Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

domingo, 21 de enero de 2018

Aunar esfuerzos


Los momentos que vivimos son complicados y decisivos para nuestro país. Son tiempos que requieren que nos detengamos a mirar de manera crítica nuestra realidad. De aunar fuerzas e invertir todo nuestro esfuerzo y dedicación en sacar a Puerto Rico adelante. Para lograrlo, necesitamos hacer un análisis profundo y cavilar seriamente sobre nuestro futuro.

Últimamente he estado algo ‘afuera’ de la discusión o he tratado de irme livianita. No creo que valga la pena desgastarme. Y no es que no tenga qué decir, sino que cuando se comenta con el objetivo de cuestionar, poner a pensar o generar un debate de ideas; simplemente se dispara sin tan siquiera leer o escuchar lo que se dice.

Veo como problemas básicos, naturalmente hay muchos más, la falta de educación y la politiquería. Éstas, están seriamente ligadas. Y lo digo porque el politiquero simplemente es otra herramienta de ataque. No conoce, no busca, no analiza y simplemente hace o repite como el papagayo lo que le dicen ‘sus líderes’. Parecen escuadrones de la muerte.

Otra cosa es que se dispara desde la vaqueta en cualquier tema que esté en la palestra, se sepa de eso o no. Se tratan, no en sus méritos, sino desde el punto de vista de los colorines y de las tribus. A veces es hasta risible que cualquier cosa, hasta el aleteo de una mariposa, se cuestiona desde el punto de vista ideológico.

Todo mundo tiene su opinión y en una democracia eso es muy válido. El problema es que muchas de esas opiniones están viciadas, cargadas o erradas. Y lo más triste es que se utilizan para insultar, denigrar, menospreciar y atacar a otros; no para aportar a la discusión seria. Últimamente mucho he leído de eso.

También, vemos a muchos que son expertos en todo. Yo, si no sé de algo busco sobre ello, reviso más de una fuente, trato de ubicar la situación en tiempo y espacio, aquilato la fuente y comparo información. No me tiro a lo loco a decir lo que sea. Las cosas hay que rumiarlas.

Que conste, que ni soy ni me creo la más inteligente, lista o cosa parecida; pero no hay cosas más frustrante que leer una y otra vez las mismas frases, los mismos conceptos o ideas, muchísimas de ellas erradas, viciadas, cargadas o falsas. Además, de que tanto la sociedad como el entorno digital se ha convertido en un campo de batalla.

Debemos dejar las peleas chiquitas. No hay que enfrascarse en escudriñar el árbol, sino que debemos mirar el bosque. Nos diluimos con ataques personales pero no evaluamos las situaciones. Este país necesita que maduremos. Por la inmadurez que hemos demostrado durante el tiempo es que estamos viviendo una de nuestras situaciones más difíciles. Lo peor, que muchos todavía ni se enteran lo que pasa ni por qué.

Estamos en un momento histórico que requiere de mucha cavilación. Nosotros, como la sociedad civil, debemos tomar la iniciativa y empezar a delinear un verdadero plan de futuro, un proyecto de país. No podemos quedarnos escuchando los cantos de sirena de los políticos, ni las promesas o las palabras huecas que sólo se dicen para las gradas y avivar las huestes.

Y es que se dicen y se hacen muchas cosas aún sabiendo que son imposibles; que no son factibles. Pero como la gente no sabe ni tiene idea de que es así, se lo cree. Total, que muchos tienen memoria corta y no va a abundar en ello. Este patrón se ha hecho por años. Así que vamos aceptando cualquier cosa y no estamos acostumbrando a la mediocridad. Lamentable por demás pero es nuestra realidad.

A cuatro meses del paso de dos huracanes, este país está manga por hombro y esto no es un comentario político. Hay que aceptar que vivimos algo que nunca imaginábamos y que nos golpeó muy fuerte pero no hablo de eso; de lo que hablo es de la respuesta, del después, de lo que se ha hecho en este tiempo.

Casi la mitad del país sigue sin energía eléctrica, no hay semáforos, la criminalidad está aumentado; entre muchas cosas más. Aún hay muchísimas preguntas sin contestación. Pero, ¿se justifica lo que estamos pasando y viviendo?

