Es que esto no aguanta más. Hace rato lo vengo diciendo. Puerto Rico se nos hunde y nosotros seguimos perdiendo el tiempo en estupideces y en peleas chiquitas. Por cualquier bobería se arma un "reperpero" en este país, la gente se ofende; exige, emplaza, ordena y hace un “show mediático” porque así se siente compensado. Cualquier pelea o discusión se sube a los medios sociales con el fin de ganar adeptos y tener sus bien merecidos 15 minutos de fama. Parece que en este país la autoestima está tan y tan baja que hay que hacer cualquier cosa para llamar la atención.
Seguimos mirando sin ver. Seguimos creyendo cuentos de vaqueros. Seguimos creyendo en Disney, en Santa y que Hollywood es la realidad. Vivimos enajenados. No nos importa lo que pasa. Preferimos estar pegados a los programas de chismes para juzgar, burlarnos y criticar al otro, en vez de afrontar nuestras realidades y la realidad social que vivimos. Preferimos hacer como el avestruz; enterrar la cabeza… mientras, todo se derrumba.
El egoísmo desmedido; tanto el personal, el de los partidos y hasta el de algunas instituciones; es lo que nos ha llevado a donde estamos. Todo para mí, nada para los demás. Yo primero, yo segundo, yo tercero; y si queda algo, para mí también. Pensar en los demás; ¿para qué?. ¡Que cada quién vele por lo suyo! El bien común ya no existe; es más, ¿qué es eso?. Cada uno con su canción y el que venga atrás; que arree. ¿Cuándo empezamos a ser así? Quisiera saber yo, cuándo.
Esta semana hemos recibido varias notificaciones negativas de las casas acreditadoras y según ellos el panorama no pinta nada bien. Ahora bien, no debemos asumir actitudes derrotistas, sino buscar la manera de salir de esto. Al final, ¿quiénes son ellos?. No son infalibles, tampoco dioses. Dan recomendaciones; indicaciones. Así que hay que escucharlos, pero no podemos tirarnos a morir o dejar que nos marquen el camino. Si nos lo proponemos, podemos; y ellos que digan misa.
Esto nos debe dar el empuje para hacer más, no para cargarnos de negativismo. Me enerva escuchar a la gente decir bobadas con matices políticos partidistas, cuando aquí es harto conocido que todos han sido corresponsables de este desastre. Lo peor es que los ciegos fanáticos no ven más allá de sus narices y aplauden como focas ante las cosas que dicen, en muchas ocasiones incongruencias, los miembros de sus colectividades. ¿Hasta cuándo? Tenemos que reaccionar y comenzar a actuar.
Y no tenemos que hacer grandes cosas; simplemente hacer la vida más llevadera. Con no dejar el carrito de la compra en la fila de la caja o tirado en el estacionamiento, con echar la basura al zafacón y no dejar las cosas en el piso, en las mesas o tirarlas por las ventanas de los autos; tenemos. Decir buenos días, buenas tardes, buenas noches, con el permiso y gracias, es necesario. ¿Qué nos cuesta? Nos creemos que lo merecemos todo y que los demás tienen que rendirnos pleitesía. ¿A cuenta de qué? Ser responsables con el fisco, no colarnos, cederle el espacio a quién lo necesite, ayudar al que está cargado o simplemente no estorbar; eso también. Pequeñas cosas que hacen grandes diferencias.
Hay que dejar la hipocresía, la retórica y de darle más vueltas a la noria. Dejemos las benditas frases trilladas, que sólo demuestran que estamos estancados en la retórica del siglo pasado. “El pueblo trabajador”, “por el bien de Puerto Rico”, “poner el nombre de Puerto Rico en alto”; ¡por favor! En vez de hablar, hay que actuar. ¡CARAJETE; que se nos hunde el país!
Es que con sólo tener dos dedos de frente se da uno cuenta que si no hacemos algo pronto, no nos va a salvar ni el médico chino. Esto llegó al punto del no retorno. Tenemos que ponernos a buscar soluciones. Si queremos sacar este pueblo del estancamiento en el que está, hay que tomar medidas drásticas; pero no uno o dos sectores de la sociedad; sino todos. Debemos -y me refiero al gobierno, a los ciudadanos, a los políticos y funcionarios, a las empresas, a las organizaciones, a los diferentes sectores e industrias- hacer lo que nos toca, aún sea sacrificando algo. Esa es la única manera de salir de este pantano. Así es que la cosa podrá resolverse; no pare más.
Tenemos que articular un plan de país, pero uno en el que todos participemos; uno que no esté pintado por colores partidistas, ni amoldado a los intereses de los políticos, los partidos o de algunos pocos. Un plan que realmente atienda las necesidades reales del pueblo; nada disfrazado, maquillado o manipulado. Uno donde la banca, las compañías de distribución, las que ofrecen servicios de salud, las farmacéuticas, las aseguradoras; en fin, todas, hagan su parte.
Uno donde las uniones reaccionen y realmente trabajen para el pueblo, no para sus intereses o por la cuota de sus unionados. Uno donde todas las ramas del gobierno hagan lo que deben hacer y no lo que les convenga hacer. Uno donde los medios de comunicación tengan más sensibilidad y eliminen todo tipo de especulación y sensacionalismo. Uno donde nosotros, los ciudadanos, asumamos nuestras responsabilidades y cumplamos con nuestros deberes.
Tenemos que dejar de criticar, de renegar de este país, de buscar faltas, de acusar. Debemos tomarnos muy en serio lo que pasa y trabajar fuera de líneas partidistas para sacar este país adelante. Cada quién haciendo lo justo, lo necesario, lo extraordinario; siempre pensando en los demás, en el bien común y en lograr una mejor sociedad. Si seguimos con las estupideces, las niñerías, la inmadurez, la desconfianza, la deshonestidad y la falta de seriedad, lo queramos o no, este país no va a dar para más. Llegó el momento de la verdad. Si todos ponemos de nuestra parte lo podemos lograr. O nos arremangamos todos, o todos juntitos nos vamos al cara...
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