Por si las moscas...

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jueves, 2 de marzo de 2017

La Princesa


Esta entrada la comencé a redactar el fin de semana. Pero por una u otra cosa, no la había terminado. Sin darme cuenta, de ser la última trepadita de febrero, pasó a ser la primera de marzo.

Es que estuve revisando y botando papeles. Muchos de ellos, por diferentes razones, han sobrevivido varías intentonas y amagues de ‘botadera’. En esta ocasión tuve menos compasión que en otras y boté inmisericordemente. Pero uno que otro logró salvarse otra vez, como es el caso que ‘La Princesa’.

Tropezarme otra vez con ‘La Princesa’ hizo que volviera a recordar una de las mejores etapas de mi vida universitaria; el vivir en la Residencia de Sagrado. No había tiempo para aburrirse. Fue una experiencia única y maravillosa. Quién vivió lo que yo, sabe de lo que hablo.

‘La Princesa’ era el periodiquito nuestro. No creo que deba de explicar el por qué del título. Por eso su nombre.. Jejeje La verdad es que después de casi 30 años, no me acuerdo si era mensual o semestral. Es que ha llovido un poquito y no me acuerdo.

Pues confieso que he tratado de descifrar la portada de la edición de diciembre de 1987, pero al final no tengo idea. Esta contaba con 16 páginas. La editora fue Jackie; presumo que Jackeline Báez porque sólo firma Jackie.

Tengo que decir que me divertí un mundo al volverla a leer. El diseño era rústico. ¡Claro!, todavía dominaban las maquinillas; así que era ‘cut’ and ‘paste’. Aún así era una publicación maravillosa porque el contenido era variado y liviano.

Me reí muchísimo con la sección ¿Sabía usted qué…?, que estaba a cargo de Laura López y Maribel Pérez. Tengo que decir que lo cierto era que pasaba cada cosa… y unas bastantes graciosas.

Una cosa que recordé, porque estaban listadas, fue la gran cantidad de actividades que realizaba el concilio de residentes, capitaneado magistralmente por Enid Echevarría. Que contaba con un equipo espectacular.


Ese semestre de agosto a diciembre se celebraron varias reuniones de residentes, un almuerzo pro baile de Navidad, la Cena de Acción de Gracias, dos “talent show” -el de las nuevas y el de las menos nuevas-, un “cowboy party”, el party de Halloween, con la casa embrujada y un bingo; entre un montón de cosas más.

Me acordé del baile de los enanitos. Tengo que confesar que fue uno de los mejores números del talent show de las menos nuevas. Fue súper gracioso. Les quedó genial. Todavía me acuerdo y me río.

Esa edición también contó con una sección de salud y belleza, a cargo de Vivian Buitrago. En ella incluía recomendaciones para el cuidado del cabello, las manos y los ojos. Además de algunos menús saludables. No podía faltar la sección de poesía. Hubo poemas de Ilia Rivera y una colaboración de Jackeline Báez Martínez.

También se incluyó una sección educativa: “De lo que se quedó en el tintero”. Esta fue dedicada a Alexander Graham Bell. Presumo que por el trauma de sólo tener un teléfono por piso para sobre 250 mujeres. Jeje La verdad es que no era fácil.

Otra colaboración fue “Y pensar que lo vi”, de Doritza Negrón. Se contaba también con una sección de crítica de cine. Al final, no estaba identificada y no recuerdo quién la hizo. 

Y claro, no podía faltar la sección de avisos. Se incluyeron actividades par el semestre siguiente, como también así mensajes de algunas residentes. 

Como el humor no podía faltar, cualquier espacio disponible se aprovechaba para incluir chistes, caricaturas, viñetas, frases, pensamientos, etc. Nada, nada; que no tenía desperdicio.

El volverlo a leer me hizo recordar muchísimas cosas. Fue como si una película pasara frente a mí. Fue recordar las ‘chácharas’ después de las 11:00 pm, el estudiar en la salita para los finales o hacer trabajos; siempre con la cafetera a todo vapor para darnos par de trancazos de café y mantenernos despiertas.

También de las “correderas” cuando se hacían las inspecciones. Más de una estufita, que estaban prohibidas, subió y bajó las escaleras a toda velocidad. El arreglo del delfín de las justas, los ensayos, el ir a cuanta actividad institucional y juego había. Y el correr como dementes para no llegar tarde porque ya nos estaban esperando con las tarjetas viradas. 

Había mucha solidaridad y apoyo. Por esto la Resi se convirtió en El Centro de operaciones de mi campaña para presidir el Consejo de Estudiantes. “Territorio de Marisa”; así lo dejaron claro con una sábana colgada de un balcón. El otro candidato nunca pudo entrar a hacer campaña. Jejeje

Sin mis queridas secuaces de la Resi, mis amigas y mi directora de campaña, Aida Benítez, el triunfo no se hubiese logrado. La verdad es que el apoyo de las residentes fue clave. Eso lo agradeceré siempre. 

Todo esto y más me hizo recordarlo “La Princesa”. Muchísimas cosas han quedado en el tintero. Y mirando atrás, han pasado casi 30 años y los recuerdos que sigo guardando de la Residencia son buenísimos. Saludos a todas las que compartimos ese maravilloso espacio universitario.

Presumo que no tengo que decir que “La Princesa” se volvió a salvar y guardada está. Bueno, hasta otra intentona y lo cierto es que no sé si en esa ocasión sobrevivirá. Pero por ahora, atesorada está. Y es que gracias a ella, pude volver a recordar mi maravillosa experiencia en la residencia de la universidad. :)


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