Por si las moscas...

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viernes, 23 de junio de 2017

Vivir el servicio público, no servirse.



Esta última semana hemos vivido, como en muchos otros momentos, experiencias no tan gratas con arrestos, destituciones o multas a personas que estuvieron o están ligadas al servicio público. Esto es sumamente preocupante porque en su mayoría son personas jóvenes.

Es importante que dejemos a un lado la retórica, la politiquería y el fanatismo porque esto ya trasciende partidos. Muchos levantan el dedo acusador y tiran piedras a los techos de cristal de los demás cuando algunos, ni techo ya tienen. Maduremos.

Es lamentable ver cómo se critica y cuestiona a ‘los otros’ pero se defiende a brazo partido a ‘los suyos’ cuando hacen o han hecho exactamente lo mismo. Esta situación se ha tomado como balón político para acusarse, pero nadie quiere entender lo detrimental que es para todos.

Tenemos que empezar a verlo como lo que realmente es, como una realidad que nos está afectando, como algo que nos está corroyendo y que tenemos que eliminar. Como sociedad, tenemos que empezar a mirar de frente el problema, analizarlo y buscar soluciones.

No podemos permitir que la corrupción siga ganando espacio. Tenemos que tirar la línea, cambiar los paradigmas y empezar a trabajar para erradicar lo que está sucediendo. Ni acusándonos unos a otros, ni lamentándonos vamos a conseguir algo. Hay que actuar.


Pero para lograr algo, primero tenemos que mirar la administración pública y el servicio público como lo que son y para lo que son. No es para hacerse rico, ni para abusar del poder, ni para manipular las cosas, ni para sacarle todo el beneficio posible para uno, terceros, un grupo o un partido.

Es para administrar -de manera responsable- los recursos del país. Es para trabajar por el bien común. Es para poner al servicio del país y la sociedad el conocimiento que se tiene. Es servir la patria, es servir a los demás. Pareciera que muchos se han olvidado de esto.

Creo que lo primero que tenemos que diferenciar es la administración pública de la privada porque tienen objetivos diferentes. Tan es así, que si nos damos cuenta son dos materias de estudio distintas y hasta se enseñan en escuelas diferentes. Por algo será.

En la empresa privada, además de responder a una necesidad social, se busca el lucro. Se busca ofrecer un servicio o producto que genere ganancia para todas las partes de la cadena; desde su desarrollo o creación hasta su venta, ya sean bienes o servicios. Por eso invierten grandes cantidades de dinero en recursos y personal. 

Y esto no está mal. Funcionamos bajo un sistema capitalista, por lo que el fin de las empresas privadas es generar ganancias, es el lucro. Mal está cuando tratas de copiar el modelo de la empresa privada en el sistema público porque son dos cosas completamente diferentes. La administración pública es otra cosa.

El que quiera lucrarse debe mirar el servicio privado, no el público. No debemos pretender parear los sueldos del privado en el público. Cuando escucho que se quería reclutar el mejor talento, a veces me pregunto, ¿realmente es el mejor talento o son los amigos? ¿Y qué del compromiso y la responsabilidad de manejar de manera efectiva el dinero de todos? ¿Qué del donar tiempo y conocimiento al país?

Y no estoy hablando de que no se cobre lo justo. De lo que hablo es del abuso de que a personas casi le duplican o triplican lo que ganaban. O que por un lado, sobre todo ahora que estamos en una crisis económica y social, quitarle horas a los empleados, cobrarle servicios a los ciudadanos, pero se aumentan los sueldos.

Hablo de los dobles discursos. De que dicen una cosa y terminan haciendo otra. ¿Conocemos la realidad de las cosas o nos dejamos llevar por lo que nos dicen? ¿Qué pasaría si no se tiene acceso a documentos como los contratos? Nos siguen desangrando y sin enterarnos.

Es disponer del dinero como si fuera un barril sin fondo. Total, creen ellos que como no es su dinero pueden usarlo en lo que quieran, cuando quieran y como quieran. Es abusar de la confianza puesta en ellos.

Trabajar en el sistema público es servicio, es vocación. Es poner el conocimiento al servicio de todos. Es buscar hacer el mejor uso de los fondos públicos y proveer los mejores servicios para los ciudadanos; especialmente para los más vulnerables y necesitados. Es aportar a la patria.

Es ofrecer, lo veo así, una retribución al país por todo lo que se tiene y lo que se ha logrado. Además, lo más importante es que deberíamos rescatar el concepto de antaño sobre el servicio público. Las personas estaban conscientes de su responsabilidad con el pueblo. No era para lucrarse, era para servir, para poner sus conocimientos al servicio del país.

Para mí es inconcebible que la raíz de la corrupción se siga enterrando en nuestro suelo. Lo más triste es que las nuevas generaciones están copiando estas detestables prácticas tronchando sus vidas. Para ellos lo fácil, lo rápido, el dominar es lo principal.

Lo ético y moral se está dejando a un lado para darle paso a la avaricia y a las ganas de someter y de controlar. El dinero, el poder, el creerse exitoso y el querer tener el sartén agarrado por el mango se está viendo como su fin principal. 

Nos enfocamos en enseñar de números, en materias de especialización, pero estamos dejando a un lado lo humanístico, el servicio, la vocación, el dar sin recibir, el ayudar, lo correcto, la fibra, el corazón. Esto es lo que le da sentido al servicio público. Esto es lo que hace grande y distingue a un servidor público.

El reto es grande. La responsabilidad mucho más; sobre todo en momentos como los que estamos viviendo con un país quebrado, gracias a la irresponsabilidad de quienes han administrado los recursos del país.

Tenemos que aunar esfuerzos para volver a poner este país de pie. Y eso lo vamos a lograr cuando entendamos que lo privado y lo público son dos cosas diferentes. Cuando la ética y la moral vuelvan a anteponerse al deseo de la vida fácil, del poder y del dinero.

Cuando entendamos que el servicio público es vocación, que no es para lucrarse. Cuando estemos claros que el compromiso es trabajar para y por los ciudadanos, sobre todo los menos afortunados.

Cuando comprendamos que se entra al sistema público para servir, no para servirse. Que hacer las cosas bien es aportar al desarrollo social del país. Que hacerlo bien es amar la patria.

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