Esta entrada la estuve toreando por algún
tiempo. La he rumiado mucho porque no me gusta disparar de la vaqueta. Hay que analizar
las cosas mirándolas de frente, a la distancia, sin miedo y con cabeza fría. Eso
es lo que he tratado de hacer.
Sé que estoy entrando en aguas profundas
y caminando en suelo minado pero, ¿qué le vamos a hacer? Tengo que decir las
cosas como las he visto y sin dorar píldoras, aunque a muchos no les parezca. A
esos, mis disculpas; pero es momento de dejar los paños tibios. El primer paso
para resolver un problema, es reconocerlo.
Si algo ha quedado claro, y mientras
pasan los días más se ve, es la falta de transparencia y la carencia de un buen
plan de manejo de la comunicación. Llevamos más de setenta días del paso del
huracán María y vemos muy poco avance, mensajes contradictorios, informaciones
sesgadas y una gran incongruencia entre lo que se dice y lo que se ve, se lee o
se conoce.
Comunicar no es tarea fácil, más bien es
algo complejo. Es muchísimo más que hacer conferencias de prensa, enviar
comunicados, buscar el ‘Photo Opportunity’ y un ‘hashtag’. No es propaganda, adoctrinamiento
o manipulación. Es desarrollar una estrategia de comunicación clara, veraz y
efectiva. Es informar, educar. Es actuar.
En muchísimas ocasiones lo que se quiere
comunicar o se cree que se está comunicando, no es igual a lo que se proyecta o
se percibe. Se puede decir algo, pero el lenguaje corporal, los gestos y hasta
la voz pueden llevar otro mensaje. Mucho de esto, vemos.
He comentado en par de ocasiones que en
un principio tuve una buena impresión del manejo de la comunicación por parte
del gobierno. Se
tomó muy en serio la situación y su función de orientación y gestión. La
proyección del gobernador fue buena. El mensaje fue claro y efectivo. Gracias a
esto se salvaron muchas vidas.
Pero
también vi las tribus de colores en acción. Ver en
TV, a punto de entrar el huracán, una entrevista a una alcaldesa que indicaba
que no le habían entregado una planta eléctrica y unos catres que le habían
prometido. Pasarían el huracán a oscuras y las personas sin tener dónde dormir.
Más chocante fue, que en el reportaje
siguiente, se mostraba otro municipio donde se indicaba que todo estaba en
orden, con planta disponible, y hasta que tenían catres guardados por si
llegaban más refugiados. ¿Tendré que decir de qué partido era cada quién? Me
parece que no.
Una vez pasado el fenómeno, la buena
percepción comenzó a cambiar. Vamos a decir que los primeros días no se sabía
ni la hora que era y había que dar margen para maniobrar. Pero no podemos
escudarnos en eso para justificar lo que no se hizo bien.
Se empezó a notar la falta de un plan, de
una estrategia de comunicación. Desde que pude seguir los medios lo percibí, y con el pasar de los días
lo confirmé. La respuesta gubernamental resultó lentísima. En muchísimas ocasiones se valora más la reacción que el
acontecimiento mismo.
Parecía que el problema era más grande de
la capacidad para manejarlo y que se estaba improvisando. Se enfocaron más en la
estructura que en el contenido. En la forma, más que en el mensaje. En la
proyección, más que en la realidad. Mucho se ha dicho del COE, tanto de un lado
como del otro; pero ahí no voy a meterme.
Empecemos
con las conferencias de prensa. ¿A quién iban dirigidas? ¿Quién era el público
primario, el pueblo puertorriqueño o la prensa estadounidense? Las conferencias
de prensa comenzaban en inglés y llegó un momento que tres cuartas partes eran
en ese idioma.
¿Cómo creen que reaccionaría una persona que
está aislada, que no sabe lo que estaba pasando, que tiene poca comida, no
tiene techo pero sí sólo un radio de baterías y la información que se da no la
entiende porque no habla inglés? Lo del idioma es algo básico
porque era necesario informarles. Que supieran que no
los habían abandonado.
Referente al gobernador, se perdieron muy buenas
oportunidades para hacerlo brillar y solidificar su imagen. Como en un principio proyectó muy bien, lo sobreexpusieron y quemaron
el cartucho demasiado temprano. Estaba en todos lados haciéndolo todo, como si
él fuera el único que estuviera trabajando. Pasó de información a propaganda.
Y no pueden faltar los “Photo
Opportunity”. Para mí resultaba inaudito que enfrentando una crisis como la que
tenemos, hubiera -y haya- espacio para tanta foto que no son documentación, que
son posadas, que son para la cámara, para promocionarse o para propaganda.
Me chocó mucho ver una foto del
gobernador entregándole los toldos azules a un senador de San Juan, ¿por qué a
él? Desde hacía par de semanas, ¿no se estaban esperando los benditos toldos
azules y nadie decía nada?¿No que es el Cuerpo de Ingenieros el único
autorizado a colocarlos?
