Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

domingo, 26 de enero de 2014

Fin de semana de reencuentro...


“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, El ingenioso hidalgo, Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra


Sip; así mismo fue. Este fin de semana, para ser más precisa ayer sábado, fue uno de reencuentro; de volver a "encontrar" eso que creía perdido. Como muy bien lo define nuestra amiga la RAE, reencontrar es "Dicho de una persona: Recobrar cualidades, facultades, hábitos, etc., que había perdido". Pues por ahí fue la cosa.

Ayer me volví a "conectar" con lo que espero se vuelva a convertir en un hábito. Fue tan buena la experiencia que tenía que compartirla porque si no lo hacía, reventaba. Sé que muchos piensan como yo; por eso estoy aquí, compartiendo esta pequeña reflexión. 

Hice algo que hacía mucho tiempo no hacía; visitar una librería. ¡Fue como “descubrir América”! Ahora entiendo cómo se sintió Colón cuando vio tierra.  Y si lo miramos bien, pues más o menos es lo mismo. Es que una librería es como un nuevo mundo. Está ahí, sólo hay que descubrirlo y conquistarlo. ¿Todo este “escándalo” por visitar una librería? Dirán algunos. "Sip", diré yo. Y "nope", no me falta un tornillo ni cosa que se parezca. Es que el valor de los libros es inigualable. 


Confieso que, por varias razones, hacía mucho no pisaba una librería. El tiempo, las responsabilidades, el trabajo y la tecnología; entre otras cosas, hizo que fuera alejándome. Pero más que todo,  fue por pura vagancia y comodidad. Porque es más fácil comprar libros por Internet sin salir de la casa y con la “mumu” puesta. Lo que no me había dado cuenta es que esto no se compara en nada a la gran experiencia que se vive en una librería. 

La visita a la librería fue "de carambola" y la verdad fue lo mejor que me pudo haber pasado. “Regresé” porque mi sobrina universitaria necesitaba un libro sobre la historia de Puerto Rico para una de sus clases. ¿Cómo no iba yo a ir con ella a buscarlo? ;) Así que, luego de verificar que estaba disponible vía Internet, nos encaminamos a Río Piedras para conseguirlo. 

Hacía mucho, pero que mucho tiempo que no pisaba La Tertulia. Cualquiera que no sepa de ella, podría pasar por el frente y no darse cuenta de lo que ahí se esconde. Si mal no estoy, la fachada está pintada de gris y de afuera no se puede apreciar lo que ahí se atesora. Una vez se abre la puerta, el cuento es otro. 

Casi había olvidado la agradable sensación de estar ahí. Ver tantos libros juntos fue hasta emocionante. Fue maravilloso, especial y gratificante. Es más, fue una experiencia religiosa, como diría quién lo canta. ¡Claro, claro; pensarán que estoy medio loca! A lo mejor es cierto; pero es que sólo me va a entender el que las frecuenta o las frecuentaba como yo,  antes de que la Internet apareciera. 

Con sólo echar un vistazo me di cuenta de lo que me estaba perdiendo: El maravilloso universo de los libros. El ambiente de la librería es de lo mejor. Es acogedora y llamativa y cuenta con una gran variedad de libros de diferentes temas; sino que también el cafecito está disponible. ¿Habrá mejor combinación que un libro y un café? 

Y es que un libro es la constancia de un pensamiento, de una idea, de un sentimiento. Tantas cosas por contar, tantas por decir, muchísimas más por compartir. Es en sus páginas que el autor impregna lo que hay en su mente y en su corazón. Allí pensaba yo, que gracias a los libros los pensamientos y las ideas perduran y nosotros tenemos la posibilidad de conocerlas y de aprender de ellas. 

Como no contábamos con mucho tiempo, mientras buscaban su libro me puse a dar una vuelta por la librería. Me tropecé con muchísimos libros interesantes. Uno de los títulos me hizo sonreír: "Leer para escribir". Pensé que nada más cierto que esto. Eso mismo nos lo decía nuestro profesor de redacción, el doctor Luis López Nieves. Había que leer; y mucho. Aunque yo siempre tuve el hábito, pues como que me lo tomé más en serio. Jeje 

Segura estoy que la lectura es esa llave que abre muchas puertas. Leer nos da la posibilidad de expandir el conocimiento; de desarrollar la creatividad, de conocer, de trabajar con la estructura mental, de ampliar el vocabulario y de cambiar la visión de las cosas; entre muchísimas otras más. ¡Por eso es que ahora se escribe tan mal, porque no leemos! Eso es lo que siempre les estoy “machacando” a los estudiantes. 

