Por si las moscas...

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domingo, 30 de agosto de 2015

El 'lío' del café



Comienzo a escribir mientras disfruto de una aromática colada de café. No hay cosa más maravillosa, ni que llene más los sentidos que eso. El café es uno de los grandes placeres de la vida, especialmente para nosotros los puertorriqueños. De eso, no hay duda. 

El café siempre ha sido parte fundamental de mi vida. Muchas de mis memorias, desde que tengo uso de razón, están ligadas a los aromas y a los sabores del café. Recuerdo muchas escenas familiares, tanto buenas como de las otras -como los velorios-, y el café siempre estuvo presente. 

Cuando estudiaba en la universidad y regresaba a casa algunos fines de semana me recibían con una taza de café recién cola’o. Y así fue siempre a través de mi vida. Recuerdo que en par de ocasiones, desde la calle, sabía que uno de mis tíos había llevado una bolsita de café tostado y molido por él. Olía a gloria. 


En mi caso, el café trasciende lo familiar. La gran mayoría de mis amistades son cafeteros. Dicen por ahí, que Dios los cría y ellos se juntan; pues pareciera que nos pusieron a todos ‘en bonche’ en este pedacito de tierra entre el Atlántico y el Caribe.

No hay nada mejor que tomarse una taza de café con un amigo. Durante mucho tiempo, varios amigos nos encontrábamos para ‘arreglar el mundo’ mientras nos tomábamos una buena taza de café. Éramos el ‘club del café’. Jeje

Y es que la magia del café va más allá del sabor y del olor; creándose toda una mística a su alrededor. Es el degustarlo, el compartir, es la conversación, es la complacencia, la tranquilidad, etc. Esto no hay nada que lo sustituya. Aquí lo maravilloso de tomarse un buen café, preferiblemente -casi obligatorio- puertorriqueño, con los amigos.

Y es que además de nuestro café ser uno de los mejores del mundo; es parte de nuestra idiosincrasia, del ADN puertorriqueño. Un buen café ‘colao’ no tiene precio. ¡Lo mejor! Bueno, habrá quién prefiera otra cosa (brebajes les llamo yo jeje) y se respeta su gusto. Lo que sí es que se pierden uno de los mejor frutos de nuestra tierra; el café.

Históricamente, Puerto Rico fundamentaba gran parte de su economía en la agricultura. La caña, el tabaco y el café eran punta de lanza de la misma. Claro, si le echamos una ‘miradita’ crítica a la historia; entenderemos qué pasó y por qué. Se ‘descuidaron’ unas cosas para darle paso a otras. 

Nos ‘vendieron’ la industrialización como lo máximo y dejamos en el olvido la agricultura. Ser agricultor, estaba ‘passé’. Dejamos de sembrar, de producir y empezamos a importarlo todo; al punto que actualmente alrededor del 80%, podría ser un poco más, viene de afuera. Así que es más fácil comprar que sembrar.

La cosa se hizo cada vez más difícil para el agricultor puertorriqueño. Todo se fue encareciendo, haciendo casi imposible la producción local. Y es que factores como la obligación de usar la marina mercante más cara del mundo, los altos costos de vida y de la materia prima, la otorgación de ayudas y exenciones a los de ‘afuera’ -pero poco para los de aquí- y el mal concepto sobre la agricultura nuestra; entre otras cosas, llevó a muchos a perder interés en ella. 

Y no vamos a decir mentiras; mucha gente no ve la agricultura con buenos ojos, mucho menos como opción. Prefieren no trabajar a hacerlo en la agricultura. Desde hace tiempo sabemos que aquí se pierde mucho café porque no hay manos para recogerlo. Además de que los costos de producción son altos. 

También vemos que lo que se produce, que pudiera ser mucho más, no da para cubrir con nuestra demanda y que mucho de nuestro café se vende fuera. ¿Opción que han tomado algunos? Traer café de afuera para compensar. Todo esto y más…

Y llego a lo que quiero llegar, al lío del café. Aquí todo tiene que complicarse, enredarse, mezclarse con otras cosas y cada quién halar para su lado. Esto combinado con el bombardeo de información, muchas veces contradictoria y por tantos flancos, al final resulta que no se sabe ni la hora que es. Todos dicen defender el café. A veces me pregunto, ¿a quién creerle?

Algunos argumentan que el café que dice ser 100% puertorriqueño, no lo es. Unos dicen que los otros también lo hacen. Algunos atacan a los ‘grandes intereses’ -que a mí esto siempre me ha sonado algo retórico; ¿quiénes son?-. Otros se van personalistas y atacan a personas o grupos, desviándose de lo importante. En fin, que cada quién tiene su agenda. Lo más increíble es que el pueblo se encuentra en el medio de esta guerra entre grupos, monopolios e intereses. 

Cada país tiene la responsabilidad de proteger lo suyo y aquí tenemos que comenzar a hacer lo propio. Muchas de las regulaciones y las leyes que nos aplican, y que no son nuestras, a veces nos pasan el rolo. Por eso es importante que apoyemos y consumamos los productos nuestros; aunque cueste un poquito más.

El dólar agrícola es el que más rinde porque se queda circulando en la economía. Por eso hay que apoyar lo de aquí, aunque nos cueste 15 centavos más. Al final, esos 15 centavos están haciendo una gran diferencia, aportando a nuestra economía.

Se debe educar al pueblo sobre la importancia de la producción de café y su efecto en la economía local. Campañas educativas, no de lodo. Se debe buscar hacer legislación que proteja al productor puertorriqueño; pero de verdad. Me parece que hay que dejar claro cuál café es 100% puertorriqueño, cuál es mezclado e identificarlo en los empaques y que cada quién decida qué café quiere comprar. 

Yo, seguiré usando marcas ‘artesanales’. Ahora mismo estoy tomando uno adjunteño, tostado, mediano oscuro, 100% arábica de grado ‘premium’, libre de preservativos, procesado con agua pura de manantial, en máquina ecológica y secado a baja temperatura para preservar los aceites aromáticos y el sabor del café. Sólo espero que sea cierto que es así; porque si no, aunque me encanta, hasta ahí llegó y voy al próximo.

Defendamos nuestro café, nuestra agricultura; defendamos lo nuestro. Comprobado está que es uno de los mejores del mundo. Apoyemos la producción local, a los agricultores; consumamos lo de aquí. Así que, a seguir disfrutando del mejor café, del café puertorriqueño. Yo voy para otra taza. ¡Salud!

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