Hay personas que inspiran. Hay personas que motivan. Hay personas que marcan. Hay personas que enamoran. Hay personas que dan esperanza. Hay personas que transforman. Hay personas que dejan huella. Hay personas como el papa Francisco.
Francisco ha resultado ser una revelación, por lo menos para mí. No era “mi candidato” para ser papa, pero mis amigas argentinas, que conocían a Jorge Mario Bergoglio, no dejaron de decirme lo especial que era. “Tiene un pulmón y dos corazones”; es la frase que me ha repetido varias veces una de ellas.
Como católica acepté al papa Francisco -al igual que muchos en el mundo- como nuevo pontífice, como vicario de Cristo, como obispo de Roma y como jefe de estado. No tenía por qué no hacerlo; era la decisión del cónclave. Además de que me fío del buen juicio de mis amigas. Y en poco más de cuatro meses como líder de la Iglesia Católica, está demostrando la buena madera de la que está hecho.