“El agradecimiento es la parte
principal de un hombre de bien”. Francisco de Quevedo y Villegas
Desde ayer lo vengo rumiando. Había
decidido ser una bloguera “cool” (¿ya me puedo llamar así? jeje) y que no los
atosigaría con tanto escrito. Sin embargo, pasan tantas cosas en este país, que
es imposible no hacerlo. Así que aquí estoy, trepada en la sillita para
desahogarme.
La gratitud es un sentimiento. Es estimar
algún gesto, favor o beneficio que se recibe de una persona. Se demuestra a
través del agradecimiento. Desde pequeños nos enseñan a ser
agradecidos. A muchos, estoy segura, nos preguntaban luego de recibir algo: ¿Qué
se dice? “Gracias”, se contestaba. Cuando uno no quería comer o dejaba comida
en el plato le decían: “Agradécele a Dios que tienes comida, hay quienes no
tienen”, “dale gracias a Dios que tienes esto o cual cosa” y “hay que ser
agradecido”; entre otras más. Así que fuimos creciendo agradeciéndolo todo.
Para muchos de nosotros, estimo que somos
los más, el agradecer resulta algo natural. Creo que fue eso lo que hizo que
ayer detonara la indignación de muchos puertorriqueños al escuchar una señora
en un reportaje de las noticias criticar la actividad de entrega de regalos del
gobierno el Día de Reyes. Indicó que tuvo que caminar mucho y que a su hija le habían regalado
una “trapo de bola”. Fue como recibir una bofetada. Tuve muchos sentimientos
encontrados. Me indigné, y mucho. ¿Cómo era posible que fuera tan
malagradecida? ¡Se pudo haber quedado en su casa! Pero también me dio mucha
tristeza. Tú no das lo que no tienes; lo que no sembraron en ti. Esa actitud es
el resultado de la niñez y la educación que tuvo esa persona. En ese momento,
dejé de juzgarla. Por eso es tan importante el desarrollo social digno,
la educación y las oportunidades para todos.
En ocasiones, son personas que han
carecido de mucho o han tenido serias limitaciones; y no estoy hablando de
cosas materiales, sino más bien de otras. Reciben ayudas del gobierno, que no
sé si es el caso, y se acostumbran a sentarse a pedir y a esperar. Creo que las
ayudas son importantes porque realmente hay personas que las necesitan y es un
deber del estado el bienestar de su gente. Con lo que no estoy de acuerdo es
con hacer de esto un estilo de vida. Mucho menos que los partidos y los
gobiernos perpetúen este sistema porque así aseguran votos y fondos federales.
Me parece que estamos en una coyuntura
perfecta para comenzar a romper con esto.
Hay un proverbio chino que se le atribuye a Confucio y que lo pienso de
vez en cuando: “Dale pescado a una persona y le darás de comer un día; enséñalo
a pescar y le darás de comer para toda su vida”. Hay que sacar de la inercia,
la vagancia y la dependencia a una gran cantidad de personas. Para recibir, hay
que dar algo a cambio. Creo que por eso nos hemos insensibilizado tanto. Pase lo que pase -o no-, hagamos lo que hagamos -o lo que no-,
digamos lo que digamos –o lo que no-; como quiera nos lo dan. No hay que
agradecer nada. Empezamos a dejar de reconocer el valor de las cosas, del
esfuerzo, del sacrificio. Nos creemos que lo merecemos todo.
Y esto pasa porque nunca han tenido que
pasar necesidades. Nunca han tenido que mirar, de frente, la cara del hambre y
la miseria que viven otros, tanto en Puerto Rico como en otros países. Hay
quienes no tienen qué echarse a la boca, otros nunca han recibido un regalo de
reyes; es más, no saben que existe esa festividad. En el mundo hay mucha
carencia y nosotros tenemos la posibilidad de poder recibir algo, y encima, lo
criticamos y no lo agradecemos.
Siempre escuché decir que el jíbaro no
tenía nada pero que era educado, respetuoso y agradecido. Hemos pasado de una
sociedad agraria a una industrializada y luego a una tecnológica pero hemos
perdido toda la sensibilidad y la caridad cristiana, como decía mi papá. ¿En
qué parte del camino se quedaron los valores? Me parece que tenemos un problema
social muy grande.
A nivel general, creemos que nos
merecemos las cosas, aún sin trabajarlas y que nos las tienen que dar; que
podemos exigir sin recibir nada a cambio; que como pago me tienes que aguantar
las malacrianzas en un restaurante porque me sirves, que como tengo
más instrucción (ojo, no es educación) puedo menospreciarte; que aunque esté
violentando las leyes de tránsito, tengo el derecho a pasar; que como tengo más
conocimiento que tú te puedo decir bruto, ignorante; que como he viajado más
que tú estoy a otro nivel; que como me siento más "american citizen” soy más gente que
tú; que como soy más blanco que tú soy mejor; que como soy mejor, me puedo
burlar de ti; entre mil argumentos más. ¿Cuándo entenderemos de qué va la
vida?
