He llegado a pensar, que en vez de haber llamado este blog ‘trepada en la sillita’ debí haberlo llamado ‘A ver si por fin entendemos que es relaciones públicas’, o ‘Cruzada por las relaciones públicas’ o ‘Pa’ que sepamos de qué van las relaciones públicas’ o cualquier otro nombre que quieran; pero el concepto del blog, ya estaría claro.
Y es que en dos años he tenido que ‘treparme’ más de cuatro veces tratando de explicar lo que es relaciones públicas. Es que le enganchamos el nombre de ‘relaciones públicas’ a cualquier cosa que no sabemos cómo llamarla y a lo que no es porque no tenemos idea alguna; pero tampoco buscamos información para saber qué rayos es esta disciplina de la comunicación. Total, si con ser simpático -mientras más simpático, mejor-, sociable, conocer mucha gente, hablar mucho y organizar fiestas, serás un ¡É-X-I-T-O!. YEAH!
Cuando pienso cómo muchos definen las relaciones públicas, visualizo a un niño frente a una piñata tratando de romperla a ‘batazo limpio’; pero claro, con los ojos vendados y mareado por tanta vuelta. Y es que no tenemos idea dónde está la piñata, ni mucho menos lo que tiene adentro. Pero ahí estamos intentando golpearla; dando palos a ciegas a diestra y siniestra para ver si, por una de esas casualidades de la vida, la destrozamos de un golpe y conseguimos los dulces. Extenuante, ¿no? Pues así.
Y la pregunta que me hago con bastante frecuencia es, ¿alguna vez sabremos qué rayos son las relaciones públicas? Y es que el desconocimiento o la confusión parece que va en aumento. Y lo más frustrante para mí, y ahí saco el ¡Hay que orar!, ¡Bendito sea Dios! y ¡El tsunami está en ‘cue’!, es que muchos de los que no saben son comunicadores. Eso sí que es de miedo. Aunque, gracias a Dios, no son todos; porque si no, muy mal nos fuera.
Para mí es inconcebible que un comunicador no tenga idea lo que es otra de las ramas relacionadas. Encima, y lo más preocupante, es que en muchas ocasiones no sólo desconocen lo que es relaciones públicas, sino que perpetúan conceptos equivocados. Como la gente no tiene idea de nada, se creen todo lo que leen en el periódico, escuchan en la radio y ven en la televisión o en los medios sociales. No hay filtro, no hay cuestionamiento, no hay corroboración, no hay análisis crítico, no hay nada. Y así seguimos arrastrando conceptos errados.
Si no conocemos, deberíamos buscar, preguntar, aprender, etc.. Pero no, ‘yo no hago relaciones públicas y punto’ eso lo escuchamos con bastante frecuencia. Muestran las relaciones públicas como algo negativo, nebuloso, sombrío, maquiavélico. Las ven como la trampa, la mentira, la manipulación, la corrupción, etc.. Y más lejos de la verdad no pueden estar. Si supieran lo que verdaderamente es, se sorprenderían porque más que un ‘enemigo’, es un aliado.
Pero ahí rápido bajo dos, saco mi carita número tres y subo el nivel de tolerancia a cinco y digo: “Tranquila. No todos tienen por qué saberlo -pero deberían- y no hay por qué preocuparse. Con sólo seguir explicándolo y con el ejemplo de muchísimos excelentes relacionistas que hay, poco a poco la gente lo va a entender”. Pero vuelvo a pensar en los comunicadores… y me da ansiedad; porque si tú no sabes lo que es, ¿cómo lo vas a comunicar correctamente?
Y clara estoy que para muchos, el perpetuar estos conceptos errados es el resultado de experiencias vividas. Pero si estuvieran claros de lo que es, sabrían diferenciar la paja del trigo y cuando tuvieran las situaciones, sabrían que ese con el que se tropezaron, relacionista no es.
Porque aquí, mucha gente que ‘hace relaciones públicas’ no sabe lo que está haciendo o no tiene idea de lo que es; pero aparentan saber. Esos son los que hacen cualquier cosa por salirse con la suya. Los que se le sientan encima a la ética, a la credibilidad, a los procesos y a las maneras; entre otras cosas. Los que prometen villas y castillas para lograr lo que quieren y luego si te veo, no te conozco. Los que no tienen desarrollada estrategia de comunicación alguna y todo lo consiguen como no se deberían hacer las cosas.
