Por si las moscas...

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viernes, 22 de marzo de 2013

Una cosa es la justicia, y otra muy diferente la venganza


Tengo que treparme en la sillita; no puedo dejar de hacerlo. Sé que el tema de la pena de muerte levanta ronchas. El caso por el que se está ventilando aplicarla fue uno fuerte, difícil y doloroso, pero no podemos hacer lo mismo que hizo esa persona. No es que no se castigue; si cometió delito, que pague. Lo que no creo es que haya que matarlo para hacer justicia; porque más que justicia, sería una venganza. Muchos no estarán de acuerdo conmigo y respeto su punto de vista; pero nada justifica quitarle la vida a una persona sea cual haya sido el delito.

La justicia, según la RAE, tiene que ver con “derecho, razón, equidad”; es “aquello que debe hacerse según derecho o razón”También supone que hacer justicia es “obrar en razón con él o tratarle según su mérito, sin atender a otro motivo, especialmente cuando hay competencia y disputa”. Me parece que nada tiene que ver con venganza, que es la “satisfacción que se toma del agravio o daños recibidos”. ¿Cuál será esa satisfacción que buscan algunos?


Nunca he podido entender cómo quitarle la vida a una persona es hacer "justicia". Pienso que nosotros no somos quiénes para decidir quitarle la vida a una persona por algún delito que haya cometido. Y no estoy entrando en los méritos de las cosas que hizo esa persona porque no me corresponde a mí hacerlo. De lo que hablo es que estamos matando al que mata. Entonces, ¿no nos estamos convirtiendo en lo mismo? ¿Tenemos que ser verdugos para hacer justicia? Contradictorio, ¿no?

Puerto Rico está en un momento crucial y decisivo. Nuestra Constitución prohíbe la pena de muerte pero la Constitución de los Estados Unidos de América la contempla. El ser un territorio colonial, nos vulnera ese estatuto constitucional; algo que realmente se debería respetar. Buscar imponerla en nuestro país, es atentar contra nuestra idiosincrasia, nuestra realidad y nuestra tradición. El respeto debe existir, no la imposición para estrujarnos en la cara nuestra condición de territorio sometido, nuestra condición colonial.

Y es que, aunque aplica en el ámbito federal, hay estados que han declarado inconstitucional la pena de muerte. Casi 20 estados la han abolido. Entonces, ¿por qué en Puerto Rico se busca aplicarla? ¿Qué está detrás de este afán desmedido y casi visceral de que en Puerto Rico se condene a alguien a la pena de muerte? ¿Será querer demostrar que tenemos las mismas filosofías de los del norte? La verdad, no tengo idea. Lo que sí tengo claro es que eso no tiene nada que ver con nuestra idiosincrasia; ni es parte de nuestra “entraña”.

A mí me resulta irónica la posición de los Estados Unidos de América respecto a la pena de muerte. Es el único país de los G-8 (dis que los países de primera línea) que la contempla. Mucha presión hay de los demás países para que se elimine. Según Amnistía Internacional, para el 2011, sólo 21 países de 198 que existen en el mundo llevaron a cabo ejecuciones. Esto supuso una reducción de más de un tercio en el decenio. Interesante es el dato que aunque se ha reducido el número de países; los que aún la practican han aumentado significativamente la cantidad de las ejecuciones.

Lo más interesante que me está, es que EE. UU. castiga con la muerte al que mata; pero la venta y portación de armas es legal. ¡Claro! habrá quién argumente que es un derecho constitucional el protegerse pero, ¿cuántas masacres y asesinatos masivos no se han realizado con armas adquiridas de manera legal?. Además, ese país produce el 30% de las armas que se venden en el mundo. Según estadísticas de Amnistía Internacional, más de 170 países le compran armas. Esas son las estadísticas mundiales. Las contradicciones de la vida…

Significativo resulta que las estadísticas demuestran que la pena de muerte no es disuasivo para los criminales. En los países donde hay pena de muerte no hay reducción de la criminalidad. Mates o no al criminal, eso no hace diferencia en el que va a cometer delito. Así que no creo que la pena de muerte resuelva el problema. 

Lo que sí creo pertinente es que el estado, en vez de matar, busque cumplir con su deber ministerial de rehabilitar a los que cometen delitos. También debe buscar establecer una sociedad más justa; donde se fomente la igualdad y las oportunidades. Aunque esto no garantiza nada, podría ser una manera de crear un ambiente menos fértil para fomentar lo criminal. Y la verdad, el que quiera convertirse en un criminal, lo será como quiera sin importarle nada ni nadie; esa es la realidad.

Mi confianza es que el jurado entienda que matar a alguien no es la solución. Estarían haciendo lo mismo que hizo esa persona. ¿Cómo es posible que yo decida que lo mejor es quitarle la vida a otro? ¿Eso en qué me convierte? ¿En un héroe por mandar a matar a uno que hizo mucho daño o ser parte de la cadena? ¿Estoy segura que eso es lo que corresponde? ¿No me pesará en la conciencia quitarle la vida a una persona? Nada, el jurado ya pronto dará su veredicto. Sólo espero que si deciden quitarle la vida a una persona, jamás se arrepientan de esa decisión…

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