La situación de ayer muestra la
problemática social que vivimos. Pero, no todo está perdido. Hubo un halo de
esperanza. La niña dijo en la entrevista que la actividad le había gustado, que
había jugado y que se había divertido; a todo esto, bola en mano. Muy
agradecida se vio. Creo que fue una gran lección. Confiemos en que no se
contamine y que crezca siendo una persona agradecida. Estoy segura que si
hubiese más personas demostrando su gratitud; en este país el cuento sería
otro. Dar las gracias no cuesta nada,
pero significa mucho. Y hay que ser consecuente con lo que digo: ¡Gracias por leerme!
“No hay deber más necesario que el de dar las
gracias”. Marco Tulio Cicerón
P.D. Como que me pasé. Prometo, de aquí en adelante, controlarme. Ahora, me bajo de la sillita.
Hablando de la importancia del agradecimiento: Gracias por dar este importante paso de treparte en la sillita a lo Mafalda boricua, para comentar y abrir foro a las tantas cosas que ocurren en nuestro País.
ResponderEliminarGracias a ti por el apoyo y siempre estar. Bendiciones
EliminarLo irónico fue eso: a la niña sí le gusto "el trapo de bola". En los tiempos que estamos viviendo, se han perdido los valores. Y pensar que en este mundo existen niños a los que les encantaría contar con un "trapo de bola" para jugar y con algo tan simple para muchos, ellos son felices y valoran hasta el más mínimo detalle.
ResponderEliminarSí, el problema social es muy grande. Si ni siquiera al decir "buenos días" en un lugar recibimos respuesta o un simple "gracias" cuando sujetamos la puerta a la persona que viene detrás -y que se hace por respeto y cortesía-, ¿qué podemos esperar?
Creo que si todos nos comprometemos a un cambio, poner un granito de arena, se puede iniciar el camino a la esperanza y que nuestras futuras generaciones conozcan el real significado del "agradecimiento", "respeto", "valores".
Excelente escrito Profe, trépese más seguidito a la silla jejeje!
Agnes, ¡gracias por tus comentarios! Y sip, parece que me treparé en la silla más seguido, porque esto como que me está gustando. jejeje
EliminarY sí, la niña estaba de lo más contenta, dentro como se sentía; porque si estaba enferma, como dijera la mamá, no debió haberlo pasado muy bien. ¡Pobrecita! Y una cosa que me preocupa mucho es nuestro gran problema social. Hay total disociación entre personas y valores. Nos falta humildad, mucha humildad.
Marisa, que bueno poder leerte, especialmente con el tema en cuestión. En fin, "no me agradezcas, has lo mismo con alguien más". El agradecimiento conlleva una responsabilidad, una acción, es ofrecer de mi lo que he recibido por alguien más. Ese eslabón jamás será alterado si cada uno es conciente sobre el impacto del acto en agradecer. Si agradezco por tener a mi hijo y a mi familia, mi forma de agradecer es pasar mi mayor tiempo con ellos. Valido grandemente que te hayas trepado en tu sillita y nos haya rearfimado cuán importante es la actitud de agradecer...
ResponderEliminarAbrazos en la distancia!
Aracelis, gracias. Y como que esto de estar trepada en la sillita me está gustando. jeje Pues sí, el agradecimiento conlleva responsabilidad y tenemos que enseñárselo a los más pequeños para que ellos a su vez hagan lo propio. Un abrazo.
EliminarMencionó una palabra súper importante: la humildad. ¿Será que estamos viviendo tan deprisa que nos estamos olvidando de cosas tan esenciales como agradecer, valorar, respetar, ser humildes? ¿O acaso la sociedad se está volviendo aún más materialista? ¡Lamentable!
ResponderEliminarEl blog ha iniciado con el pie derecho, le auguro éxito... en nuestra Isla del Encanto todo los días hay "tela pa' cortar".
Estamos sustituyendo cosas verdaderas e importantes por algunas que no valen la pena. En algún lado leí que "La belleza no se encuentra en el objeto... sino en los ojos de quien lo mira, ya que éste le encuentra la esencia".
Eliminar¡Y gracias por el augurio! :)
"Lo esencial es invisible a los ojos, sólo se ve bien con el corazón" -Antoine de Saint-Exùpery (El Principito). El agradecimiento es esencial y cuando falta, se hieren las pupilas de nuestros corazones.
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