experiencia fue única, que todos teníamos ‘la misma cabeza’ y que fuimos a agradecerle al doctor Rivera esos 22 años de presidencia, del cual éramos parte. Y pensé en los que ya no están y le pedí al Sagrado Corazón por ellos.  

 

Durante la noche se mencionó en repetidas ocasiones la misión; algo que todos, desde cada una de nuestras trincheras, teníamos claro: Educar personas en la libertad intelectual y la conciencia moral dispuestas a participar en la construcción de una sociedad puertorriqueña más auténticamente cristiana, una comunidad solidaria en la justicia y la paz.

 

Al salir por el portón principal de la institución, agradecí al Sagrado Corazón de Jesús el haberme dado la oportunidad de haber sido parte de esa gran familia y el compartir ese momento especial con ellos. 

 

Que el Sagrado Corazón siempre guíe nuestros pasos. Sagrado Corazón, en vos confío. 

 

La Hna. Socorro Juliá, Zacha Acosta, Daniel Rodríguez y esta servidora, en negro. Foto: Zacha Acosta 







viernes, 5 de enero de 2024

Y fue en una víspera de Reyes…

Arte de Taller Una


Hace once años ya, en una víspera de Reyes, que inicié este blog y subí mi primera entrada. He visto cómo ha ido evolucionando mi pensamiento y que me gusta escribir de todo; de lo primero que se me ocurra. 

 

Es interesante cómo, aunque estuve muy activa los primeros siete años; a partir del encierro de la pandemia, bajé considerablemente la publicación de entradas. Siempre he sido muy ‘opinionada’, pero en los últimos cuatro años, poco es lo que he publicado. 


Y resulté al revés de los cristianos, porque el encierro proveía sentarme y escribir. Mirando atrás, me doy cuenta que más que todo ha sido para no entrar en polémicas con nadie. Traté de no meterme en líos y buscar mantener la armonía con los demás.

 

Pero, ¿saben qué?, volveré a las andadas porque hay que decir lo que hay que decir. Además, hay que dar otro punto de vista de las cosas. Y es que casi siempre estoy al otro lado de la barda porque siempre le estoy buscando las cinco patas al gato. Je, je.

 

Así que, a partir de este onceavo año, volveré a encaramarme en la sillita y decir lo que quiera y tenga que decir. A lo Mafalda. Y qué mejor día para comenzar -y continuar- este blog que en víspera de Reyes. ¡Que viva la tradición de los Reyes Magos!  

 

Que no muera en nosotros ese niño que el 5 de enero, ilusionado, buscaba yerba para los camellos y dejaba cosas de comer y su palito de pitorro para los reyes. Al día siguiente, la algarabía contagiosa nos envolvía porque nos dejaron sus regalos.

 

Sigamos dándole valor a nuestra cultura y a nuestras tradiciones. Que los Reyes Magos les traigan además del oro, el incienso y la mirra; paz, amor y esperanza. Muchas bendiciones para todos y un año bendecido.



Arte de Taller Una

domingo, 31 de diciembre de 2023

Agradecimiento

 


A pocas horas de terminarse el año paso revista de lo que fue y representó el 2023. Luego de sumar y restar, multiplicar y dividir; aún con muchos tropiezos, sinsabores y situaciones complicadas, tengo que decir que el saldo es solo uno, de agradecimiento.

 

Y es que fue un año de muchas enseñanzas, de mirar de frente muchas cosas, de cierre de ciclos, de saber quiénes verdaderamente están y de atesorar mucho más la familia. 

 

Ha sido un año de entender de que no todo lo que brilla es oro y de que la sal también parece azúcar. El 2023 resultó en un año para reflexionar, para despertar. 

 

Lo más maravilloso de todo es, que no importa cómo haya transcurrido el año, con sus altas y bajas, el agradecimiento fue el eje central de estos doce meses.