El amor a la lectura y al idioma lo aprendí de mi papá. Siempre lo fomentó en nosotros. Entre los muchísimos sabios consejos que siempre nos dio; nos decía que el conocimiento era lo único que nadie nunca nos podría quitar. Que teníamos que leer, que buscar, que conocer, que aprender. Porque como lee esta frase anónima: “Ármate de libros y vencerás. Son las mejores armas para la lucha de la vida”.

Entre muchísimas obras y autores, me encontré frente a frente con “El sentido común” de Thomas Paine. Fue hasta gracioso, irónico y genial. Sólo pude sonreír. ¡El valor de las ideas! ¡La vigencia y la importancia de las letras! Me parece que todos los puertorriqueños deberíamos leerlo; por aquello de aclarar algunas dudas… Me sentía con en Disney. jeje

La verdad es que me alegré por haber ido. Recordé una de mis visitas a La Tertulia hace varios años, cuando estaba recién remodelada. Fue una de esas experiencias que siempre se atesoran. Mi querido amigo Luis García fue el responsable. Recuerdo que fue mi primer viaje en tren; así que salimos de la estación de Sagrado Corazón y nos dimos la trilla completa. De regreso nos quedamos en Río Piedras y fuimos a almorzar a la Plaza del Mercado. De ahí, a la librería. Estuvimos varias horas viendo libros, leyendo algunas líneas, tomando café; en fin, nos lo disfrutamos. Resultado, una excelente tarde y unos cuántos libros para cada uno.

En esta ocasión estuvimos poco tiempo. Pero lo cierto fue que me lo disfruté. Cuando salí me sentí tan y tan bien; que le dije a mi sobrina que volveríamos, pero que esa ocasión será con muchísimo más tiempo para explorarla con detenimiento, para sentarnos a tomar un café y con bastante dinero para hacer una “buena compra”. Es que un libro es la llave que lo abre todo.  

De momento añoré los tiempos en lo que leía mucho. No es que ahora no lea, pero lo he dejado un poco de lado. Todavía tengo gran cantidad de libros -de todo- empezados, a mitad y algunos hasta sin leer. Me hice la promesa de que lo retomaría porque como muy bien dijera Rubén Darío: "El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor".

Con esa visita decidí que retomaría la lectura más allá de los libros de relaciones públicas, opinión pública o de protocolo (jeje); porque de esos ya he leído muchísimos, aunque todavía hay espacio para más. Con eso en mente desempolvé el libro "La cultura. Todo lo que hay que saber", de Dietrich Schwantiz, que es uno que le recomiendo mucho a mis estudiantes. Así que de ahora en adelante, ¡a leer!, porque como muy bien lee este proverbio hindú: "Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora".


2 comentarios:

  1. Te entiendo perfectamente. Por eso extraño tanto a Borders. Une de mis håabitos más reconfortantes es visitar una librería y no importa a donde vaya, la visita a una librería es costumbre obligada. En Londres, España, la Florida y Nueva York me disfruto las visitas a sus muchas librerías, casi o más que visitar monumentos. En Madrid no fallo de ir a la librería de la facultad de Comunicaciones en la Complutense, y lo mejor es que me envían los libros por correo una vez los escojo y pago. Lo mismo en Nueva York y Londres. En Washington, DC hay una librería maravillosa, cerca del Dupont Circle, que es una combinación de librería y cafetería, donde puedes sentarte a hojear los libros, tomándote un cafá con uno de sus famosos postres. Me matan las pequeñas librerías de misterio que abundan en Boston, donde todos los libros son thrillers. En fin, las librerías son como viajar a través del tiempo y el mundo, y te ofrecen una satisfacción inmensa. Una pena que la falta de costumbre de la lectura evita la permanencia de buenas librerías en Puerto Rico. Gracias por expresar tan especialmente lo que se siente cuando las visitas. Un abrazo.

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    1. Gigi, gracias por el comentario. De acuerdo contigo; las librerías son fascinantes. Me hiciste recordar algunas librerías que he visitado en algún viaje. Siempre trato de comprar alguno porque no hay mejor cosa que la lectura. Los libros son maravillosos; son como los sombreros de los magos... :) Un abrazo para ti.

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