Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

miércoles, 24 de julio de 2013

Nos queda país todavía; ¿quedan puertorriqueños dispuestos a salvarlo?

“Nos queda país todavía”. Leí esto en una columna del periodista puertorriqueño Benjamín Torres Gotay y, desde ese momento, no deja de darme vueltas en la cabeza. Luego de esto me pregunto constantemente, ¿quedamos puertorriqueños dispuestos a salvarlo?. Pero, aquí es que la “puerca entorcha el rabo”.

Y digo esto porque, al parecer, estamos resignados a que un tren nos pase por encima. Un mar de desesperanza nos está ahogando. Hemos permitido que un sentimiento de derrota nos domine; nos limite, nos anule. Hemos perdido la fe, la alegría, la confianza, la paz. Hemos colgado los guantes. 

No estoy segura cuando empezamos con esta actitud tan derrotista –quisiera yo saber cuándo-; pero en los últimos tiempos nos hemos venido a menos y nos hemos convertido en la negatividad andante. ¿Siempre fuimos así? No creo.


Pero es que, además, somos unos fatalistas de primera. Todo lo vemos negro, vemos el vaso medio vacío y no dejamos de culpar a otros por todo lo que pasa en este país. Estamos claros de cómo llegamos aquí. Sabemos quiénes son los principales responsables y los corresponsables; que en esta categoría caemos todos. Hemos aceptado todo lo que nos han hecho tan sumisos, tranquilos y complacientes. Pues, “así son las cosas”, decimos. 

Lo más increíble de todo, es que esta situación, en vez de sacar lo mejor de nosotros ha sacado lo peor. Nos hemos convertido en seres despiadados, criticones, que juzgan a los demás, que tiran de la baqueta, que difaman, que señalan, que acusan. Preferimos destrozarle la reputación a alguien que darle el beneficio de la duda. Nos burlamos, estamos llenos de prejuicios y atacamos al que es diferente.

No respetamos ni la religión, ni la preferencia sexual, ni los ideales políticos de los demás. Aplicamos la ley de embudo; todo para nosotros, nada por los demás. Somos conspiradores, clasistas, tapamos las indiscreciones de los nuestros y señalamos las de los otros. Somos capaces de aceptar y justificar los actos de corrupción de los políticos de nuestro partido, pero acusar y señalar al contrario que hace lo mismo.

Cualquier cosa que diga o haga cualquiera, se duda, se juzga, se ataca. Y esto no sólo con el gobierno o la política, sino con todo. Sólo basta leer los comentarios de las personas en los diferentes medios sociales y en las plataformas de noticias para darnos cuenta que cada vez somos más despiadados e insensibles con los demás. Es lamentable.

Y no es que uno se quede callado, que acepte todo y que no denuncie las cosas que pasan; eso no es. Es decir las cosas como son, pero de una manera constructiva, positiva y clara. Es tratar de aportar a que esto mejore, no a que se fastidie más. 

Ahora bien, ¿nos vamos a seguir lamentando y revolcando en la miseria o vamos a meterle mano a la situación?.  He aquí el meollo de esta reflexión y a lo que quería llegar. ¿Hasta cuándo?. ¿Tendremos los pantalones para cambiarlo?.

Siempre he escuchado, y así lo he comprobado a través de mi vida, que todo está en la actitud que asumamos ante las situaciones que se nos presentan. Todo va a depender cómo afrontemos las cosas; o nos derrotamos de entrada o luchamos por lo que queremos. Creo que más que un problema económico y social -que lo hay- nuestro gran error es cómo lo estamos afrontando. 

Dicen que la negatividad atrae negatividad y que el positivismo atrae positivismo. ¿Por qué carajete entonces nos seguimos revolcándonos en lo que pica el pollo?. ¿Es esto lo que nos gusta; que siempre nos estemos lamentando para que nos compadezcan? ¿Por qué nos derrotamos antes de empezar?. ¿Es tanto nuestro complejo?.

