"Para que exista una democracia, es necesario que el pueblo no sea un agregado casual de hombres; sino una asociación voluntaria, consciente, inteligente, adherida a la fuerza de cohesión de los grandes intereses de toda sociedad educada en el trabajo, moralizada por la instrucción, civilizada por las costumbres públicas y privadas que crean el sucesivo progreso de la razón en la especie humana, y la experiencia de la vida universal en la historia". Eugenio María de Hostos.
'La escuela del maestro Rafael', de Francisco Oller.
Desde que leí las notas periodísticas y los comentarios en las redes sociales sobre la situación de la Universidad de Puerto Rico, y todo lo que se ha desencadenado, he estado rumiando el papel de la educación en el desarrollo social puertorriqueño.
Así que aquí estoy trepada, para tratar de reflexionar sobre eso. Como comunicadora, como profesora y, más que todo como puertorriqueña, me siento en la obligación de hacerlo. Hay demasiadas cosas en juego. Se nos podría ir la vida en ello.
Alguno podría decir que no debo opinar porque no soy egresada del sistema público. Cierto. Pero eso no quita. Además, y para ponerlo en perspectiva, estudié en el sistema privado por elección; porque mi deseo siempre fue estudiar comunicación en la Universidad del Sagrado Corazón.
Mi papá quería que, como él, fuera a la universidad del estado. Confieso que hice trampa. Como mi puntuación más baja en el examen del ‘College Board’ fue en matemáticas, y como la estadística y todo lo relacionado a los números como que no es uno de mis fuertes, solicité al Colegio de Mayagüez para estudiar finanzas.
Con lo competitivo que es el RUM, que tengo que decir que siempre me ha encantado, estaba segura que no me aceptarían. Cuál fue mi sorpresa cuando me aceptaron. Como me falló el cálculo, sin encomendarme a nadie escondí la carta, me quedé calladita y dejé pasar la fecha límite para separar mi asiento.
Se imaginarán la que se armó cuando mi papá se enteró. Cuento largo, corto; al final terminé donde quería, en Sagrado. Pero bueno, luego de esta pequeña explicación del porqué estoy de metiche, vuelvo a lo medular; a la educación y la UPR.
La educación es lo más maravilloso que existe. No hay cosa más espectacular que saber, que comprender el porqué de las cosas, que conocer las razones que llevaron a uno u a otro a ser o hacer. Es entender el entorno.
El conocimiento le da a uno libertad. Le da ese poder de mirar las cosas desde la perspectiva crítica sabiendo que hay diversidad de variables que pueden afectar la ecuación y el resultado final. Es reconocer.
Es mirar las cosas desde diferentes ángulos con todas sus posibilidades. Es aprender a pensar por uno mismo y no permitir que otro le diga cómo hacerlo. Es llegar a sus propias conclusiones.
Es conocer cómo personas, a través de su gran pensamiento, han cambiado sociedades. Orgullosos debemos sentirnos de uno de los nuestros, que es de los grandes educadores de la historia; don Eugenio María de Hostos. Su pensamiento y su filosofía educativa están más vigentes que nunca.
Si buscamos en la historia, el papel de la universidad siempre ha sido puntual en el desarrollo social, político, económico, científico, etc., de los países. Grandes descubrimientos, corrientes innovadoras, de avance y de vanguardia han surgido de ellas. Muchísimos grandes cambios, incluida la independencia de muchos países, se han gestado allí.
Y es que la universidad es ese espacio para el libre pensamiento, para la discusión de ideas, para racionalizar los conceptos, para aterrizar las cosas. Es el lugar donde se miran las cosas de frente, sin adornos, viendo realidades con sus problemas y oportunidades.
Es el espacio para investigar, para pensar, para discernir, para analizar, para evaluar, para desarrollar, para crear, para afirmar. Es el espacio para teorizar. Es el lugar para enseñar a los estudiantes a que lleguen a sus propias conclusiones no por emoción, sino por convicción.
Allí es que de una manera analítica, pensada, ponderada, cada país mira su realidad y busca soluciones basadas en el bien común. Es el lugar de resistencia a las cosas que no son buenas para la sociedad.
La Universidad de Puerto Rico es una gran institución. Es la universidad del estado, es la universidad de todos. Mucha historia tiene, muchas aportaciones también. Es un lugar con mucha fuerza, con mucho legado. Es un lugar de encuentro.
Y es por eso que siempre he pensado que debe ser ajena a los intereses político partidistas. La politiquería, que es como un cáncer en nuestra sociedad, debe estar fuera del sistema educativo universitario.
Puerto Rico está pasando por un momento difícil como resultado de más de 20 años de mala administración, y aquí están todos incluidos; unos con más responsabilidad que otros. La recomendación es cortar, quitar, eliminar. Se reconoce que hay que hacer ajustes porque son necesarios, pero no debe penalizarse la educación.
No sé cuántos, si alguno, de los que decidirán el futuro de la UPR, han estudiado en ella. La vivencia o no vivencia hace que las cosas tomen otra perspectiva. Cuando se experimenta algo, se entiende mejor. Pero como no conozco el detalle y no he vivido el sistema, no puedo decir qué y cómo debe hacerse.
Lo que sí es que creo importante que al sistema, aunque se le hagan algunos ajustes deben ser mínimos para no trastocar su esencia. La educación no se maneja como un producto ni como una empresa. Debe ser una de las áreas que más se proteja; de las que más se respete.
Para muchos gobiernos, a mayor conocimiento y libertad de pensamiento, más peligroso para ellos. ¿Por qué? Porque se les puede exigir, pedir cuentas y se le fiscaliza. Porque no se está enajenado y se vive el concepto democrático, que va más allá de votar en unas elecciones.
Gran cantidad de políticos piensan que al ser electos, el pueblo les da un cheque en blanco para hacer y deshacer. Pues no; eso no es. Es para que trabajen por el mejor interés del pueblo y del país, no de unos pocos o terceros.
Es harto sabido que a menor educación tienen las personas, más fácil es manipularlas. Así pueden hacer lo que quieran sin ningún tipo de problema porque la gente ni se entera, o si lo hace no pasa nada. Muchísimos ejemplos hemos visto alrededor del mundo y en la historia.
Contundentes y fuertes las palabras de Hostos: "La ignorancia es el peor enemigo de la civilización, y la ignorancia suele ser, en sus efectos y frecuentemente en sus impulsos, tan malvada como la misma maldad".
La educación es un derecho. La universidad del estado es la llamada a abrir ese espacio primero. Es momento de mirar la universidad como lo que es y reconocer su importancia en el desarrollo social puertorriqueño. Hay que darle un voto de confianza.
Si hay que repensar la universidad, pues habrá que hacerlo. Pero debe hacerse desde el punto de vista de la academia, desde el ángulo social, desde el lado humano y no sólo mirando lo económico. No debe hacerse basándose en números o estadísticas. No debe ser a rajatabla. Si se va a hacer un cambio, hay que ponerle corazón.
No debe limitarse, ni encajonarse, ni encadenarse, ni privatizarse. No debe dejarse en manos de quién no entiende el ambiente universitario, la importancia de la educación y lo que representa para el país. Limitar la educación es limitar el desarrrollo social.
Y con estas palabras de Hostos voy cerrando: "Sin escuela no hay orden social, como no lo hay sin libertad, como no lo hay sin moralidad pública, como no lo hay sin trabajo organizado, como no lo hay sin administración pública".
Yo apuesto a la educación de mi pueblo. Yo apuesto a la Universidad de Puerto Rico. Yo apuesto a mi patria. Yo apuesto a mi país.
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