Algo que siempre machaco en el salón de
clases, y que cada vez tengo más claro, es que debemos tener mucho más cuidado
en escoger a los legisladores que al mismo gobernador.
Durante las campañas electorales suelo
preguntarle a los estudiantes si conocen a sus representantes o senadores y los
candidatos a ocupar esos puestos. La gran mayoría no sabe y algunos no tienen
ni idea a cuál precinto pertenecen. Mucho menos saben qué hace cada cuerpo ni
cómo está compuesto.
Pero esto no es exclusivo de los
estudiantes porque la gran mayoría del pueblo no tiene idea. Tampoco conocen
las plataformas de los partidos. Votan de acuerdo a lo que otros les dicen.
Nada de análisis, evaluación o comparaciones.
Así que el último responsable de que este
país esté pasando por lo que pasa, es el pueblo. Nosotros, los votantes, no
hemos tenido el suficiente cuidado, por no decir otra cosa, de elegir a quienes
nos representan. Muchos botones de muestra tenemos.
Aprendí muy temprano en la vida que las
elecciones generales nada tienen que ver con el estatus; sino con la
administración de los recursos del país. Los partidos, para mantener el control
sobre sus seguidores, lo han amarrado a cada proceso porque si no es así,
pierden fuerza.
En las elecciones generales se elige a
quienes harán las leyes, la política pública y a los que administrarán el
presupuesto del país. Los plebiscitos son consultas al pueblo para que apruebe
o rechace alguna propuesta, ya sea legal o política, como el estatus.
Si fuéramos menos politiqueros y
estuviéramos más educados en política, votaríamos por personas, no por
partidos. Deberíamos elegir a quienes realmente pueden administrar
eficientemente los recursos del país. Pero esto ni se contempla porque le quita
fuerza a los partidos y estamos muy cruditos para entender esto.