Y aquí quería llegar. Porque se acusa a los relacionistas de muchas cosas pero cuando vienes a ver, ese con el que se tuvo ‘la diferencia’ ni lo estudió ni está licenciado. Porque damas y caballeros, en Puerto Rico la profesión se estudia y está regulada. Pero hay muchos por la libre; “practicándola al garete”, que no tienen la preparación o poseen una licencia. Y en muchas ocasiones, llaman relaciones públicas a lo que hacen; que al final, no lo es. Así que, ¡ojo!, que pueden estar pagando justos por pecadores.
Y entre tanta cosa que no es, ahora se añade una nueva; que para aspirar a ser una reina de belleza, hay que ser ‘relacionista público’; con el ‘público’ enganchado para hacerlo más dramático. Leí una entrevista en prensa sobre esto y quedé en estado catatónico por buen rato. Pensé que era una broma, pero no; era en serio. No podía creer que hablaran de relaciones públicas cuando eso no tiene nada, NADA, N-A-D-A, que ver con lo que estaban hablando. Ahí saqué el disco compacto con musiquita de meditación y lo solté... Je, je.
Siempre he dicho que las cosas hay que llamarlas por su nombre y que si alguien quiere hacer algo o ejercer alguna profesión, en este caso las relaciones públicas, puede hacerlo. Lo que sí; es que uno debe prepararse, leer, buscar, tomar seminarios, entrar a las organizaciones profesionales, etc.. Esa es la única manera responsable de hacerlo bien. Porque la comunicación no es cualquier cosa y trabajarla conlleva una responsabilidad inmensa.
Y es que debemos de estar claros, dejando atrás las leyendas urbanas, que el relacionista es un asesor en comunicación. Que según hay asesores legales, financieros, etc., hay asesores en comunicación. Que el relacionista es quien desarrolla la estrategia comunicacional de la empresa, de individuos y de instituciones; entre otros. Que es quien desarrolla los diferentes mensajes para los diferentes públicos que impacta su cliente; siempre tomando en consideración la particularidad de cada grupo de manera responsable y con un alto sentido de la ética.
Es el que vela por la identidad corporativa y que trabaja con asuntos públicos y entidades gubernamentales. El que trabaja con la comunidad circundante, con los empleados y sus familias, con los accionistas, con los suplidores y con diferentes funcionarios del gobierno, de organizaciones deportivas, educativas, sociales y religiosas; entre otras.
Es quien organiza actividades, actos, etc.; pero no por el mero hecho de ‘fiestar’, sino porque están dentro de una estrategia y cumplen con un propósito específico dentro del programa de relaciones públicas del cliente. Aquí dicen fiesta y cóctel = relacionista. No, no, no; así no es.
El relacionista es quien desarrolla el mensaje a comunicar durante una crisis. El que trabaja con organizaciones sin fines de lucro y con todo tipo de grupos relacionados con su cliente. Es quien siempre busca que se cumpla con una responsabilidad social. Es el estratega, el que piensa, el que arma la estrategia de comunicación. Eso es el relacionista, un estratega, un asesor en comunicación; lo otro, son cuentos de camino.
El relacionista es quien desarrolla el mensaje a comunicar durante una crisis. El que trabaja con organizaciones sin fines de lucro y con todo tipo de grupos relacionados con su cliente. Es quien siempre busca que se cumpla con una responsabilidad social. Es el estratega, el que piensa, el que arma la estrategia de comunicación. Eso es el relacionista, un estratega, un asesor en comunicación; lo otro, son cuentos de camino.
Sólo espero que con esto se entienda un poquito mejor lo que es relaciones públicas. Necesitamos, nosotros los relacionistas, esforzarnos más en educar a las personas. Es importante que, con el ejemplo y la palabra, enseñemos a los demás lo que es relaciones públicas y lo que implica trabajar como estratega de comunicación.
Concienciemos a nuestros clientes, amigos, conocidos, familiares, etc.; sobre la gran responsabilidad que requiere el manejo de la comunicación. Que entiendan que esto conlleva mucha seriedad y compromiso con nosotros mismos como profesionales y con la sociedad en la que nos desenvolvemos. A ver si por fin, en cien años, empezamos a entender qué rayos son las relaciones públicas.
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