Todo lo que pasa en este país, según muchos, es por culpa del estatus. Pues lamento no concurrir con ese pensamiento porque nuestro principal problema, nada tiene que ver con eso. Es que como aquí la culpa es huérfana, todo lo que pasa se lo achacamos al estatus. Hemos encontrado en él el zafacón perfecto para depositarlo todo. Nos lavamos las manos y no encaramos las cosas.
Y eso, en gran medida es debido a la excelente manipulación de las tribus de colores; que gracias a eso es que pueden controlarlo todo porque más que educar o informar, meten miedo. Con eso es que tienen a sus militantes dormidos; con eso los dominan. Pero esto no es exclusivo de un partido político; aquí todos tienen lo suyo. En la medida de su conveniencia, demonizan o santifican una posibilidad u otra; siempre tratando de sacar la mayor ventaja posible.
Y no estoy tratando de restarle al tema o descartarlo. ¡Dios me libre!. Sé que esto es algo que tenemos que resolver. Lo que pasa es que les estamos dando un aire casi místico que creemos que es algo parecido al nirvana. Creemos que una vez esto se decida, todo va a cambiar por arte de magia. Que los pajaritos cantarán, Bambi correrá por el bosque y todo será como en las películas de Disney; pura felicidad, viviendo todos muy felices. Nada más lejos de la verdad.