Por si las moscas...

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domingo, 2 de abril de 2017

Hijos del cañaveral

Carátula del disco. Tomada de Internet para acompañar esta entrada.

“Desde que nacimos, nuestra mancha de plátano salió del mismo racimo. Somos hermanos del mismo horizonte. Todos nos criamos en la falda del monte”. Así comienza la maravillosa canción ‘Hijos del cañaveral’, del álbum ‘Residente’ (René Pérez), que vio la luz el último día de marzo.

¿No es esto poesía? ¿No enamora esta letra? ¿No se le alborota a uno lo puertorriqueño? Confieso que me enamoré desde la primera nota. Y es que no hay nada como el sonido del cuatro puertorriqueño.

Lo vi en el muro de una amiga en una red social y tan pronto escuché la canción quedé enamorada. Para pelos. Es que con una letra maravillosa y una música espectacular, ‘Hijos del cañaveral’ es una joya. No tiene desperdicio. Es exquisita.

Residente no decepciona, por lo menos a mí. Algunos lo tildarán de muchas cosas para buscar quitarle méritos porque sus letras ponen el dedo en la llaga y eso, a muchos no les gusta. Es un crítico social.

Como él muy bien indica, “Creemos que los artistas son reflejo de todo lo que los rodea. Por tal razón es imposible ser artista sin expresarse en torno a las circunstancias sociales que lo rodean” (residente.com).

Habrá quien no lo siga, ni sea su fanático, o que no le guste; todos están en su derecho. Pero nadie puede negarle la genialidad. Eso es indiscutible. Letras como esta, así lo confirman.


Escribe para ponernos a pensar, para hacernos reflexionar. Para que miremos de frente cosas que por miedo a reconocerlas, por distracciones o por nuestra enajenación no vemos. Para que nos cuestionemos. Para que empecemos a confiar en nosotros y tomarnos en serio.

Y es tan magistral su pluma, que a fuerza de poesía nos sacude con temas medulares y esenciales para nosotros. Nuestra hermosa naturaleza caribeña, nuestra esencia puertorriqueña y nuestro desarrollo histórico y político, entre otros.

“Crecimos, pero pa' que otro se aproveche. Somos un pueblo con dientes de leche. Los hijos del trabajo sin merienda. La limonada para el capataz de la hacienda”. También, “Somos los dueños de un país sin dueño”. Wow! De acuerdo. ¡Qué mucho nos falta!.

“Lo nuestro no hay nadie que nos los quite. Por más nieve que tiren, aquí la nieve se derrite. Aunque siembren las raíces como les dé la gana, los palos de guanábana no dan manzanas”. “Pero aunque la historia nos azota, somos como una botella de vidrio que flota”. Esa es nuestra esencia.

“No hay identidad dicen algunos, pero aquí todos llevamos en la espalda el número 21”. Tremendo homenaje a Roberto Clemente. Así de orgullosos estamos de los nuestros, de ser puertorriqueños.

“Nuestro aguante ha sido digno. Somos los versos que no cantan en nuestro himno. Hay que soltar los barcos del muelle, esta carreta ya se mueve sin bueyes. Al colono lo bajaremos del trono, pa’ que nuestra bandera cante en un solo tono”. ¡Simplemente magistral!

“Nuestra raza por naturaleza es brava, salimos de la tapa de un volcán con lava”. Así somos. Pero no importan las adversidades siempre estamos en pie de lucha. Siempre nos mantenemos a flote.

Y me encantó “Que caminamos al compás de la clave”. Me tuve que reír cuando lo escuché porque, ¿Quién no ha hecho esto alguna vez en su vida?

Pero si las estrofas son hermosas, el coro es sublime. “Hijos del cañaveral, nunca se nos cae la pava. Esta raza siempre es brava, aunque sople el temporal. Pa' que sientas el calibre de un caballo sin jinete, mira como corre libre. Se refleja en el machete”.