 

Agradecida de estar viva, de poder haber despertado todos los días e irme a dormir en paz y con la conciencia tranquila, siempre.

 

Más que agradecida estoy -súper agradecida- por la salud porque, al final, eso es lo verdaderamente importante. Lo demás, llega por añadidura. 

 

Agradecida por mis caminatas matutinas o vespertinas, porque pude apreciar la grandeza de Dios al ver la naturaleza y el cantar de los pájaros. El ver el sol levantarse o esconderse, los arcoíris, las nubes, el cielo a veces nublado, la lluvia y, de vez en cuando, el aguacero. 

 

Agradecida por las pequeñas cosas, las más simples y que creemos que son dadas, pero no lo son. Entendí que no es así y aprendí que siempre hay que agradecer cada vez más y por lo más mínimo.

 

Estoy mega agradecida por la familia, por mis hermanos, por mis sobrinos y sobrinas, por mis tíos y tías, primos y primas, etc.; porque siempre estamos cerca, aunque no sea físicamente.  

 

Agradecida por el pan que llega a la mesa, por los alimentos, por las manos que lo preparan y por quienes lo comparten. Y, naturalmente, por el café. 

 

Agradecida mucho más por entender la fragilidad de la vida, por ir soltando cargas y buscar estar en paz conmigo misma y con Dios, porque no sabemos cuándo nos toque embarcarnos. 

 

Agradecida por permitirme mirar de frente mis miserias, mis debilidades; pero también así, mis virtudes y mis talentos. Porque pude hacer balance y darme cuenta de lo mucho que he crecido, pero también de lo mucho que me falta.

 

Agradecida porque me retó a abandonarme, a depositar mi confianza en la providencia divina, a que hay que aprender a dar ese paso al vacío, aún con miedo, pero confiando en que todo resultará bien. 

 

Agradecida porque aún en los momentos que estuve a punto de perder la fe, siempre llegó esa señal -situación o persona- que me hizo volver a confiar. Por esos ángeles que siempre están allí. Agradecida, más que todo, porque entendí que tengo que seguir trabajando en mí. 

 

Agradecida por el sentido del humor, por las risas, por las bromas, por las carcajadas -que se escuchaban en Plaza-, por las alegrías y por las conversaciones con misma. 

 

Agradecida por todas las personas que se cruzaron en mi camino porque de todos, aprendí algo. Por ustedes, por soportarme y porque me acompañaron en este proceso de crecimiento. 

 

Ahora que cierro año, que cierro un ciclo para empezar otro; sólo me resta mirar el 2023 desde el agradecimiento. Abro los brazos para recibir el 2024 con un agradecimiento mayor, porque confío que todo estará bien y mejor. Decretado está. Con la bendición de Dios y la Virgen del Carmen, así será. 

 



sábado, 2 de septiembre de 2023

Behind Your Touch


 A veces veo en redes sociales mensajes o comentarios solicitando recomendaciones de producciones a ver en Netflix. Resulta que hay una comedia coreana, que vale la pena ver si quieren divertirse y reírse un buen rato; esta es ‘Behind Your Touch’.

‘Behind Your Touch’, que aparece subtitulada al español como ‘Con tacto especial’, es una producción de Netflix y se transmite también por la cadena jTBC de Corea del Sur. Este drama de 16 episodios de una hora, se transmite los sábados y domingo. 

 

Esta comedia está protagonizada por Lee Min Ki, que es un excelente actor -que me encanta- y por Han Ji Min, a quien encuentro graciosísima. Al momento, tienen muy buena química en la interacción general y funcionan, pero en el ángulo romántico… todavía no está muy claro. 

 

Abro paréntesis. Aunque indica que es una comedia, y que me he reído mucho en los primeros seis episodios, ya la cosa comienza a tomar otros matices, pero tengo que decir que en cada episodio estoy viendo un balance entre la comedia y el drama. Espero que siga así y no acabe como muchos que, al final, resultan más melodramas que comedias. Cierro paréntesis.

