Por si las moscas...

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jueves, 4 de abril de 2013

Cuando sea grande, quiero ser como…


“Cuando sea grande, quiero ser como…”; es una de las frases que usamos cuando somos pequeños y alguien nos impresiona o cuando ya siendo adultos, vemos en esa persona que admiramos un modelo a seguir. Son personas que nos marcan, son personas que nos motivan, son personas que nos inspiran. Esos modelos son los que necesitamos desesperadamente emular en nuestro país. 

Pero cada vez más complicado lo tenemos porque como sociedad estamos perdiendo nuestros valores. Da pena ver en lo que nos estamos convirtiendo. Somos cada vez más egoístas, más individualistas, más egocentristas, más violentos y más irresponsables. Somos cada vez menos tolerantes, menos solidarios, menos compasivos, menos caritativos, menos considerados, menos humanos; en fin, vamos perdiendo el don de gente. 

Los modelos que muchos miran son esos que confrontan, esos que bravuconean, esos que hacen trampas, esos que son corruptos, esos que le faltan el respeto a los demás, esos que gritan, esos que fanfarronean, esos que se creen guapetones de barrio, esos que critican, esos que se burlan, esos que hacen chanchullos, esos que buscan el lucro personal y no el bien común, esos que no aportan nada bueno a mejorar esta sociedad, esos que son pobres de espíritu. ¡Esos son los que muchos admiran!.


¿Estaremos mirando los modelos correctos? Estoy segura que no. ¿Será que muchos se impresionan porque algunos tienen poder, porque salen en televisión, porque “están de moda”?. ¿Será que no ven más allá o que no conocen otra cosa? ¿Será que no tenemos un concepto claro de lo que es la vida? ¿Será que no se han enterado lo que es un modelo positivo a seguir? Será…

Pero si algo tengo claro, es que en Puerto Rico tenemos modelos que inspiran; que con su ejemplo nos hacen pensar y que nos hacen querer ser cada vez mejores. Modelos que nos hacen sentir que tenemos una gran responsabilidad con este país y que podemos cambiarlo, mejorarlo y hacerlo progresar. Modelos que nos hacen ser más sensatos, más humanos, más comprometidos, más humildes; que nos hacen amar más a nuestra patria y ser más puertorriqueños. De esos modelos, es que hablo yo. 

Uno de esos modelos a emular es Sonia Sotomayor. Aunque nacida y criada en los Estados Unidos, ella misma se define ciudadana estadounidense con un corazón boricua. Dice que en Puerto Rico está su familia; que es su cultura. Es más puertorriqueña que muchos de nosotros y está muy orgullosa de ello. Leer sobre todo lo que ha acontecido durante su visita a Puerto Rico para la presentación de su libro “Mi mundo adorado”, me confirma cada vez más; “que cuando sea grande, quiero ser como ella”. 

Y es que mucho ha logrado. Está orgullosa de su origen, de lo que es y de su cultura. Ha luchado contra su enfermedad, sus situaciones familiares, el racismo, sus deficiencias y sus limitaciones; entre otras cosas. Ha vencido todos los obstáculos, los miedos, las injusticias y el discrimen. Contra todo pronóstico, por ser mujer y latina, cumplió uno de sus sueños; ser jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América; que eso, no es cualquier cosa. 

Pero lo más impresionante, y de lo que tenemos que aprender es de su carácter, de su incuestionable humildad, de su sencillez, de su calidez, de su sinceridad y de su compromiso. Es una persona genuina, diáfana y con buen sentido del humor. Es inteligente; mejor dicho, brillante, y sin aires de superioridad. Una mujer agradecida por las bendiciones que ha recibido de Dios. Su posición la convierte en una mujer poderosa, pero lo que se ve es una persona espectacularmente centrada, aterrizada, humana; en resumen, una mujer ejemplar y excepcional. 

Verla por TV conversando con los estudiantes de las escuelas públicas y privadas de Puerto Rico, paseándose entre ellos sin un ápice de arrogancia, altanería o pedantería, con una sencillez y contestando sus preguntas con una naturalidad increíble. Realmente, inspira. Verla agradeciendo al coro de la UPR una canción, saludándolos y hasta abrazándolos. Verla conversando con unos estudiantes sordomudos sobre su condición e inspirándolos es realmente reconfortante porque nos da a todos un modelaje increíble. Nos hace entender que nosotros también podemos hacerlo. Eso es lo que la hace grande. 

Inmediatamente pensé en esas divas “wannabe” boricuas que su mayor aspiración es aparecer en las portadas de las revistas de chismes y que todos las admiren. Esas que buscan estirar al máximo sus 15 minutos de fama. Esas que quieren “ser la más buena” de tal o cual programa. Esas que buscan estar en las listas de “las más (cualquier cosa)”, que la gente las idolatre y que las chiquitas las imiten. Pura banalidad. Esos son los modelos que debemos erradicar, los que debemos obviar.

En nuestra vida y en el diario vivir nos hemos encontrado con muchas personas que nos han motivado, nos han inspirado y nos ha hecho querer ser mejores. Yo le doy gracias a Dios porque he tenido muchas. Puertorriqueños que nos inspiran a ser cada vez mejores, a vencer todas las vicisitudes, a dar lo mejor de nosotros y a querer hacer de éste, un mejor país. Comencemos a emular las buenas características, las buena acciones, las buenas habilidades, las buenas maneras. Empecemos a identificar en nosotros esas cosas que hacen grandes a los nuestros. 

Nos debemos inspirar en los mejores y dejar que se "nos pegue" lo mejor de ellos. Y que según vemos en ellos modelos a seguir; con nuestro comportamiento, manera de ser y de actuar, seamos ejemplo para otros. Busquemos sacar lo mejor de nosotros y ser los modelos que necesitan nuestros niños y jóvenes. Que sigamos inspirando a otros, para que éstos a su vez inspiren a otros y así sucesivamente. Que no perdamos la inspiración ni el compromiso, para que nunca dejemos de escuchar: “Cuando sea grande, quiero ser como…”.

1 comentario:

  1. Yo también quisiera ser como ella y como la hermana Socorro Juliá, y como el doctor Vargas Vidot, y como el ingeniero Alexis Massol, y como muchos maestros/as queridos/as.

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