“Rompiendo el protocolo”. Esa fue una de las frases más utilizada durante la toma de posesión de la ahora alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz. Y nada más cierto que eso; porque desde el principio así fue. Importante aclarar algo antes de continuar, y es que voy a escribir sobre esto desde dos perspectivas, desde la de una “experta en protocolo”, que dicen soy, y otra como sanjuanera (Eje, que soy del campito de Sabana Grande, a muchísima honra, pero vivo en San Juan desde que fui a estudiar a Sagrado, hace alrededor de 30 años); a ver qué sale de esto.
Primero comentaré como “experta”, que dicen soy. El protocolo no tiene otra función que establecer orden. Su objetivo es que las cosas se realicen de la manera más rápida y sencilla posible. Se busca la eficiencia y la eficacia. No es algo estirado; tampoco una camisa de fuerza; pero debe aplicarse de acuerdo al objetivo de la actividad. En algunas ocasiones debe ser más estricto que en otras, todo dependerá del tipo de ceremonia que se realice. Así que no podemos perder perspectiva que ésta es una actividad oficial, de estado; por lo que requiere un nivel de protocolo; lo queramos o no.
Confieso que durante la ceremonia estuve a punto de un síncope. jeje Desde el inicio la cosa no pintaba bien. ¿Por qué le es tan difícil a los invitados acomodarse? Igual que en la toma de posesión del gobernador, nadie se acomodaba porque estaban saludándose. Y continuaron durante la presentación de colores, una vez comenzada la actividad. De hecho, los colores nunca se retiraron, como tampoco se hizo en la toma de posesión del gobernador. Y los himnos, hasta invitaron al pueblo a “cantarlos” por que el Coro de Niños de San Juan no estaba acomodado. ¿Será posible?
Durante el saludo protocolar, que se supone sea de mayor a menor rango, se mencionó primero a la alcaldesa y a su hija y luego al gobernador. Hay una regla que indica que nadie está sobre el alcalde en su municipalidad EXCEPTO el gobernador y el presidente; así que debió haberse comenzado con el gobernador. No se incluyeron en el saludo protocolar al secretario de estado, tampoco a los senadores por San Juan y se mencionaron después. También algunos nombres estaban incorrectos. Todo eso debe cotejarse.
La informalidad fue la orden del día; demasiado relajada y “flexible” para mi gusto y para el tipo de actividad que era; una oficial, de estado. Era como estar compartiendo con los amigos en la plaza del pueblo. Todo el mundo se contagió de la “ruptura del protocolo” desde la jueza que tomó la juramentación, el reverendo y hasta el gobernador que le dijo a alguien del público que sí, que él era de ella. (a lo mejor aquí habla la envidia jaja -con todo el respeto que se merece el señor gobernador) En serio, me sorprendió. Y los maestros de ceremonia y los miembros de la Asamblea Municipal no se quedaron atrás. La alcaldesa, interrumpió el juramento, le dijo algo a alguien y regreso a terminar. Dando su mensaje lo interrumpió para llamar al gobernador y luego que él habla, él vuelve y la llama y ella termina. ¿Qué fue eso? ¿Qué del orden?
Lo increíble es que todos sabían que estaban “rompiendo” el protocolo y lo decían. Yo sólo observaba a la exgobernadora Sila María Calderón; que debió estar como yo, a punto de un desmayo. Creo que se debió velar el protocolo, después de todo, era la toma de posesión de la alcaldesa de San Juan, ciudad capital de Puerto Rico.
Ahora comento como residente de esta ciudad, como parte del “pueblo sanjuanero”, saltándome todo el protocolo. Tengo que confesar que fue una toma de posesión diferente. Se sentía el calor del pueblo, se percibía –y lo vi por Internet y por TV- una buena vibra. Se respiraba puertorriqueñidad. Se notaba el cambio.
La parte de la música, desde antes de la ceremonia estuvo súper bien. Volvemos a sentir que somos puertorriqueños. Las décimas me encantaron. Músicos y grupos nuestros celebrando nuestras raíces. Dejando claro lo que somos y lo que tenemos que defender. Más claro aún lo referente a la bandera. Su azul es el celeste, porque así lo establece la ley Núm. 1 del 24 de julio de 1952 y esa es nuestra bandera; la oficial.
La actividad estuvo llena de muchos simbolismo, contrastes y buenos momentos. El arcoiris, al principio estuvo de “show”. Luego vino la lluvia. Fue como un símbolo de “limpieza”. Me impresionó. El que entraran con ella los líderes de los diferentes grupos y comunidades con los que tiene alianzas y que participaran líderes de todas las ideologías y grupos, fue un elemento importante. Durante toda la actividad se respiró camaradería, compromiso, cercanía, felicidad y alegría. El ambiente era de fiesta.
Pero lo mejor de todo, fue el mensaje. ¡ME ENCANTÓ! Fue uno de inclusión; claro, entendible, enérgico, de compromiso, de retos (al gobernador, a diferentes grupos y hasta al pueblo). No tiene miedo. Llama las cosas por su nombre y le mete el pecho a lo que sea. Es que se le nota real, sincera y que manda y va. Me gusta su fuerza. Irradia buena vibra. Uno termina convencido, aceptando el reto y dispuesto a trabajar con ella para lograr que la ciudad capital sea la mejor. Realmente tiene ángel.
No quiero decir más. Creo que claro quedó mi planteamiento. ¿Qué se rompió el protocolo? ¡Se destrozó, y desde el principio! Jeje Pero tengo que decir que poniendo las cosas en una balanza, sintiendo la buena vibra y la reacción de los ahí presentes, parece que el pecado será sólo venial; no mortal. Jejeje Sumando y restando, se cumplió con el objetivo de la actividad, que era el despertar a un nuevo San Juan bajo las riendas de nuestra ahora alcaldesa. Y eso, mi gente, compensa todo lo demás; incluyendo que casi todo el tiempo se estuvo rompiendo el protocolo. Porque en ocasiones, como ésta, pesa más la expresión que la forma. :)
muy cierto...
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