 

¿La historia? Bong Ye Bun es una veterinaria en el pueblo costero de Mujin, en la provincia de Chungcheong-do. Vive con su abuelo y su tía porque sus padres murieron. El abuelo nunca la ha aceptado porque no estuvo de acuerdo con el matrimonio de su hija. 

 

Ye Bun estudió veterinaria, como él; pero sigue indiferente hacia ella. Ahora está al frente de la clínica porque su abuelo se retiró. Se especializó en perros y gatos, pero para poder sobrevivir, su tía Jung Hyun Ok, que la asiste en la clínica, le hace citas para tratar todo tipo de animales.

 

Su tía le pide que vaya a atender a una vaca próxima a parir en la granja de Gwang-sik. Ella insiste en no atender vacas, pero la tía le dice que aun cuando las cosas iban mal, él siempre fue cliente regular. Ella va. Resulta que ese día hay una lluvia de meteoros.

 

Cuando Ye Bun está revisando la vaca, le toca el trasero y en ese preciso momento cae un meteoro sobre ellos. Despierta a los tres días. Cuando levanta el gato, ve escenas y lo suelta. Lo mismo pasa con el perro. Se asusta porque cuando toca a un animal por el trasero, ve imágenes.

 

Por el otro lado, tenemos al teniente Moon Jang Yeol, detective que trabaja en Seúl, pero que lo enviaron a Mujin por un caso no resuelto. Parece que el narcotraficante tiene buenas conexiones y los casos nunca prosperan por ‘evidencia insuficiente’. Jang Yeol quiere seguir investigándolo pero tiene que irse al pueblo, donde dice que estará poco tiempo.

 

El detective Moon necesita un caso importante para resolverlo y poder regresar a Seúl. Desde que llegó dice que es un pueblo de locos y en realidad, eso parece. Hay muchos personajes y divertidísimos. Al ser una comedia, cada quién tiene sus situaciones. Confieso que me he reído mucho y hasta he llorado de la risa con las situaciones que pasan. 

 

Ye Bun quiere saber si su poder funciona también en los humanos y se va en un autobús. Ve a un hombre sacar la cartera del bolso de una chica y trata de tocarlo en el trasero para ver, pero el teniente Moon la arresta. Ella trata de explicarle, pero él no escucha y el carterista se escapa.

 

La División de crímenes violentos de Mujin, a la que lo asignaron y a donde lleva a Ye Bun, es un tanto peculiar. Como compañeros tiene a la detective Na; que su esposo es infiel y ella activa hasta SWAT para cogerlo fuera de base. 

 

También está el capitán Weon Jong Muk, jefe de la división, que fue novio de la tía de Ye Bun, pero ella se casó con otro. Aunque se divorció, él no la perdona y la arresta cada vez que puede.  Otro es Bae Deok Hee, hermano de Hyun Ok. Se hizo policía porque dice que ella es una problemática y algún día va a poder ponerle las esposas y meterla a la cárcel. 



Y es que Ok Hee es una chica de armas tomar. Es como la jefa de una ganga. Parece que llevan juntas desde pequeñas. Todas tienen sus profesiones y trabajos, pero cuando las llama, todas van. Una de las chicas recién parió; así que su hermano la sustituye y las ayuda en las misiones.

 

Tenemos también a Kim Sun Woo, interpretado por Kim Jun Myeon (el excantante Suho), quien lleva poco tiempo en el pueblo y trabaja de en la tienda de conveniencia, cerca de la clínica veterinaria. Se ve inocente, buena gente y servicial, pero pareciera que hay mucho más. 

 

Me da la impresión que es hijo del asambleísta Cha, porque siempre lo mira raro; además le había comentado a Ye Bun que su mamá era de ese pueblo. Que ella le había contado cosas buenas del lugar y por eso estaba allí. 