Siempre lo he dicho; tenemos que dejar a un lado la politiquería, las nimiedades, las incongruencias y mil cosas más para ponernos a pensar, de una manera clara y objetiva qué queremos hacer con nuestro país y enfilarnos a eso. Y estoy hablando de poner a funcionar el país, no al juego ideológico porque esa no es la prioridad. Ya esto tocará.

Creo que es importante que nosotros, la sociedad civil, tomemos control. Cada uno puede hacerlo desde su realidad particular. Y esto aplica a los puertorriqueños que están fuera pero que están bien comprometidos con el bienestar del país. Y esos, son la grandísima mayoría. Gracias a ellos es que en gran medida hemos sobrevivido.

Es momento de dejar las peleas chiquitas, de jugar a la política, de defender lo indefendible o atacar por atacar. Debemos concentrarnos en lo que cada uno pueda aportar a esta sociedad. Enfoquémonos en lo verdaderamente importante. Hay que aunar esfuerzos. Tenemos que hacerlo ahora; no podemos dejarlo para después. Por nuestra patria, es justo y necesario.


viernes, 5 de enero de 2018

Cinco años trepada en la sillita



Hace poco, cuando me di cuenta que  “Trepada en la sillita” cumplía cinco años, lo primero que hice fue reconocer que el tiempo pasa volando. Después comencé a pensar cómo desarrollaría esta entrada.

Confieso que pensé muchas cosas pero como faltaban varios días, lo fui dejando. Después de darle muchas vueltas a la noria, casi se me acaba el día y entonces, sin pensarlo mucho, me siento a redactar esta entrada.

Todo comenzó hace cinco años en la víspera de Reyes. Luego de estar varios meses acariciando la idea de hacer el blog terminé, gracias a la complicidad y la dirección de Joseph Martínez, embarcándome en esta aventura que para nada me arrepiento de haberla emprendido.

Los que me conocen saben que desde antes le tomaba la sillita ‘prestada’ a Mafalda para opinar sobre diferentes cosas o situaciones. Siempre buscaba dar una opinión, a veces un poco ‘ortodoxa’, pero ofreciendo puntos de vista diferentes que nos hicieran pensar. Eran cosas que discutía con los amigos, en las clases y con familiares. Yo siempre, opinando.

La sillita ha sido un espacio para el desahogo donde escribo de lo quiero y cuando quiero. Y he sido fiel a eso. Eso sí, no soy consecuente en cuanto al tiempo de publicación. A veces pasan varias semanas sin publicar nada. Veremos cómo se desarrolla de ahora en adelante.

Confieso que el ‘invento’ ha estado interesante. Cuando lo comencé, me dije que si cada entrada tenía 25 lecturas, me daba por bien servida. Pues resulta que todas las he sobrepasado; algunas por poco más y otras por muchísimo.

Y no tenía -ni tengo- grandes pretensiones con el blog, ni aspiraba a más porque para mí es un espacio desarrollado para compartir mis puntos de vista. Pero me alegra mucho confirmar que se lee.

Pues en estos cinco años he publicado 200 entradas; muchísimas -casi todas-, bastante extensas. Sé que las tengo que hacer más cortas, pero a veces tengo mucho que decir.

‘Hablo’ de lo que me gusta. Mucho hay de comunicación y relaciones públicas, de mis series asiáticas, de producciones de otras partes del mundo, de temas generales, de política, de la patria y de mil cosas más.

Iba a hacer un análisis estadístico y esas cosas pero, al final, eso no es lo más importante. Para mí, lo más significativo es que tengo un espacio dónde decir lo que pienso pero, sobre todo, que ustedes leen las trepaditas que hago. Eso, para mí, es lo mejor de todo este embeleco.

Sólo me resta agradecerles el que me estén acompañando en esta aventura. Y yo seguiré, mientras la vida me lo permita, pidiéndole la sillita prestada a Mafalda para treparme en ella y decir lo que haga falta decir. Otra vez, gracias. Muchas bendiciones.