“Hijos del cañaveral, nunca se nos cae la pava. Esta raza siempre es brava aunque sople el temporal. Pa’ aprender a defendernos, nunca fuimos a la escuela. Aunque el toro tenga cuernos, nuestro gallo tiene espuelas”. Sublime.

Los sonidos son tan nuestros y tan de otros pero también tan latinoamericanos y tan mundiales, que fácilmente puede contar la historia de muchos. Así de iguales somos. Así de unida está la América. Así un solo mundo somos.

Y me sigue reafirmando los que soy, puertorriqueña hasta el tuétano y sin deseos de ser nada más. Después de escuchar ‘Hijos del cañaveral’, ¿a quién no se le reafirma la mancha de plátano?

La verdad es que Residente se bota con una canción exquisita, de sonidos maravillosos y una letra madura, profunda, limpia, hermosa. Y para que la disfruten como yo,  aquí se las dejo.

Desde que nacimos,
nuestra mancha de plátano salió del mismo racimo.
Somos hermanos del mismo horizonte.
Todos nos criamos en la falda del monte.

Crecimos, pero pa' que otro se aproveche.
Somos un pueblo con dientes de leche.
Los hijos del trabajo sin merienda;
la limonada para el capataz de la hacienda.

Todo lo que sobrevive,
somos la caña fermentada del Caribe.
Pero aunque la historia nos azota,
somos como una botella de vidrio que flota.

La central Aguirre la pusimo' a producir,
sin saber leer ni escribir.
Y la depresión la curamos sin jarabe
porque caminamos al compás de la clave.

Nuestra raza por naturaleza es brava.
Salimos de la tapa de un volcán con lava.
No hay identidad dicen algunos,
pero aquí todos llevamos en la espalda el número 21

Aprendimos a caminar hace rato,
con un pie descalzo y el otro con zapato.
Con la medalla del cacique en la casa de empeño,
somos los dueños de un país sin dueño.

Hijos del cañaveral,
nunca se nos cae la pava.
Esta raza siempre es brava,
aunque sople el temporal.

Pa' que sientas el calibre
de un caballo sin jinete.
Mira como corre libre,
se refleja en el machete.

Somos el rocío cuando se desayuna.
Somos la marea cuando baila con la luna.
Nos secamos el sudor con el viento, sin toalla,
y nos perfumamos con la sal de la playa.

Cuando el sol cuelga las nubes en el tendedero,
de agua de coco son los aguaceros.
Y soñamos desde la misma orilla sin perder el camino,
porque aquí los cucubanos brillan.

Viene el huracán y le rezamos a la cruz.
Y jugamos brisca cuando se va la luz.
El calor nos calienta la cerveza
y nos bañamos en el lago hasta que abran la represa.

Aquí los Viernes Santo se come yautía.
Aquí los Reyes Magos vienen de Juana Díaz.
Velamos parao’s a los difuntos
y en las patronales en la caja e' muerto nos mareamos juntos.

Lo nuestro no hay nadie que nos los quite.
Por más nieve que tiren, aquí la nieve se derrite.
Aunque siembren las raíces como les dé la gana,
los palos de guanábana no dan manzanas.

Hijos del cañaveral,
nunca se nos cae la pava.
Esta raza siempre es brava
aunque sople el temporal.

Pa' que sientas el calibre
de un caballo sin jinete.
Mira como corre libre, 
se refleja en el machete.

Hijos del cañaveral,
nunca se nos cae la pava.
Esta raza siempre es brava
aunque sople el temporal.

Pa' aprender a defendernos
nunca fuimos a la escuela.
Aunque el toro tenga cuernos,
nuestro gallo tiene espuelas.

A latigazo limpio desde el descubrimiento.
No pudieron, seguimos con el mismo acento.
Nuestro aguante ha sido digno.
Somos los versos que no cantan en nuestro himno.

Hay que soltar los barcos del muelle.
Esta carreta ya se mueve sin bueyes.
Al colono lo bajaremos del trono
pa' que nuestra bandera cante en un solo tono.

En el cuatro, Luisito Sanz.
En el bongó, Anthony Carrillo.
Háblale a los santos, ¡dale!


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