 

El shamán que timó a Ye Bun y luego se hizo su amigo, alquila habitaciones en su casa y le alquiló una a Sun Woo a cambio de que fuera su tutor de inglés. La familia del shamán vive en Australia y casi no puede comunicarse con su hijo. 

 

Casi todos son vecinos porque la familia de Deok Hee le alquiló una habitación a Jang Yeol. Ok Hee se interesa en Jang Yeol, pero él nada que ver. Ye Bun está entusiasmada con Sun Woo y tratar de tocarle el trasero, para sacar información; algo que Jang Yeol ve y graba desde el segundo piso. 

 

Jang Yeol le dice pervertida a Ye Bun y la trata de loca porque ella le confesó que es psíquica. De hecho, él fue la primera persona a quien se lo dijo pero, naturalmente, no le creyó. A la tía enterarse que estaba detenida, corrió a la comisaría y su adorado capitán la arrestó. 

 

Pasan mil cosas. Él descubre que Ye Bun decía la verdad; así que quiere que ella lo ayude a resolver algunos casos para poder regresar a Seúl. La lleva a Seúl para que le toque el trasero a Baek, el narcotraficante, y descubre que está comprando barcos para mover la mercancía. Se da cuenta que lo que pasa en Mujin, está estrechamente relacionado a lo que investigaba.

 

Al decirle a Baek que sabía que estaba comprando barcos, él se desencaja y quiere eliminarlo. Park Seung Gil, alguien muy cercano a Jang Yeol, y por quién él no ha podido arrestar a Baek, dice que él lo hará. Quería era salvarlo porque si otro de los hombres lo hacía, no sobreviviría.

 

Alguien mata a Seung Gil, quien muere en el cuarto de hospital de Jang Yeol porque le pide perdón por todo. Él, pensando que lo mató Baek, va a Seúl y lo golpea. Va con Ye Bun. Allí ella le toca el trasero a Baek y le dice que no fue él. Baek los escucha y sabe que hay algo raro con ella. Sé que esto les traerá problemas.

 

Lo encarcelan y pasa par de días en la cárcel. Regresa a Mujin y le pide ayuda a Ye Bun para que le ayude a encontrar al asesino. Ok Hee, que está enamorada de Jang Yeol, ya empieza a ponerse celosa de su amiga porque él, le dice que Ye Bun, que es la única que lo puede ayudar, que es lo único que le queda. 

 

Ya los compueblanos se están preocupando, porque en el pueblo nunca había habido asesinatos y ahora tenían dos en poco tiempo. Ya mismo se sigue complicando la cosa con el caso de narcotráfico; pero siempre haciendo balance con situaciones divertidas.

 

Pareciera, por los avances del próximo episodio, que quién mató a Seung Gil y a una chica ‘streamer’ es Gwang-sik, el dueño de la granja donde Ye Bun fue a atender la vaca y el meteoro les dio a los tres. 

 

Se ve en los avances a Jang Yeol corriendo y preguntándose dónde estará Ye Bun, mientras recuerda que ella le dice que Gwang-sik también es psíquico. En otra escena, Gwang-sik está tratando de acercarse a Ye Bun, y ella tratando de escapar.

 

Nada, que vamos a la mitad de drama; porque ya lo de comedia se está quedando atrás. Sólo espero que sigamos teniendo más comedia. ‘Behind Your Touch’ es un buen drama coreano que no se deben perder, aunque sea sólo para alegrarse los ojitos mirando a los guapetones de Lee Min Ki y Kim Jun Myeon (Suho). 

 



 

viernes, 6 de enero de 2023

La reputación y su valor


Debido a varios acontecimientos que han ocurrido en el país, durante estos últimos días he estado rumiando y cavilando sobre la reputación y su valor. Es que siempre he visto la reputación como algo sumamente importante en todas las facetas de la vida. 

