Imagen del periódico Primera Hora (josehudo@gfrmedia.com). Todos los derechos son suyos.
La utilicé porque me pareció genial. |
¡Nos degradaron! Una de las tres “omnipotentes” y “omnipresentes”, la Standard & Poor’s, nos dio “el chatarrazo”. Duelo nacional. Banderas a media asta por el resto de febrero. Sin día de los enamorados. ¿Para qué celebrarlo si nos han dejado con el corazón partío? ¡A vestirnos de negro y a vivir el duelo! Estamos acabados. Después de esto, sólo nos queda el suicidio colectivo… SNIF!, SNIF!
¿En serio? Esto ha resultado peor que los culebrones de 120 episodios que importamos y que nos gustan tanto. Desde que se comenzó con el rumor del anuncio de la degradación, he visto de todo, he leído de todo y he escuchado de todo. La verdad es que no dejo de maravillarme de la capacidad que tenemos para decir cualquier cantidad de cosas. Es hasta gracioso.
Ahora todos somos expertos en economía y finanzas; sólo hay que escuchar la radio. ¡Venga! Los comentaristas sólo comparten sus opiniones; lo que dicen no es la palabra de Dios. Entendamos eso, opiniones y verdad no son la misma cosa. Realmente ha resultado genial escucharlos. ¿Cómo llegamos a la degradación si ellos tenían todas las respuestas para resolver este pandemonio? Con tantos expertos era para estar en lo más alto de la clasificación.
Es importante señalar que las casas acreditadoras no son infalibles; que no son perfectas. ¡Ojo!, lo menciono porque a veces perdemos perspectiva de las cosas. Las hemos mitificado y endiosado. Lo que dicen es ley, no lo cuestionamos y lo aceptamos sin levantar la cabeza. Dios en el cielo y Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch, en la tierra; al punto que controlan más del 90% del mercado de calificaciones de empresas y países. Eso es demasiado poder y siempre me lo he cuestionado. Nos olvidamos que esas instituciones están compuestas por personas, con sus intereses; que cometen errores y se equivocan.
Y lo menciono no para quitarle valor, sino por que padecemos de memoria corta y se nos olvidan algunas cosas. Standard & Poor’s fue una de las agencias acusadas de ser responsables de la crisis del 2008. Tanto en Europa como en Estados Unidos se les acusó de otorgar calificaciones de alta solvencia a créditos que resultaron ser incobrables. Se les ha acusado también, de otorgar clasificaciones preferenciales para beneficiar a algunos.
En Italia se abrió un proceso judicial para investigarlas. ¿Prosperará? Quién sabe. Lo que no se puede negar es que la confianza y la credibilidad en ellas se está minando. Hay otras cosas "interesantes" de estas tres compañías estadounidenses pero que cada quién busque, analice, sume, reste, multiplique, divida o saque la raíz cuadrada; lo que quiera, y llegue a sus propias conclusiones.
Volviendo a Puerto Rico, todos se han estado pasando la papa caliente. Ahora nadie tuvo que ver; esto se “armó” solito. Las culpas han volado a diestra y siniestra, cual patada de ninja. Ya estoy casi convencida que el principal responsable de este "desbarajuste" fue nada más y nada menos que Agueybaná. Y nosotros responsabilizando a otros; ¡como somos!
Esto es mancondino, kakfiano y dantesco; no hay otra manera de llamarlo. Se veía venir desde hace tiempo. Los economistas lo repetían como un mantra. Pero no, era más importante asegurar las elecciones que hacer las cosas bien. Las medidas necesarias, las antipáticas como las llaman, no amarran votos; así que nos presentaban a Bambi corriendo por el bosque detrás de una mariposa. Y ahí estábamos nosotros, mirando embelesados a Bambi y haciéndole la segunda a los políticos.
¡Por eso es que ahora estamos pillao’s!. Al final, sólo comprobamos que el refrán “la última la paga el diablo”, no es cierto. Quienes acabaremos pagándolo, -ya lo estamos haciendo- somos nosotros, el pueblo, los electores. ¡Pero bueno que nos pase!, por no hacer bien nuestro trabajo al escoger a los gobernantes.
Si utilizáramos la razón, en vez de la emoción, el cuento fuera otro. Tenemos tanto desconocimiento en el sentido político que mezclamos las cosas. Aquí votamos en las elecciones generales como si fueran plebiscitos de estatus. ¡Mire, mi hermano!, que esto de lo que se trata es de quién va a administrar los recursos del país, no es de otra cosa. Pero claro, los partidos rápido amarran el estatus para encandilar las pasiones y mover gente y ahí vamos nosotros como corderitos y caemos en el juego. Aprendamos a votar por personas, no por partidos.
Y aunque me caigan chinches, tengo que decirlo; los mejores candidatos a gobernador siempre han sido los del partido independentista. ¡Madre, de Dios!, esos JAMÁS pueden ganar. ¿Qué quieres, que esto sea una república comunista, de esas que hay por ahí? Eso me han dicho… :O ¡Que mello! A veces, no puedo. ¿Será que si gana un candidato de ese partido vendrá la independencia? ¡Por el amor de Dios! ¿Cuántas gobernadores anexionistas -el término estadista está mal utilizado-; hemos tenido y somos estado? ¿No, verdad? ¿Nos hemos detenido a pensar en esto? Es una pena que todavía sigamos alimentando ideas del siglo pasado…
Así lo creo y lo he dicho hasta la saciedad, Puerto Rico tuvo la oportunidad en bandeja de plata de tener un gobernador capacitado para resolver -o por lo menos encaminar- este problema. Hombre brillante, profesor universitario y, nada más y nada menos que economista: Edwin Irizarry Mora; quien quedó descartado desde el saque porque era el candidato del partido independentista. No se evaluó su conocimiento, ni su trayectoria, ni nada; sólo que es independentista y por eso NO puede ser gobernador. ¿Maduraremos algún día? Sólo espero que después de este trancazo que nos han dado, empecemos a romper la cajita y evaluemos las cosas por su méritos, no por los colores.
Vamos a dejar la politiquería, la jaibería, el individualismo, el pesimismo, el juzgar, las acusaciones, el recostarnos unos de otros y el entorpecer o criticar negativamente. Demasiado hemos tenido de eso y no nos ha llevado a ningún lado. Hay que poner a funcionar las cabezas y desarrollar un plan de país donde el gobierno, las instituciones, los entendidos y nosotros, cada uno desde su trinchera, haga lo que tiene que hacer. Tenemos que ponernos a actuar ya; porque al final, si seguimos en las mismas, a "chatarrazos" vamos a terminar...
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