“Profesora, que piensa usted de…”

Estoy segura que, por los acontecimientos actuales, habrá muchos, sobre todo los que fueron mis estudiantes, que estarán esperando que diga algo; como cuando una llegaba al salón y estaban expectantes a ver qué iba a decir de tal o cual cosa. “Profesora, que piensa usted de…”. En ocasiones, me convertía, como digo, y me disculpan la expresión, en “la abogada del diablo”. Muchas veces les tiraba por el piso los argumentos; no por el mero hecho de hacerlo o por llevarle la contraria; sino para que entendieran que no hay verdades absolutas y las situaciones tienen diferentes ángulos y puntos de vista. Que tenían que aprender que hay que ir más allá de una “simple mirada” a las cosas; mucho más ellos, que eran estudiantes de comunicación. 

El pensamiento crítico se desarrolla cuestionando, retando, argumentando. Y en este país, eso es lo que nos hace falta. Se necesita el acercamiento crítico a las cosas; pero desde el punto de vista positivo, no destructivo como el que usamos; tampoco atacando a las personas. Todo este preámbulo es para decir: “Pues bien, aquí voy”. Esta podría ser una de esas ocasiones en las que, posiblemente, no vamos a pensar igual; algunos hasta me desearán el paredón.  Pero como siempre digo, lo importante no es que piensen como yo, sino que se cuestionen las cosas, que las reten y las duden para que cada quién desarrolle su criterio y tenga SUS ideas, no las de otro. Que podamos darnos cuenta que las cosas no son ni negras ni blancas, sino que posiblemente la respuestas las vamos a encontrar, la mayoría de las veces, entre los matices de gris. Que cada quién puede pensar lo que quiera, siempre y cuando su criterio esté basando en conocimiento, en información. 

Y el tema obligado es el boicot a la Comay y la “cancelación” del programa. Ya había dicho algo sobre el boicot y sigo pensando igual. Siempre critiqué el programa por el sensacionalismo, la manera que se hacían muchas cosas y el trato que se le dio a muchas personas; incluido José Enrique Gómez Saladín y los comentarios sobre su muerte. Eso no tiene justificación. Pero hay otras cosas que no las tengo tan claras. De momento esto se convirtió en una cruzada para eliminar a La Comay. Los auspiciadores retiraron sus anuncios. ¿Por qué la estuvieron auspiciando por años aún con la gran cantidad de situaciones y señalamientos que tenía el programa? Y sé que es mejor tarde que nunca, pero más me parece que su retiro fue por conveniencia, más que por convicción. Pero bueno, cada quién a lo suyo. Sólo quise traer un ejemplo.

Siempre pensé que la mejor manera de “eliminarla” era dejándola de ver; que bajara la audiencia, el valor de las pautas y que los anunciantes se retiraran conscientes de su decisión no por presión. Se habla de la renuncia de Santarrosa y la “cancelación” del programa; a ver si al final sí. Lo interesante es que se decía que esto se estaba dando por las condiciones que le impuso la cadena televisiva y que él no aceptó; pero ahora parece ser que el “desenlace” podría tener que ver con $$$, nuevos contratos y no por otra cosa. Volvemos a los matices de gris. Muchos ángulos, muchos elementos y muchas posibilidades. Lo único que espero es que después se siga con los otros programas que hacen lo mismo. Lo de “La Comay” es sólo un pelo del gato. De no hacerse, sería una desilusión muy grande. 

Este país está como está por mucho de lo que fomentaba ese programa; por echarle lodo a la gente, por inventarse cosas, por crear suspicacias y hasta por sembrar la duda. Pero no podemos mentirnos, eso es lo que se vive en Puerto Rico y La Comay no es la única responsable, sino que todos nosotros somos corresponsables, porque para aplaudir se necesitan dos manos. La famosa “oferta-demanda” de la que se habla. Así que ya mismo aparecerá otra persona u otro personaje que tome su lugar. Eliminando a La Comay, no se elimina el problema; sólo se alivia “en algo”. 

Tenemos que buscar que se mejore la programación televisiva, que no haya tanta violencia en los medios y controlar los juegos de vídeo. Estamos entrenando, sentaditos en nuestras casas, a unos chicos violentos. La programación está cada vez más violenta y con muchos programas que refuerzan estereotipos, comportamientos poco morales (y eso, que soy bastante liberal) y actitudes nada positivas. Tendríamos que estar todo el tiempo a su lado para explicarles el por qué tal o cual cosa, pero no es posible. Eso es lo que ven, lo validan como normal y es lo que practican. En los juegos de vídeo, a mayor cantidad de “objetivos” que elimines, más puntos recibes. ¿De qué estamos hablando entonces?. Los chicos -y los grandes- deben moverse a los espacios abiertos, a tener actividades de todo tipo. Tienen que leer cosas que les aporten; bastante porquería hay en los estantes de revistas. Hay que fomentarles la lectura de buena literatura. Esa maravillosa lectura que en vez de estrecharle la mente le estimula la imaginación.

Se elimina La Comay pero el problema principal sigue latente ahí… la criminalidad, la falta de valores, la poca educación, etc. No creo que este país aguante más. Hay que terminar con el marasmo psicosocial en el que estamos. Para eso tenemos que ir todos remando para el mismo lado. Algo aparentemente difícil; pero ni tanto, porque ya los chicos de Llorens nos demostraron que si hay voluntad, el cambio se puede dar. Algunos piensan que esto no va a durar. Podría ser, pero hay que confiar en el gran paso que están dando. Y si vuelven a caer; pues se vuelve a buscar el acuerdo y se sigue tratando. No hay más. Por algo se empieza. 

Creo en que en la unión está la fuerza y que los cambios son posibles. Esa misma fuerza que se está demostrando ahora, se debe usar para buscar erradicar muchas cosas más. Quedó demostrado que si nos unimos podemos. Lo único que espero es que estemos claros de lo que queremos y que pongamos las cosas en perspectiva para que no nos convirtamos en algo así como una “inquisición”. Hacerlo, sería ser lo mismo que criticamos; y eso, no era. A ver si realmente podemos lograrlo. Yo voy a que sí. Sólo espero -y confío- que pongamos el mismo empeño para sacar este país del atolladero social, moral, intelectual, etc., en el que estamos y buscar que sea uno mejor. 

Al final, ¿quedó claro lo que quise decir? Espero que sí, porque ya me bajé de la sillita. :)