 

No importa en el ambiente que uno se desenvuelva; ya sea laboral, personal o en cualquier otro, la reputación marca el camino. Y es que uno no solamente es lo que cree que es, sino lo que los demás piensan que uno es.  

 

Porque ahí está lo neurálgico de la reputación; que no es algo que uno posee, no es suyo, de su propiedad o lo puede controlar; sino que es una apreciación de los demás, es propiedad suya, es otorgada por otros, es dada.

 

No es cuestión de uno creer o decir que ‘mi reputación es buena’ o ‘voy a hacer esto para tener buena reputación’, o ‘Ahora voy a hacer que me apoyen’; entre otras frases más.

 

Por más que algunas personas tratan no lo consiguen. ¿Por qué? Porque quien adjudica es el otro, son los demás. Estos podrían percibir que no es genuino, que es orquestado o que podría ser buscando algo en específico. 

 

Así que no está limitado a una acción, mucho menos cuando es planificada, manipulada, trabajada o para quedar bien; sino es que el resultado de muchas cosas, de tiempo, de interacciones, de observación.

 

La reputación es, según el Diccionario de la lengua española, una ‘opinión o consideración en que se tiene a alguien o algo’. Como segunda acepción indica que es el ‘prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo’.

 

Es que la reputación es el resultado de la credibilidad, la ética, la confianza, la transparencia, los valores, los hábitos, los comportamientos, las reacciones, el sentido de justicia, los códigos y las contribuciones sociales; entre otras muchas más. 


‘Cría fama y acuéstate a dormir’, ‘Uno recoge lo que siembra’, ‘No sólo debe ser la mujer del César, sino parecerlo’, ‘Quien siembra vientos, recoge tempestades’; ¿no les dice algo? 

 

De como las personas actúen, los demás le adjudicarán una buena o mala reputación. Tener buena reputación equivale a tener buen nombre, a ser reconocido, a tener prestigio, a ser respetado. 

 

Por el contrario, tener mala reputación es tener mala fama; pensar que no es confiable, que no es honesto, etc. Y vuelvo y menciono, esto tiene que ver cómo el o los otros lo ven; aun cuando pudiera ser que no fuera el caso. 

 

La reputación se construye día a día, con todo lo que hacemos y decimos. Es la acumulación de muchas cosas. Es mostrarse tal cuál es, es respetar a los demás, es ser justo, ético, honrado, transparente, etc. Porque esto es lo que hará que tengas buena reputación; no al revés.  

 

Debemos estar claros que la reputación es un resultado. Y que hay que cuidarla y ser constante, porque como bien dijera Warren Buffet: “Se necesitan veinte años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla”.

 

Reflexionemos sobre esto, porque como él mismo añade: “Si piensas en eso, harás las cosas de manera diferente”. Y esto no sólo aplica a las personas, sino también a las organizaciones, las empresas, las instituciones, e incluye el entorno digital. 

 

En cada uno de nosotros está decidir qué tipo de reputación queremos tener y trabajar en ello. Todo dependerá del valor que le demos.


jueves, 5 de enero de 2023

¡Ya son 10 años trepándome!


Un día como hoy, víspera de reyes, hace diez años comencé este blog. Quién me iba a decir que, aunque he bajado la cantidad de entradas, seguiría trepándome en la sillita. 

Dándole un vistazo al blog, me he dado cuenta que he escrito de todo lo que he pensado y creído. Mirando algunas de las entradas, sigo pensando igual. 

 

Tengo entradas serias, otras más livianas y un montón sobre las series, los dramas y las novelas de todo el mundo que no he dejado de ver; al contrario, que he ampliado el espectro. Y de eso seguiré escribiendo.

 

Y es que soy de las que antes de escribir cualquier cosa, tengo un poco de cautela, busco información, analizo, comparo y entonces pongo en el papel. 

