Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

domingo, 19 de febrero de 2017

La Universidad

'La escuela del maestro Rafael', de Francisco Oller.
"Para que exista una democracia, es necesario que el pueblo no sea un agregado casual de hombres; sino una asociación voluntaria, consciente, inteligente, adherida a la fuerza de cohesión de los grandes intereses de toda sociedad educada en el trabajo, moralizada por la instrucción, civilizada por las costumbres públicas y privadas que crean el sucesivo progreso de la razón en la especie humana, y la experiencia de la vida universal en la historia". Eugenio María de Hostos.

Desde que leí las notas periodísticas y los comentarios en las redes sociales sobre la situación de la Universidad de Puerto Rico, y todo lo que se ha desencadenado, he estado rumiando el papel de la educación en el desarrollo social puertorriqueño.

Así que aquí estoy trepada, para tratar de reflexionar sobre eso. Como comunicadora, como profesora y, más que todo como puertorriqueña, me siento en la obligación de hacerlo. Hay demasiadas cosas en juego. Se nos podría ir la vida en ello.

Alguno podría decir que no debo opinar porque no soy egresada del sistema público. Cierto. Pero eso no quita. Además, y para ponerlo en perspectiva, estudié en el sistema privado por elección; porque mi deseo siempre fue estudiar comunicación en la Universidad del Sagrado Corazón.

Mi papá quería que, como él, fuera a la universidad del estado. Confieso que hice trampa. Como mi puntuación más baja en el examen del ‘College Board’ fue en matemáticas, y como la estadística y todo lo relacionado a los números como que no es uno de mis fuertes, solicité al Colegio de Mayagüez para estudiar finanzas.

Con lo competitivo que es el RUM, que tengo que decir que siempre me ha encantado, estaba segura que no me aceptarían. Cuál fue mi sorpresa cuando me aceptaron. Como me falló el cálculo, sin encomendarme a nadie escondí la carta, me quedé calladita y dejé pasar la fecha límite para separar mi asiento.

Se imaginarán la que se armó cuando mi papá se enteró. Cuento largo, corto; al final terminé donde quería, en Sagrado. Pero bueno, luego de esta pequeña explicación del porqué estoy de metiche, vuelvo a lo medular; a la educación y la UPR.

La educación es lo más maravilloso que existe. No hay cosa más espectacular que saber, que comprender el porqué de las cosas, que conocer las razones que llevaron a uno u a otro a ser o hacer. Es entender el entorno.

domingo, 12 de febrero de 2017

Visitar la historia


Siempre me ha gustado la historia. Pienso que, aunque muchas veces es un punto de vista de lo ocurrido, nos da una buena pista sobre acontecimientos pasados.

Eso mismo es lo que lo hace tan interesante. Porque al estar consciente de ello, trato de no quedarme sólo con ese ángulo de la situación y busco diversas fuentes con otros puntos de vista para ‘tratar de armar’ el cuadro completo.

Muchas ‘historias’, ‘historietas’ y ‘cuentos’ sobre situaciones históricas nos han hecho. Y con un enfoque occidental; mejor dicho, europeo. Y sobre eso, nos lo coronan con el estadounidense.

Siempre nos han mostrado la historia desde el ojo del conquistador, del que domina, del que somete, del amo. Rara vez desde la visión del conquistado, del que padece, del que atropellan, del que sufre. Y eso hace una gran diferencia.

Y lo digo porque la visión del conquistador sobre el otro es de superioridad. En muchas ocasiones lo ve menos, salvaje e ignorante. Que hay que salvarlo, convertirlo, educarlo, asimilarlo. Que antes era poco, pero que ahora gracias a ellos será gente.

Esa es la idea del que conquista, del que llega. Es imponerse ante otra gente, otra raza, ante otra cultura sin tan siquiera conocerlas o pararse a pensar si están haciendo lo correcto. En muchas ocasiones es demostración de fuerza, de dominio.

No es un encuentro, es una imposición. Es querer eliminar lo que son para que sean lo que no son. Y esto ha sido así toda la vida y en todos los puntos cardinales. Sólo hay que echarle un vistazo a la historia.

Por eso hay que ir más allá de lo que nos dan. Hay que ser autodidacta; no quedarse sólo con lo oficial. Hay que buscar, abundar, profundizar y ubicar las cosas en tiempo, espacio y circunstancias. Porque las cosas no se dan en un vacío.

Así fue que descubrí que nuestros taínos no eran vagos, que su sistema de sucesión tenía toda la lógica del mundo y que los indios norteamericanos sólo defendían sus tierras de los invasores.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Periodistas vs. comentaristas


Comienzo el mes trepándome, pero no por cosas del amor; sino porque estos pasados días han surgido ciertas situaciones relacionadas con periodistas y comentaristas. Viendo cómo se está desarrollando esto, creo que es pertinente ‘decir’ algunas cosas.

Primero, debemos estar conscientes que ser periodista y comentarista, no es la misma cosa. Podríamos tener periodistas que sean comentaristas, pero hay comentaristas que necesariamente no son periodistas.

El periodista, se supone, porque puede haber sus excepciones, tiene educación formal en periodismo o comunicación. Es ocasiones son especialistas en los temas que cubren. Son contratados por una compañía de comunicación, pero podrían ser independientes. Se rigen por un código de ética para ejercer su trabajo.

Para redactar una nota, el periodista debe analizar la situación y ver sus diferentes ángulos y posibilidades. Debe investigar, buscar las reacciones de todas las partes involucradas y corroborar los datos. Esto es importante porque debe presentar una nota veraz e imparcial.

El periodista lo que busca es informar; ofrecer datos y diferentes puntos de vista sobre una situación. Esto para que las personas, luego de tener la información, analicen, lleguen a sus propias conclusiones y adjudiquen. No debe favorecer ninguna de las partes.

Claro, eso es en el mundo ideal porque sabemos que hay algunos que no corroboran los datos, que sólo dan un punto de vista, que tienen sus agendas personales o de terceros, que son sensacionalistas y que buscan favorecer personas o instituciones con sus historias. Esos son los menos; pero de que los hay, los hay.

Por otro lado, tenemos a los comentaristas. La gran mayoría no tienen formación académica en periodismo o comunicación pero se supone que dominen el tema del que hablan. Dan su opinión sobre temas que están en la palestra. En muchas ocasiones, su opinión no está fundamentada en una investigación, sino que podría ser el resultado de su experiencia o porque ‘entiende’ que debe ser así.

Los comentaristas dan su parecer, algunos respondiendo a unas agendas muy definidas, para impactar la opinión pública ya sea positiva o negativamente. Podrían responder a los intereses de terceros buscando crear una opinión favorable o desfavorable de algo, de alguien o de alguna institución u organización.