Y no estoy diciendo esto por decirlo. Bueno, alguno creerá que me fumé cualquier cosa y que estoy diciendo bobadas. A lo mejor sí -lo de las bobadas, porque lo de la fumada, por ahí nunca ha ido la cosa jeje-, y hasta razón tiene. Pero es que de la única manera que vamos a poder salir de esto es enfrentándolo y tratando.

Las crisis son los mejores momentos para que la gente se una y trate de hacer un cambio. Es buscar soluciones creativas a las situaciones que tenemos. Y esto no es para dejárselo al gobierno; al contrario, es para que nosotros tomemos más protagonismo en todo. Miren cómo ellos nos han dejado el país, ¿y todavía pretendemos que sean ellos quiénes lo resuelvan? ¡Qué va!. 

¿Y cómo lo hacemos?. Pues primeramente cambiando de actitud y alejando el manto negativo que nos arropa. Es fácil decirlo, pensarán algunos. Pues sí, es fácil decirlo, pero también lo es hacerlo. Todo es cuestión de dejar de lamentarnos y ponerse a ello. Es colaborar, compartir, trabajar en conjunto, buscar soluciones y el bien común. Es que nos enfoquemos en lo positivo, en tratar de sacar este país adelante y en comenzar a hacer; cada uno desde su “trinchera particular”. 

Sé que el panorama no es muy alentador. Que todo ha aumentado, que cada vez hay menos posibilidades, que las calles cada vez están peor y que hay menos recursos para responder a las necesidades del pueblo. Que hay problemas en muchas corporaciones públicas, que hay grandes abismos sociales, gran carencia de valores y miles de problemas más. Pero esto, en vez de vencernos, debería comprometernos más. Debería ser el aliciente para que busquemos cambiarlo.

Y no me digan que esto es algo imposible. Muchos ejemplos tenemos de personas que están propiciando un cambio; tanto nacional como internacionalmente. Y aquí no puedo dejar de mencionar al papa Francisco. Gran lección nos está dando con su actitud, su compromiso, su entrega, su humildad, su esperanza y su respeto a los demás. Es de los que manda y va. Esa debe ser la actitud. Trabajar por los demás y buscar el bien del prójimo, siempre conscientes de sus necesidades y respetando su dignidad.

Yo, por mi parte, me apunto en la lista de los puertorriqueños dispuestos a salvar este país. ¿Quién más se apunta? Y es que no me da la gana de que se vaya a pique. ¡No, señor!. Trataré de hacer lo que me toca para buscar lograrlo; desde la academia, desde mi trabajo como relacionista y como ente social. No le tengo miedo a intentarlo porque sé que tengo que hacerlo. Este país es mío. Es mi patria. Es mi nación. Y no la voy a entregar. ¡He dicho!. 

1 comentario:

  1. Saludos Compañero,

    Es verdad.

    Desde que la Organización de Naciones Unidas (ONU) determinó en el 1960 que el coloniaje es un crimen en contra de la humanidad, no hay más necesidad para consultas o plebiscitos. La solución es entregarle a Puerto Rico su soberanía.

    Pero como el Gobierno de Estados Unidos (EEUU) no quiere hacer eso, ha ignorado las 33 resoluciones de la ONU pidiéndole exactamente eso. EEUU para engañar al mundo que le interesa descolonizar a Puerto Rico, continúa proponiendo plebiscitos para saber lo que quiere los puertorriqueños. Aunque 100% de los puertorriqueños queramos seguir siendo una colonia de Estados Unidos, todavía estaríamos obligado a tomar nuestra soberanía para después decidir que queremos hacer.

    Lo único que sirve estos plebiscitos es para que EEUU divida los puertorriqueños. Un puertorriqueño no nos invadió para hacernos una colonia. ¿Cuándo nos daremos cuenta que tenemos que unirnos?

    ¡Por eso es que tenemos que protestar pacíficamente por lo menos 3 veces al año hasta que lograr la descolonización de Puerto Rico!

    José M López Sierra
    www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com

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