A Isamar Colón y a Sandra Vázquez, las conozco desde hace más de 25 años; a Taller Una, también. Nos conocimos en la Universidad del Sagrado Corazón, allá para los tiempos de maricastaña. Jeje ¡Ni tanto! Estudiamos en el Departamento de Comunicación, participamos en organizaciones estudiantiles y compartimos en actividades extracurriculares.
Mi relación con Taller Una comenzó en los famosos bazares que hacían en nuestra universidad. Allí compré la primera tarjeta de Navidad que hicieron. Los bazares eran parte de la gran cantidad de actividades que fomentaban un ambiente de comunidad y enriquecían nuestra vida universitaria. Los estudiantes exponían y daban a conocer su arte. Eran muy concurridos y se apoyaba a los compañeros. Realmente era un espacio maravilloso. ¡Qué tiempos aquellos los que vivimos en Sagrado!
Nuestra amistad trascendió el espacio universitario y se ha mantenido todo este tiempo. Hemos compartido alegrías y tristezas; pero, sobre todo, los éxitos y logros de cada quién. Y eso es lo que estoy haciendo en estos momentos, reconocer su trabajo y su fructífera y brillante trayectoria.
El que me conoce sabe que apuesto por los míos. Soy de las que apoya lo que nuestro país produce y respeta el trabajo de los demás. Soy de las que prefiere un trabajo artesanal a uno de producción en masa. Soy de las que apoya lo que entiende es bueno y de calidad. Soy de las que respeta muestra historia y tradición y vive orgullosa de sus raíces.
Isa y Sandra son demasiado modestas. En estos 25 años no se han anunciado y no se han expuesto mucho, sólo su trabajo ha hablado, ¡y cómo! Sus clientes llegan por referencias, porque alguno vio su obra o porque recibió una de sus maravillas y se enamoró de ella. Lo común en todos los casos, es que una vez se conoce el trabajo de Taller Una, no se puede ignorar. Y lo digo por experiencia.
Ver la evolución del trabajo de Taller Una es interesante. El cambio en los colores del papel, en los colores utilizados y en su intensidad, en la línea, en la complejidad del trabajo; en fin, en todo. En este tiempo, han producido más de doscientos cincuenta mil ediciones en serigrafías impresas a mano con un promedio de tres millones ochenta mil colores, uno sobre otro y papel por papel. Esto hace que cada una de las impresiones sea un original idéntico al otro. Muchos tenemos, gran cantidad de ellas.
Pero Taller Una no sólo trabaja el tema de las tarjetas de Navidad. También lo hace con el arte devocional, estructuras y arquitectura del Viejo San Juan y estampas campesinas puertorriqueñas. ¡Ah!, y no puede faltar en alguna de sus obras “se cuele” algún animal, ya sean lagartijas, insectos, pajaritos, perros y gatos; entre otros. Pero no sólo trabajan serigrafía en papel, también lo hacen en losetas y madera. Como si fuera poco, Isa talla madera y Sandra trabaja vitrales; entre otras técnicas. Ambas son artesanas.
Pude ver algo del proceso de selección de las piezas de la exposición de los 25 años que está en la Galería de Arte de la Universidad del Sagrado Corazón y la verdad es que no fue tarea fácil. Ver la exposición ya montada es una delicia. Realmente es impresionante. Es un viaje creativo interesante conceptualizado por Adrián Cerezo, amigo de toda la vida de las chicas.
Todas sus tarjetas son especiales y hermosas y me encantan. Pero tengo que decir que de entre todas, hay una que a mí me impresionó tanto por lo que me provocó, que es mi preferida. La titularon “Noche Buena”. La escena es preciosa. Es la virgen María, embarazada, con dolores de parto, recostada en San José; una maravilla de tarjeta. La estuve buscando en estos días porque la quería incluir aquí; pero no la encontré. Parece que la guardé tan y tan bien que ahora no aparece. jeje
El trabajo de Taller Una está disperso por el mundo. En una, varias o muchas ocasiones, los que a través de estos años las hemos comprado, las hemos utilizado para las felicitaciones navideñas de amigos y familiares fuera del 100 X 35. Así que, allende los mares, su trabajo también es reconocido y atesorado como una maravillosa obra de arte.
Y para terminar, quiero compartir estas palabras de Adrián, que me parecieron súper certeras: “… estas dos artistas que durante 25 años han sincronizado sus mentes y espíritus para mostrar y crear belleza en el mundo. Un cuarto de siglo durante el cual, obstinadamente e ignorando las lecciones de una sociedad convulsa, Isamar y Sandra han negociado sus diferencias y han sobrellevado pacientemente los diversos retos que la vida les ha impuesto, con la inquebrantable fe de que el legado artístico más poderoso es el que emana de Una”.
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