 

Y no sé si es una virtud o un defecto; pero una vez publico algo, defiendo lo que expongo a capa y espada porque he escrito desde la sinceridad y la transparencia. No me gustan ni los paños tibios, ni las insinuaciones. 

 

De mí podrían decir muchas cosas, pero no que busco dañar a alguien con lo que escribo. Sólo doy mi punto de vista sobre diversidad de cosas y a veces es diferente, pero creo que es una buena manera de poner otro punto de vista y buscar la reflexión y el rumio.

 

En estos diez años han pasado muchísimas cosas. Al principio era súper combativa tocando temas delicados; pero siempre de manera respetuosa y clara. Muchos fueron entendidos con la intención que los escribí, otros no. Y no tengo problema con eso, porque si logro una reflexión pues cumplió en algo el objetivo de este blog.



Ahora escribo menos entradas y más cortas con párrafos de menos oraciones. Trato de buscar temas no polémicos porque quiero estar tranquila y en paz. Me gusta buscar la reflexión, pero a veces, como dicen por ahí, es mejor dejar que las cosas caigan.

 

Y es que a principios de año enfrenté una situación de salud que me ha hecho reevaluar muchas cosas. Gracias a Dios todo salió bien, pero estoy empezando a mirar la vida de otra manera y con menos apasionamiento pero seguiré trepada, tocando los temas que quiero tocar.

Y como ya casi todos saben, soy súper fanática de Mafalda. Somos contemporáneas, nacimos el mismo año, y soy muy afín a ella. Le tomé la sillita prestada para el nombre de este blog. La silla ella la usaba para la reflexión y para señalar muchas cosas que pasaban.  

 

Y es que Quino, su creador, para mí es muchísimo más que un dibujante y humorista; porque a través de Mafalda y su pandilla, hace una crítica social muy fuerte, pero certera y efectiva. Al punto de que casi van 60 años desde su creación y sigue igual de vigente.

 

Y tengo que seguir agradeciéndole a Joseph Martínez, el padrino del blog, el que me ayudara a crearlo. Parece que fue ayer cuando nos sentamos a trabajar en él y hoy, se cumplen 10 años. 

 

Sólo espero que pueda seguir trepada en la sillita por muchísimos años más. Confío en poder hacerlo más seguido y seguir compartiendo mis puntos de vista sobre diferentes temas y cosas. Gracias a todos por leerme. Bendiciones.




sábado, 24 de diciembre de 2022

El grado honorífico de Nino Correa

Foto tomada de Internet de la nota publicada por Noticel

 Cuando leí que la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, le otorgaría un doctorado honoris causa a Nino Correa me alegré. Al enterarme que Caribbean University haría lo propio, me alegré mucho más porque si alguien merece ese reconocimiento por su gran aportación al país es él.

 

Nino Correa es un gran ejemplo como servidor público, humilde, honrado, decente, ético, sensible, conocedor, facilitador y con don de gente; entre muchas otras cosas más. El que dos instituciones universitarias así lo hayan reconocido, dice mucho de la calidad de persona, de profesional y de servidor público que es.

 

Ahora bien, he quedado un poco perpleja al leer el gran desconocimiento que existe en cuanto a un sinnúmero de cosas en el país. Pobre educación, tenemos. Y a lo mejor, que el ciudadano común desconozca algo, no es tan preocupante -que lo es- pero que algunos ‘comentaristas’, ‘analistas’, políticos y funcionarios o exfuncionarios de gobierno no sepan distinguir una cosa de otra, sí lo es. 

 

Anduve por la red del pajarito y quedé sorprendida por varios comentarios que leí. Uno que me chocó mucho fue el de un ‘comentarista’ que dizque es ‘analista’, donde indica que enmendar la ley y dejar los grados de embustes solo ofenden a los que se ‘jodieron’ estudiando. 