A eso hay que añadirle las fotos montado
en una excavadora y poniéndose el chaleco para ‘limpiar’ San Juan?. No creo que
tengo que explicar nada. Se cae de la mata. ¿Y la foto del gobernador activando
La Plata? Entre esas, muchas más. A eso hay que añadirle la de otros políticos,
de un bando y de otro, porque aquí el que más y el que menos, lo suyo tiene.
Hablando de San Juan; la alcaldesa, como
todos, también tiene lo suyo. Pero no voy a decir nada aquí porque su
estrategia de comunicación es un caso digno de estudio y de discusión. Merece
una trepadita aparte.
No podía dar crédito, al campo de batalla
creado y que sigue activo. Se ha perdido el foco de lo que es la prioridad y lo
importante para darle paso al ataque entre unos y otros, para politiquear y
para aplanar el camino para las elecciones. Ya veo las campañas…
La AEE se convirtió en el talón de
Aquiles del gobernador. Apareció ‘Whitefish’ y se abrió la compuerta. Me estuvo
súper interesante que a partir de ahí no se hacían conferencias de prensa
conjuntas. Ya no había logos ni símbolos del gobierno central, sólo de esa
corporación pública y sólo estaba el director ejecutivo.
Y algo que le podría perjudicar al
gobernador es que no despidiera al director ejecutivo; sino que se le ‘aceptó’
la renuncia. La razón que se dio es porque era una distracción, no que su
trabajo fue pésimo. Eso lleva mensajes contradictorios. Es que esos son puestos
de confianza y con despedirlos es suficiente. ¿Por qué darles a ellos la
opción?
Y
seguimos atorados con la falta de electricidad. Se habla de generación y se
reconoce que no se tienen estadísticas, o por lo menos dicen no tenerlas, de
cuántas personas tienen energía eléctrica. Y se negaba que no se avanzaba por
falta de materiales y resulta que ahora se le saca partido noticioso a todos
los postes que llegan.
Muchísimos
comercios están cerrando, los supermercados con muchas carencias de productos y
muchas familias padeciendo la falta de electricidad. Hay muy pocos semáforos
funcionando. Muchos sectores de nuestra economía todavía no arrancan.
Se hablaba de que el país se estaba
recuperando y lo que se veía en las redes sociales era otra cosa. Se habla de un aumento en los
niveles de pobreza. De un cuarenta y tantos antes del huracán a un cincuenta y
tantos para estas fechas.
‘Puerto Rico se levanta’ pasó a ser sólo un
estribillo. El mensaje oficial chocaba con las historias y lo que se presentaba
en los medios, sobre todo en los estadounidenses. Parecía que hablaban de dos países
distintos. Esto abrió la ‘caja de Pandora’ porque
comenzó a fluir información que era diferente a la que se había dicho.
Aquí tengo que decir que lamentablemente,
salvo algunos medios puertorriqueños, quiénes sacaron a la luz muchísimas cosas
y nos pusieron de frente la realidad que vivía el país fueron los medios
estadounidenses.
Y aparecieron las cifras de muertos. Y el
gobierno desmintió lo que dijera algún medio estadounidense. Al final, resultó
que estaban en lo cierto. Aumentó la cifra de muertes asociadas al huracán, la
cantidad de cremados y muchísimas cosas más.
Siguieron
apareciendo informaciones contradictorias relacionadas a los suministros, a las
ayudas, a los fondos. El gobierno reconoció que no tenía Plan B y que esperaba
por la ayuda de los EEUU. En eso estamos a más de setenta días. Al sol de hoy, no
se ve un plan del gobierno, pero se sigue diciendo que nos estamos levantando.
No se deben crear falsas expectativas.
Después de estos setenta y tantos días y en muchos lugares estar como casi al
principio, es inevitable una laceración en la confianza y la credibilidad,
tanto para funcionarios y agencias locales como federales.
En muchísimos renglones todavía no hay un
cuadro claro de la realidad. Las dudas y la desconfianza crecen porque se dice una cosa y se hace otra. Es mejor que usted diga las
cosas tal cual son desde un principio. Crear faltas expectativas o los 'chijí, chijá' para quedar bien, no es la solución. NO se miente, ni se omite, ni se
acomoda, ni se cambia la información. Al final, todo se sabe.
Se habla de transparencia pero no se ve porque
el discurso es uno y la acción es otra. El desarrollo de una buena estrategia
de comunicación debe estar de la mano de la ética y dirigida al bien común, no por
intereses particulares o de terceros. Hay que desarrollarla diciendo la verdad con un mensaje claro y preciso.
Se agradece más la sinceridad y la verdad, por dura que sea la realidad, que acomodar las cosas de manera que se aparente estar bien y que pensemos que el mundo es una cascada de colores y que Bambi corre por le bosque detrás de la mariposa.
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