En Puerto Rico, estamos en la antesala de la semana del relacionista profesional. Así que me parece que es la coyuntura perfecta para reflexionar un poco sobre la función de este profesional de la comunicación.
Del relacionista se dice mucho; algunas cosas fundamentadas, otras totalmente fuera de la realidad. Demasiadas leyendas urbanas existen; muchas historias que dan paso a ellas, pero con el agravante de que casi en su totalidad no son realizadas por relacionistas, pero las etiquetan como nuestras.
Demasiada desinformación. Demasiado desconocimiento. Demasiada tergiversación. Demasiada repetición. Demasiado ‘papagayismo’ (Me lo acabo de inventar –Je, je-, pero estoy segura que todo el mundo entendió el concepto. Já). En fin, demasiado de todo.
No se investiga, no se busca más allá, no se pregunta. Simplemente se le engancha el nombre de ‘relaciones públicas’ o de ‘relacionista público’ (¡HORROR!) y comienza el ataque. Lamentable por demás. Así que, ¿qué mejor momento para aclarar par de cosas?.
Primero, sigo oyendo a diferentes líderes de diversidad de campos, ponerle el sello de relaciones públicas a cualquier cosa que, para ellos, no es bien vista o negativa. Lo denuncian de manera visceral: “Esa gente lo que está haciendo es relaciones públicas’. “Ese gobierno hace relaciones públicas”. “Esas son relaciones públicas de tal compañía”.
Ahí yo levanto la ceja y digo: ¿Por qué le ponen el nombre de relaciones públicas a las cosas negativas o que no son? ¿Por qué catalogarlas así? ¿No las utilizan ellos en sus organizaciones? ¡Claro que las utilizan!, ¿por qué entonces la connotación negativa y usarla para atacar a los demás? ¿Por qué no sacar ‘las relaciones públicas’ del enredo y ponerle el nombre que es? Rumiándolo…
Así que eso me trae como por ‘tropecienta’ una vez -como dice una amiga cuando lo ha dicho mucho- a definir lo que es relaciones públicas. ‘Relaciones públicas es un proceso de comunicación estratégica que construye relaciones mutuamente beneficiosas entre las organizaciones y sus públicos’.
Importante prestarle atención a las palabras ‘proceso’, ‘comunicación’, ‘estratégica’, ‘construye’, ‘relaciones’, ‘mutuamente beneficiosas’. Su fin, no es negativo; al contrario. Lo que busca es crear, establecer, unir, armonizar, comprender, compartir, dialogar, entender, educar, trabajar juntos, aceptar, asumir responsabilidad, lograr, edificar.
Y caemos en el objetivo de esta entrada, el relacionista como estratega de la comunicación. El estratega, según la RAE, es una ‘persona versada en estrategia’. Y para estar claros, versado es ‘ejercitado, práctico, instruido’.
Pero para saber de lo que estamos hablando, definamos qué es la estrategia. Según la RAE, en sus tres acepciones, es ‘Arte de dirigir las operaciones militares’, ‘Arte, traza para dirigir un asunto’ y ‘En un proceso regulable, conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento’.
O sea, que el relacionista viene a ser el ‘artista -porque esto mucho de arte tiene- que traza las operaciones de comunicación de una empresa, organización, institución o persona para lograr asegurar la decisión óptima en cada momento’ (Hoy me he ‘botado’ inventando. Je, je). Eso, para mí, es el relacionista.
Y no creo que haya otra manera de mirarlo. El relacionista es quién desarrolla, o se supone que así sea, todo lo relacionado a la comunicación de la empresa, organización, institución o persona para la que trabaja. Es quien articula de manera estructurada y estratégica el qué, el cómo, el cuánto, el cuándo, el dónde y el por qué de la comunicación.
Es quien toma los objetivos empresariales y los hace entendibles a todos los grupos con los que la institución, organización o persona se relaciona. Por eso, cada una de las cosas que planifica deben estar fundamentadas en ellos. Por eso es importante hacerlo estratégicamente y a largo plazo; porque la comunicación es un proceso.
Es quien usa la creatividad para mostrar la identidad corporativa a través de todo lo que se comunica y se hace, se dice y se proyecta. Es buscar diferenciarla de las demás mostrando su personalidad y dándola a conocer de manera inequívoca. Es quien busca crear y establecer la confianza entre los públicos y ella. Es quien construye y protege su reputación.
El relacionista es quién traduce ‘en arroz y habichuelas’ los mensajes de las empresas para que se entiendan; es quién los aterriza. Y esto lo digo porque somos como traductores. A veces cosas difíciles o complicadas de entender hay que simplificarlas para que los públicos o grupos a los que van dirigidos, los entiendan.
Es quien vela que, a través de los mensajes, las campañas, las actividades, las colaboraciones, etc., se vea la buena voluntad de la empresa. Es quién lidiando con las situaciones, las experiencias, etc., puede mostrar su compromiso con la comunidad a la que sirve. Cualquier cosa, por insignificante que parezca, debe estar fundamentada en una estrategia.
Y lo más maravilloso de las relaciones públicas y de un buen estratega de comunicación, es que debe estar consciente que no hay una fórmula única. Cada cliente es completamente diferente, tiene objetivos diferentes, trabaja con grupos diferentes. Por eso se requiere un estratega para trabajarlas de manera correcta, ética, responsable, comprometida y efectiva.
Es por esto que siempre digo que las relaciones públicas no son cualquier cosa, ni puede hacerlas cualquiera. Y me refiero a que se necesita tener la base académica, vasto conocimiento, estar actualizado, conocer las tendencias, dominar la tecnología, renovarse. Hay que tener una educación holística. Tener profundidad de pensamiento.
Por eso las relaciones públicas es una profesión. Por eso el relacionista se prepara académicamente. Por eso, escuelas de comunicación como la de la Universidad del Sagrado Corazón y como otras instituciones educativas, buscan preparar a los estudiantes lo mejor posible. Y no puedo dejar de mencionar que soy fruto del programa graduado de relaciones públicas de Sagrado, que este año cumple su 25 aniversario. ¡Felicitaciones!
Por eso la Asociación de Relacionistas Profesionales de Puerto Rico luchó por la regulación de la profesión. Por eso tenemos una junta reglamentadora de relacionistas y existe una licencia. Por eso tenemos que tomar cursos de educación continuada y estar al día. Por eso tenemos que estar todo el tiempo aprendiendo, creando, inventando, evaluando; educándonos.
Tenemos que seguir educando al público sobre las relaciones públicas, la ética, la dimensión estratégica del trabajo del relacionista. Tenemos que enfocarnos en esto. Tenemos que seguir mostrando su importancia. Tenemos que seguir haciéndolo. Tenemos...
Ahora bien, pensemos qué representa las relaciones públicas para nosotros y para nuestra sociedad. Cuál es nuestra posición -la del relacionista- dentro de ella y qué se espera de nosotros. Cuando comencemos a entender y visualizar todo esto, nos daremos cuenta que nuestra responsabilidad es muy grande y comprenderemos cuán agraciados somos de ejercer esta profesión.
Ahora bien, pensemos qué representa las relaciones públicas para nosotros y para nuestra sociedad. Cuál es nuestra posición -la del relacionista- dentro de ella y qué se espera de nosotros. Cuando comencemos a entender y visualizar todo esto, nos daremos cuenta que nuestra responsabilidad es muy grande y comprenderemos cuán agraciados somos de ejercer esta profesión.
*Las ilustraciones fueron tomadas de Internet, con el único fin de acompañar este escrito.
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