Llevo días leyendo artículos y comentarios en notas periodísticas, entre otros; donde se hace referencia a las ‘relaciones públicas’ desde un punto de vista negativo o mal utilizado. Pareciera que es algo que debe condenarse (las RR. PP.). Cada vez que veía algo sólo respiraba profundo, contaba hasta mil y decía: “Déjalo caer”.
Pero como la cosa ha seguido repitiéndose, pues no me quedó más remedio que arrastrar la silla y volver a treparme para aclarar, una vez más, lo que es relaciones públicas. Bueno, no necesariamente lo que es…
Y es que hoy lo voy a hacer de una manera diferente; lo voy a hacer ‘al revés’; para que lo veamos desde otra perspectiva. Mil veces he dicho lo que es; creo que hoy voy a decir lo que no es, a ver si por fin el concepto se entiende.
Hacer relaciones públicas no es adornar las cosas, no es dorar píldoras, no es engañar, no es manipular, no es hacer tramoyas, no es venderse al mejor postor, no es esconder la verdad, no es decir sólo lo que conviene y ocultar lo demás.
No es cambiar las cifras o modificar las estadísticas. No es desvirtuar la información; no es convertir las cosas en un cuento de hadas, no es comprar un periodista, gente o testimonios. No es hacer trampas, no es mentir, no es coaccionar, no es comprar favores o lealtades.
No es ir en contra del bien común para beneficiar a una persona o a un grupo. No es inventar historias o hacerlas suyas cuando no lo son. No es atacar la gente o las instituciones por su lado más débil, no es dañar la competencia o el contrario para tener el camino libre.
No es levantar falsos, calumniar o señalar personas para exponerlas en la palestra, no es dañarle la reputación a nadie, no es ensalzar a quien no lo merece. No es crear confusión enviando mensajes cruzados. No es distraer para quitarle la atención a las cosas importantes.
No es tratar a los demás como si fueran niños, no es utilizar mensajes complicados o complicar las cosas para que la gente no preste atención o lo pueda entender. No es poner a la gente a pelear. No es sacar partido de los más débiles. No es culpar a los otros.
No es hacer obras o ayudar a los demás sólo para la foto, no es hacer fiestecitas para tener la gente contenta. No es comprar a la gente con regalos. No es usar la gente como piezas de ajedrez para beneficio de personas o instituciones. No es echarle la responsabilidad a otros, ser antiético o desleal.
No es tener agendas ocultas; mucho menos crear falsos rumores y echarlos a correr. No es hacer que la gente repita como el papagayo lo que se quiere o conviene, de manera que de mucho repetirlo se lo crean. No es buscar publicar información falsa.
No es amenazar, amordazar o tratar de callar las personas que no piensan igual. No es violentar los derechos básicos del ser humano para sacar partido. No es apoyar la corrupción y el despotismo.
Y podría seguir diciendo algunas cosas más, pero creo que ya está claro lo que quiero decir. Eso sí, si algo de lo que usted piensa que es tiene connotaciones negativas; puede estar seguro que por ahí no van los tiros. Que de lo que se está hablando, no es de relaciones públicas.
Y es porque la profesión es otra cosa. Es buscar lograr relaciones efectivas entre el cliente y los diferentes públicos a los que sirve. Siempre he pensado, por que lo he visto y vivido, que las relaciones públicas bien llevadas y trabajadas pueden ser un gran aliado para lograr cambios sociales importantes.
Buscan comunicar, educar, informar, cambiar opiniones, actitudes y comportamientos; entre otras muchas cosas. Esto no es ‘de la manga production’. Esto requiere investigación, planificación, un buen desarrollo estratégico, una buena ejecución y también evaluarse.
Las relaciones públicas no es cualquier cosa, no es una moda, no es una tendencia. No es un capricho, no es un juego. Esto es en serio. El compromiso y la ética son cosas intrínsecas de la profesión porque encierra una gran responsabilidad social. Su fin último es el bien común, es lograr una mejor calidad de vida.
No hay nada más maravilloso que ver cómo se generan cambios positivos a través de ella. Por eso estoy enamorada de mi profesión. Por eso estoy orgullosa de ejercerla y por eso la defiendo a capa y espada.
Nada, nada; que al parecer está muy arraigado el desconocimiento o la confusión con el concepto. Parece que este es el cuento de nunca acabar. Pero no pierdo las esperanzas de que esto empiece a cambiar. Espero que ahora que sabemos lo que no es, tengamos un poco más claro lo que sí realmente es. Confío que así sea.
Así que antes de ponerle el nombre de ‘relaciones públicas’ a las cosas, hay que evaluar si su connotación es negativa o si lo que se está señalando se asemeja en algo a algunas de las cosas aquí mencionadas. Si es así, lamento tener que decirle mi querido amigo, que lo que usted llama relaciones públicas, no lo es.
¡Ay, Dios mío, qué vergüenza!, (como diría Piru, el de Raymond Arrieta). Mientras leía todo lo que escribiste que NO es relaciones públicas, pensaba: "¡Ay, Virgen santa, si lo que ella está describiendo ES la política partidista en Puerto Rico!"
ResponderEliminarMás que relaciones públicas, en la política, se hace propaganda...
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