Compartimos el mismo espacio, pero nos está costando; y al parecer, mucho. Desde hace bastante tiempo pensaba escribir sobre esto, porque se ha convertido en una constante en nosotros. Sólo que como estas últimas semanas han sido algo “turbulentas”, quería esperar a que la marea volviera un poco a su nivel porque la gente está muy sensible.
Este país, más que cualquier otra cosa, parece un campo de batalla. Y esto es en cualquier ámbito y por cualquier cosa. Estoy clara que las relaciones humanas son difíciles y por ende la comunicación entre las personas lo es también. La buena o mala noticia -depende como cada quién lo vea- es que tenemos que bregar con esto porque todos compartimos el mismo espacio y deberíamos llevar la fiesta en paz.
Me está súper interesante la dinámica que acostumbra darse en este país. La gente pide tolerancia y respeto; pero no lo da. Pide que se respete como son, lo que piensan y como sienten; pero no respetan a los demás. No les gusta que le pongan sellos, etiquetas, pero las ponen ellos. Y es porque la gente se apasiona, se ciega, pierde la cabeza e insulta, sin tan siquiera haberle puesto un poquito de raciocinio a la cosa. Así está la cosa.