Este año que está a punto de terminar nos
dejó muchas lesiones, pero también muchísimas más lecciones. Creo que la más
importante fue que pudimos mirar de frente el país que realmente somos. No el
que nos quieren vender otros, el que quieren que creamos o el que se quieren
inventar.
Somos un país pobre, con muchísimos
problemas y mal administrado. Con una mala planificación, con servicios
deficientes, costosos y hasta obsoletos. Mucho de esto gracias a la corrupción
rampante, el amiguismo, el nepotismo y la politiquería. Y nos impusieron una
junta de control fiscal.
Somos un país miope, con una autoestima
arrastrada por los suelos, una mentalidad de colonizados que nos mata y el
síndrome de Estocolmo en todo su apogeo. Muchos creen que empezamos a ser gente
cuando los EEUU nos invadió y que si ellos no podríamos subsistir; sin darse
cuenta que desde antes del 1898 ya éramos una sociedad establecida.
Pero el azote de los huracanes Irma y
María hizo que muchos, porque ya otros lo teníamos muy claro, se dieran cuenta
de esta realidad nuestra. Para mí, el primer y más decisivo paso para la
recuperación o sanación de las cosas es reconocerlas. Sólo así, podremos
superarlas.
La única manera de resolver los entuertos
y superarlos es tomar el toro por los cuernos. Hay que mirar las cosas de
frente y sin miedo. Hay que aceptar los errores, no tratar de culpar a otros,
aceptar la responsabilidad y buscar soluciones. Estamos en la coyuntura
perfecta para hacerlo.
Y es que muchos están empezando a darse
cuenta que tenemos que hacer algo. Dejar las cosas en las manos de los
políticos no es la solución. Largo historial existe de que algunos anteponen
sus intereses personales, de terceros y de sus partidos al bien común. Y esto
ya es algo cada vez más generalizado.
Tenemos que dejar de darle cheques en
blanco para que hagan lo que quieran. Si no hubiésemos sido tan permisivos y
confiados, no estuviéramos donde estamos. Y si mal estábamos antes de los
huracanes; ahora, muchísimo más.
Y debemos estar más listos que antes.
Ahora mismo, luego de la catástrofe, están corriendo los millones de dólares en
ayudas. Tenemos que estar muy pendientes y fiscalizar el uso de esos fondos
para que sean destinados a quienes más lo necesitan.
El dinero debe ser utilizado en lo
verdaderamente importante. La prioridad debe ser las personas y su recuperación;
no debe usarse para otras cosas. Demasiada carencia hay en este país. Muchos
todavía no tienen techo, otro tanto está sin los servicios básicos. En Puerto
Rico, hay muchísima necesidad.
Pero si este país está empezando a
recuperarse; en gran medida ha sido por la acción de la sociedad civil, por las organizaciones, las comunidades y los puertorriqueños que viven fuera. Un
pueblo que se ha dado cuenta que si no somos nosotros mismos los que nos
apoyamos unos a otros, esto no va a empezar a caminar.
Estamos empezando a racionalizar que
tenemos la fuerza para lograr lo que queramos. Que no tenemos que esperar o
depender de otros. Que quienes nos limitamos somos nosotros mismos.
Nos estamos dando cuenta de lo que realmente
significamos para el país del norte. No importa cómo algunos traten de
justificarlo, como lo disfracen o cómo busquen acomodarlo, la verdad es una y
está ahí. No reconocerlo es ser parte del problema porque vivir del cuento y de
la ilusión, no va a hacer que suceda.
Hay que tomar el toro por los cuernos y
entenderlo de una buena vez. Muchos sólo ven el norte como una fuente de
dólares y han dejado caer el país esperando que los EEUU nos rescaten. Piensan
que, al final, nos anexionaremos. Eso, aunque yo siempre he estado clara que no
pasará, cada vez se ve más lejos.
Luego que lo entendamos y lo racionalicemos,
debemos trabajar con las posibilidades y las opciones disponibles; no las de la
imaginación. Tenemos que bregar con realidades. Tenemos que madurar.
Y aclaro, porque aquí a la gente le gusta
tirar de la vaqueta sin racionalizar las cosas; no estoy hablando de estar en
contra o ser enemigos de nadie. Hablo de tener una relación madura con la
nación estadounidense, de tú a tú, no de servilismo o sumisión. No de
sometidos.
Como ya dijera, estamos en la coyuntura
perfecta. Y antes de que en otros lares allanen el camino para la separación y nos lo impongan
a la trágala, debemos verlo como una posibilidad y comenzar a pensarlo, a
racionalizarlo, a estructurarlo. Debemos empezar a cuajar un proyecto de país.
¿O todavía hay quien cree que cada día que pasa esto no tiene más y más posibilidades de pasar? Dejémonos de cuentos chinos. Esto, cada vez
está más cerca. Cuando algo no les sirve, lo desechan.
Debemos repensar lo que somos, lo que
aspiramos ser y lo que vamos a ser. Debemos empezar a cultivar las relaciones
con los Estados Unidos de otra manera. Debemos empezar a mirar el mundo y todas
sus posibilidades.
Pero también, y más importante, debemos
empezar a mirarnos a nosotros mismos; lo que valemos, lo que podemos dar, lo
mucho que podemos hacer. Debemos dejar de pensar en chiquito. Debemos superar
los síndromes, los complejos y las culpas. Debemos aprender a querernos más. Este es el momento de empezar. S ólo falta que lo entendamos y decidamos hacerlo.
Debemos mirar el futuro de frente y sin miedos. En nosotros está ser lo que queramos ser. Porque como el Josco, la maña y la cría la tenemos. Empecemos a delinear nuestra nueva nación, el Puerto Rico que queremos y la patria que nos merecemos.
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