Esta última semana hemos vivido, como en
muchos otros momentos, experiencias no tan gratas con arrestos, destituciones o
multas a personas que estuvieron o están ligadas al servicio público. Esto es
sumamente preocupante porque en su mayoría son personas jóvenes.
Es importante que dejemos a un lado la
retórica, la politiquería y el fanatismo porque esto ya trasciende partidos.
Muchos levantan el dedo acusador y tiran piedras a los techos de cristal de los
demás cuando algunos, ni techo ya tienen. Maduremos.
Es lamentable ver cómo se critica y
cuestiona a ‘los otros’ pero se defiende a brazo partido a ‘los suyos’ cuando
hacen o han hecho exactamente lo mismo. Esta situación se ha tomado como balón
político para acusarse, pero nadie quiere entender lo detrimental que es para
todos.
Tenemos que empezar a verlo como lo que
realmente es, como una realidad que nos está afectando, como algo que nos está
corroyendo y que tenemos que eliminar. Como sociedad, tenemos que empezar a
mirar de frente el problema, analizarlo y buscar soluciones.
No podemos permitir que la corrupción
siga ganando espacio. Tenemos que tirar la línea, cambiar los paradigmas y
empezar a trabajar para erradicar lo que está sucediendo. Ni acusándonos unos a
otros, ni lamentándonos vamos a conseguir algo. Hay que actuar.
Pero para lograr algo, primero tenemos
que mirar la administración pública y el servicio público como lo que son y
para lo que son. No es para hacerse rico, ni para abusar del poder, ni para manipular las cosas, ni para sacarle todo el beneficio posible para uno,
terceros, un grupo o un partido.
Es para administrar -de manera
responsable- los recursos del país. Es para trabajar por el bien común. Es para
poner al servicio del país y la sociedad el conocimiento que se tiene. Es
servir la patria, es servir a los demás. Pareciera que muchos se han olvidado
de esto.
Creo que lo primero que tenemos que
diferenciar es la administración pública de la privada porque tienen objetivos
diferentes. Tan es así, que si nos damos cuenta son dos materias de estudio
distintas y hasta se enseñan en escuelas diferentes. Por algo
será.
En la empresa privada, además de
responder a una necesidad social, se busca el lucro. Se busca ofrecer un servicio o
producto que genere ganancia para todas las partes de la cadena; desde su
desarrollo o creación hasta su venta, ya sean bienes o servicios. Por eso invierten grandes cantidades de dinero en recursos y personal.
Y esto no está mal. Funcionamos bajo un
sistema capitalista, por lo que el fin de las empresas privadas es generar
ganancias, es el lucro. Mal está cuando tratas de copiar el modelo de la
empresa privada en el sistema público porque son dos cosas completamente
diferentes. La administración pública es otra cosa.
El que quiera lucrarse debe mirar el
servicio privado, no el público. No debemos pretender parear los sueldos del
privado en el público. Cuando escucho que se quería reclutar el mejor talento,
a veces me pregunto, ¿realmente es el mejor talento o son los amigos? ¿Y qué del compromiso y la responsabilidad de manejar de manera efectiva el dinero de todos? ¿Qué del donar tiempo y conocimiento
al país?
Y no estoy hablando de que no se cobre lo
justo. De lo que hablo es del abuso de que a personas casi le duplican o
triplican lo que ganaban. O que por un lado, sobre todo ahora que estamos en
una crisis económica y social, quitarle horas a los empleados, cobrarle
servicios a los ciudadanos, pero se aumentan los sueldos.
Hablo de los dobles discursos. De que
dicen una cosa y terminan haciendo otra. ¿Conocemos la realidad de las
cosas o nos dejamos llevar por lo que nos dicen? ¿Qué pasaría si no se tiene
acceso a documentos como los contratos? Nos siguen desangrando y sin
enterarnos.
Es disponer del dinero como si fuera un barril sin fondo. Total, creen ellos que como no es su dinero pueden usarlo en lo que quieran, cuando quieran y como quieran. Es abusar de la confianza puesta en ellos.
Es disponer del dinero como si fuera un barril sin fondo. Total, creen ellos que como no es su dinero pueden usarlo en lo que quieran, cuando quieran y como quieran. Es abusar de la confianza puesta en ellos.
Trabajar en el sistema público es
servicio, es vocación. Es poner el conocimiento al servicio de todos. Es buscar
hacer el mejor uso de los fondos públicos y proveer los mejores servicios para
los ciudadanos; especialmente para los más vulnerables y necesitados. Es aportar a la patria.
Es ofrecer, lo veo así, una retribución
al país por todo lo que se tiene y lo que se ha logrado. Además, lo más
importante es que deberíamos rescatar el concepto de antaño sobre el servicio público.
Las personas estaban conscientes de su responsabilidad con el pueblo. No era
para lucrarse, era para servir, para poner sus conocimientos al servicio del
país.
Para mí es inconcebible que la raíz de la
corrupción se siga enterrando en nuestro suelo. Lo más triste es que las nuevas
generaciones están copiando estas detestables prácticas tronchando sus vidas.
Para ellos lo fácil, lo rápido, el dominar es lo principal.
Lo ético y moral se está dejando a un lado para darle paso a la avaricia y a las ganas de someter y de controlar. El dinero, el poder, el creerse exitoso y el querer tener el sartén agarrado por el mango se está viendo como su fin principal.
Nos enfocamos en enseñar de números, en
materias de especialización, pero estamos dejando a un lado lo humanístico, el
servicio, la vocación, el dar sin recibir, el ayudar, lo correcto, la fibra, el
corazón. Esto es lo que le da sentido al servicio público. Esto es lo que hace
grande y distingue a un servidor público.
El reto es grande. La responsabilidad
mucho más; sobre todo en momentos como los que estamos viviendo con un país
quebrado, gracias a la irresponsabilidad de quienes han administrado los
recursos del país.
Tenemos que aunar esfuerzos para volver a
poner este país de pie. Y eso lo vamos a lograr cuando entendamos que lo
privado y lo público son dos cosas diferentes. Cuando la ética y la moral
vuelvan a anteponerse al deseo de la vida fácil, del poder y del dinero.
Cuando entendamos que el servicio público
es vocación, que no es para lucrarse. Cuando estemos claros que el compromiso
es trabajar para y por los ciudadanos, sobre todo los menos afortunados.
Cuando comprendamos que se entra al
sistema público para servir, no para servirse. Que hacer las cosas bien es aportar
al desarrollo social del país. Que hacerlo bien es amar la patria.
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