Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

viernes, 14 de febrero de 2014

La “cursilería” de San Valentín


Hay veces que no tengo pensado treparme en la sillita, pero los acontecimientos me llevan a hacerlo. Hoy, día del “amor y la amistad”, aunque no estaba en agenda, he acabado “trepá”. Desde que me levanté, he estado leyendo en los medios sociales estatus con felicitaciones por la celebración de este día, pero con la cursilería añadida.

Y gracioso me ha estado lo de la cursilería, y lo digo no porque los mensajes sean cursis, sino porque en el mensaje de felicitación aparece acompañado del “aunque sea cursi”, “aunque digan que soy cursi”, “aunque parezca cursi”, “aunque parezca que soy cursi”; etc. Pero, ¿quién dice que es cursi? ¿Por qué mencionarlo? ¿Por qué hacer la salvedad? ¿Alguien tiene que pasar juicio sobre lo que se siente y lo que se comparte? ¡Que sean todo lo cursi que quieran! Al final, la cursilería, como casi todo, es algo relativo.

La cursilería, según la fuente del saber que no suelto ni en las cuestas, la RAE, no es otra cosa que “Cualidad de cursi”, “Acto o cosa cursi”, “Conjunto o reunión de cursis”. Pues algunas acepciones de cursi leen, “Dicho de una persona: Que presume de fina y elegante sin serlo”, “Dicho de una cosa: Que, con apariencia de elegancia o riqueza, es ridícula y de mal gusto”.

Pues déjenme decirle, mis queridos amigos, que ninguna de las cosas que leí entran en las definiciones dadas. Las cosas se sienten y punto. Si se sienten, se comparten. Nadie tiene que pasar juicio sobre eso; mucho menos por lo que se escribe. Al que le nace felicitar a otro, o escribir lo que sienta; pues que lo haga, está en su derecho. Necesitamos demostrarnos los afectos; mucho más en estos tiempos. A veces pienso que debemos hacerlo más. Sobre todo porque la vida es corta y nos podemos quedar sin demostrárselo a los demás.

jueves, 6 de febrero de 2014

¡El chatarrazo!

Imagen del periódico Primera Hora (josehudo@gfrmedia.com). Todos los derechos son suyos.
La utilicé porque me pareció genial.

¡Nos degradaron! Una de las tres “omnipotentes” y “omnipresentes”, la Standard & Poor’s, nos dio “el chatarrazo”. Duelo nacional. Banderas a media asta por el resto de febrero. Sin día de los enamorados. ¿Para qué celebrarlo si nos han dejado con el corazón partío? ¡A vestirnos de negro y a vivir el duelo! Estamos acabados. Después de esto, sólo nos queda el suicidio colectivo… SNIF!, SNIF!

¿En serio? Esto ha resultado peor que los culebrones de 120 episodios que importamos y que nos gustan tanto. Desde que se comenzó con el rumor del anuncio de la degradación, he visto de todo, he leído de todo y he escuchado de todo. La verdad es que no dejo de maravillarme de la capacidad que tenemos para decir cualquier cantidad de cosas. Es hasta gracioso. 

Ahora todos somos expertos en economía y finanzas; sólo hay que escuchar la radio. ¡Venga! Los comentaristas sólo comparten sus opiniones; lo que dicen no es la palabra de Dios. Entendamos eso, opiniones y verdad no son la misma cosa. Realmente ha resultado genial escucharlos. ¿Cómo llegamos a la degradación si ellos tenían todas las respuestas para resolver este pandemonio? Con tantos expertos era para estar en lo más alto de la clasificación. 

martes, 4 de febrero de 2014

Un buen trancazo…

Foto tomada de internet: Caficultura, Viejo San Juan

El trancazo es un “trago de bebida alcohólica”. Otra de sus acepciones es “golpe que se da con una tranca”. Y la tranca es un “palo grueso y fuerte”. La tranca se utilizaba para asegurar las puertas y ventanas. Pero también es “borrachera, embriaguez”. Así que si mezclamos la tranca con el trancazo podemos decir que es un soberano golpetazo de una bebida que nos damos. Así las cosas, lo mejor de la vida es un buen trancazo de café. 

El café es el café, y lo demás “es parking”. Ese elixir africano, adoptado por los árabes y traído a estas tierras por los españoles, es lo que nos mantiene con vida. No hay nada mejor que oler y tomarse un café recién colado y con azúcar negra; eso es la gloria. A mí me han dicho como cuchumil veces que el café hace daño y que hay estudios que lo confirman. Bueno, pues también hay estudios que indican todo lo contrario. 

En varias ocasiones me han dicho: “cero café”, o “café descafeinado” pero yo, nonines. ¿Dejar el café? ¡Ni loca! En mi vida, el café no es negociable. Y es que yo soy cafetera, de las malas, de las “hard core”, de las de cafetería de pueblo, de panadería, de chinchorro, de las que a cualquier hora puede tomarlo; inclusive puedo colar a media noche y luego acostarme a dormir tranquilita y feliz. ¡Bendito sea el café!