A una semana de las elecciones, tanto nuestras como las de los Estados Unidos de América, sigo rumiando algunas cosas. Y es que creo que hay que mirarlas de frente y analizarlas; no dejarlas pasar. Así que por eso me trepo.
Como observadora del proceso de comunicación y de la formación de la opinión pública, encuentro imperativo rumiarlas y analizarlas para saber por qué sucedieron, cómo queda parado el país, qué elementos y tendencias hay que seguir observando y qué cosas podrían pasar.
Siempre he pensado, y así lo he dicho infinidad de veces, que las decisiones tienen que basarse en la ponderación y el análisis. Soy partidaria de que se ofrezca información y que se utilice la persuasión; no del uso de la propaganda, la intimidación, el miedo y la manipulación para lograr objetivos.
Y manipular no es otra cosa que omitir, distorsionar, modificar, cambiar argumentos o dar sólo parte de la información o los datos para resaltar simplemente lo que conviene. Es dirigir el pensamiento de las personas hacia donde se quiere. A veces se manipula sin que la persona se percate de ello.
Lo propio es dar toda la información para que cada quién, de acuerdo al análisis y a la evaluación de las diferentes posiciones, llegue a sus propias conclusiones. Que evaluando todos los puntos de vista, se escoja y se tomen las decisiones que mejor se entiendan. Es usar la razón sobre la emoción; es no seguir la fila india.
Este proceso eleccionario tuvo una particularidad; razón por la que hago esta entrada. Y fue, según mi apreciación, el uso de la religión para fines electorales. Y no nos engañemos, aunque esto siempre ha ocurrido en una u otra medida; en esta ocasión fue algo mucho más abierto y nada velado.
En varias redes sociales vi mensajes grabados de líderes religiosos indicándole a sus feligreses por quiénes tenían que votar. Utilizaban pasajes de la Biblia para acompañar el mensaje. También vi listas con nombres y fotos de políticos a los que había que ‘sacar’ y otro tanto a quién tenían que apoyar.
Y no estoy diciendo que sea bueno o malo. Simplemente que fue una de las estrategias utilizadas. Esto fue obvio durante el proceso eleccionario. Para mí, es algo que hay que seguir observando con detenimiento para ver cómo va evolucionando en nuestro panorama.
Dicho esto, abro paréntesis: (Y mientras veía todo esto pasando, pensaba que cuando el Arzobispo de San Juan dice algo relacionado a temas de justicia social le caen encima y lo acusan de muchas cosas, entre ellas de violentar el principio de separación de iglesia y estado. Me pregunto, ¿no es lo mismo? Volvemos a usar dos varas y a aplicar la ley del embudo...) Cierro paréntesis.
Algo similar ocurrió en los EE. UU., cuando religiosos de diferentes denominaciones, incluida la católica, le pidieron a su feligresía que votara por un candidato considerando sólo el tema del aborto. En ocasiones nos enfocamos en el árbol y no vemos el bosque.
Pensaron sólo en un tema y necesariamente no midieron el efecto y las repercusiones de su decisión. Lo interesante es que muchos políticos, para conseguir votos, ofrecen lo que algunos grupos quiere escuchar; no lo que realmente quieren o van a hacer.
Hay que entender que muchas cosas se resuelven o ya se han resuelto en los tribunales. En ocasiones se traen a la discusión pública durante el proceso eleccionario temas donde ya existe jurisprudencia. Ahora nos queda ver el efecto de ese voto.
Hubo políticos que participaron en los servicios religiosos de diferentes iglesias. Y eso no lo veo mal. Lo que a lo mejor no era propio, era ver a políticos y religiosos de diferentes denominaciones, dándole instrucciones a la gente de cómo y por quién votar obviando lo realmente importante, que es el derecho a escoger libremente.
Y sí, a todos nos compete conocer las propuestas de los candidatos porque somos ciudadanos y electores; pero el que le digan a uno qué y cómo tiene que hacerlo, va en contra de lo que es la libre elección y determinación.
Sin darnos cuenta podríamos caer en lo que criticamos a otros países, en el fundamentalismo religioso. Lo preocupante es que podríamos estar haciendo exactamente lo mismo que ellos imponiéndole a las personas cómo pensar.
Algunos políticos hicieron pactos con religiosos. Un ejemplo de esto, la carta circular del Departamento de Educación sobre la equidad de género. Y lo menciono no buscando crear polémica; sino que esta carta hay que verla desde el punto de vista legal.
Siempre he dicho que antes de decir algo o criticar hay que conocer las cosas. Si la leemos nos damos cuenta que nada tiene que ver con lo que muchos religiosos señalan, sino con el respeto, la igualdad y la justicia hacia otros.
Los políticos deberían velar por los derechos de todos y no favorecer sólo posiciones de algunos grupos. Se deben a todos los ciudadanos. Y no estoy hablando de desatender reclamos, ni tampoco dejar que el país esté al garete; sino de igualdad, equidad, justicia, respeto y libertad de escoger y de actuar.
Vivimos en un país con un sistema democrático que se rige por el estado de derecho y donde existe la separación de iglesia y estado. Donde los derechos y la dignidad del ser humano van sobre todo. Ningún grupo, sea cual sea, puede tratar de imponerse sobre el otro ni hacerlo vivir bajo sus preceptos.
Hay cosas que entendemos son legales pero no morales, como también así cosas morales que nada tienen que ver con lo legal. No se puede estar tirando o estirando la línea de acuerdo a los intereses y a la conveniencia de algunos.
Ante Dios y ante las leyes todos somos iguales y la dignidad del hombre es inviolable. Nosotros, como parte de esta sociedad, tenemos que velar y luchar por la justicia social porque es la base y fundamento de la sana convivencia.
Siempre he creído en un Dios de amor, de inclusión, de perdón; no en un dios castigador, opresor o manipulador. He buscado tratar al semejante con respeto y como hijo de Dios; dándole valor a su individualidad y a su persona.
Hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo o apoyo, pero eso no significa que tengo que imponerme sobre los que piensan de otra manera diferente a la mía. Simplemente les respeto el derecho que tienen de ser, pensar o actuar diferente.
Mi papá siempre decía que no le hiciéramos a nadie lo que no quisiéramos que nos hicieran. Que tratáramos de ponernos en los zapatos de los demás y entender su situación. Que no juzgáramos porque no sabemos qué pudo pasar o está pasando esa persona. Es simplemente eso, respetar al otro.
Antes yo usaba la frase que ‘dónde terminaban los derechos de uno empezaban los del otro’; pues he cambiado el mensaje. Ahora digo que los derechos deben ser paralelos; que tienen que velarse ambos y a la vez. Que los de uno no pueden anular los del otro. Eso es lo justo.
No podemos seguir disparando de la vaqueta ni reaccionando como nuestros líderes quieren. No podemos fomentar las divisiones. Necesitamos educarnos, buscar, leer y analizar. Tenemos que buscar que nuestra sociedad sea una más justa.
Debemos entender que todos compartimos el mismo espacio y que el otro es nuestro hermano y semejante. Que tenemos los mismos derechos y que todos somos hijos de Dios. Aprendamos a vivir en comunidad. Aprendamos a vivir en paz y en armonía.
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