 

El abogado demuestra total desconocimiento de lo que es un grado honorífico. ¿Estas son las personas que opinan en nuestros medios de comunicación? ¿Estos son los que ‘analizan’ las situaciones del país? ¿Estos son los que creen que lo que dicen es la verdad? ¿Lo peor?, que sus seguidores continuarán repitiendo el disparate. 

 

Y de esos están llenos los medios de comunicación, de personas con poco o ningún conocimiento en diversidad de temas, pero con sus opiniones muchas veces cargadas que hablan sobre lo que pasa y de lo que no saben. No investigan, no conocen, no buscan; sólo dicen lo que les parece y lo que ‘encaja’ dentro de sus agendas personales, la de terceros y la de sus partidos. En vez de informar, desinforman.

 

Algunos políticos, legisladores y funcionarios mencionan que se analizará el doctorado honoris causa para ver si cumple con los requisitos legales y utilizarlo como requisito académico para el nombramiento de Nino Correa. Otros piensan que con este grado, ya cumple con el requisito. Perpleja he quedado al leer estas cosas. 

 

El Honoris Causa es un reconocimiento a una persona destacada que ha contribuido significativamente a la sociedad. Mientras que el grado académico es el resultado de haber completado los cursos conducentes a ese grado. No son equivalentes.

 

Pero vamos a la definición del Diccionario de la Lengua Española. El honoris causa, que es una locución latina, significa literalmente ‘por honor’, y es un reconocimiento a méritos especiales.

 

Por otro lado, el grado académico, según aparece en el Diccionario panhispánico del español jurídico, encontramos que es el ‘Título que, en el ámbito de la enseñanza superior, una institución universitaria concede al alumno cuando ha superado las exigencias académicas de cada ciclo o etapa en los que está ordenada la docencia. Los grados son, para el graduado, un testimonio público y auténtico de su nivel de competencia científica en una disciplina determinada’. Así que son dos cosas completamente diferentes. 

 

Ahora bien, también percibo un soslayado comentario discriminatorio y racista. “Los grados de embustes”, puro menosprecio al reconocimiento de una institución universitaria a una persona con méritos especiales. Y “los que se jodieron estudiando”. Bastantes ejemplos hay de persona con ‘grados académicos’ que están instruidos pero no educados. Un grado académico no es indicativo de éxito para nadie. Además de que no todo el mundo tiene el mismo acceso a la educación o el poder estudiar en alguna institución universitaria en el país o fuera de él.

 

Pero como tampoco buscan más allá, disparan de la baqueta. En la nota de Noticel, donde se anuncia su doctorado honoris causa de Caribbean University, la presidenta de la institución, doctora Ana E. Cucurella, indica que en el 2021 querían otorgarle el grado pero él declinó porque quería estudiar y completar su bachillerato. Así que en noviembre de 2021 comenzó estudios bajo la modalidad virtual, que espera recibir el grado de bachiller en junio de 2023.

 

Es la primera vez que leo varios comentarios negativos por la otorgación de un grado honorífico. En otros momentos he visto felicitaciones a los recipientes, pero en este caso, cuestionamientos y comentarios lamentables. La vara, no es la misma. Es lamentable por demás tanta mezquindad.  

 

Pero creo firmemente que Nino merece ese reconocimiento de la Academia que sólo está reservado para personas de alto calibre, con una trayectoria innegable y que hayan contribuido significativamente a la sociedad. Por su calidad humana, personal, profesional y como excelente servidor público que es, más que merecido lo tiene. 

 

Reitero que en este país necesitamos un mejor sistema educativo; que las personas, además de instruirse, deben educarse. Mucho más los que están en posiciones de gobierno y los que están en los medios de comunicación dando sus opiniones. No es decir cualquier cosa ni lo que creen. Es conocer, fundamentar, poner las cosas en perspectiva y respetar las diferentes posiciones. Es poner las personas a pensar, que aprendan a hacer análisis crítico y a tomar decisiones basadas en información. Eso lo promueve la educación, no la instrucción.