Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

viernes, 18 de octubre de 2013

Comunicar, no es cualquier cosa


Todavía hay quien piensa que esto es fácil. Todavía hay quien piensa que cualquiera lo puede hacer. Todavía hay quien piensa que es el premio por alguna ayuda recibida. Todavía hay quien piensa que ser simpático, amigable, tener “buena presencia y automóvil” es suficiente. Todavía hay quien piensa en Samantha Jones u Olivia Pope. Todavía hay quien piensa en pajaritos preñaos.

Y es que algunos puestos en áreas de comunicación, sobre todo en relaciones públicas, se han convertido en botín de guerra. Son el lugar idóneo para pagar favores políticos, personales o simplemente ubicar a alguien donde no saben donde ponerlo. Es como un “hoyo negro” que se lo traga todo. Es donde creen que todo termina. Nada más falso que eso; ahí es donde todo comienza.


Y digo que comienza porque la función primaria del ser humano, y por añadidura de instituciones, organizaciones, agencias, etc., es la comunicación. Buscamos compartir y dar a conocer cosas, transmitir información, llevar mensajes y educar; en fin, lograr comunicarnos unos con otros.  Esto no es tan fácil como parece, ni tan sencillo como se ve. Si así fuera, este mundo se entendería de maravilla y no necesitaría de especialistas en el área para lograr el entendimiento entre las diferentes personas y grupos.

Buscar este entendimiento es la labor principal de las relaciones públicas. Su definición así lo confirma: “es un proceso de comunicación estratégica que construye relaciones mutuamente beneficiosas entre las organizaciones y sus públicos”.

La comunicación es algo serio y de mucha responsabilidad. No es decir por decir, no es hacer por hacer, no es complacer. Para comunicar de manera efectiva hay que investigar, segmentar los públicos, planificar de manera estratégica, ejecutar de acuerdo a lo establecido y medir el trabajo que se hace. Todo esto tiene que estar a tono con los objetivos institucionales y las políticas empresariales.

Hay que aprender a manejar la comunicación en situaciones de crisis, trabajar efectivamente las relaciones con los medios, con la comunidad, con los suplidores, con los empleados, con los accionistas, con el gobierno; en fin, con todos. En el relacionista recae el desarrollar las estrategias de comunicación de la empresa para llevar sus mensajes y lograr el entendimiento con cada uno de sus públicos. Y claro, esto conlleva unos deberes y responsabilidades que tienen que estar enmarcados en la ética profesional. Los relacionistas somos asesores en comunicación; no otra cosa.

Bonita manera de comenzar el día; leyendo una nota periodística en el medio digital Noticel sobre un escándalo en una agencia de gobierno con la directora de comunicaciones y su jefe. La “situación personal” entre los involucrados es su asunto, y aquí no viene al caso. Lo que llama la atención es que la persona en cuestión no tiene las calificaciones para ocupar ese puesto. El medio digital indica, y cito: “…no cuenta con los requisitos para ocupar el cargo, pues no tiene estudios en comunicaciones [comunicación], ni en relaciones públicas. Con lo que [la persona] cuenta es con la atención desmedida y obvia de…”.

¡Y seguimos perpetuando el bendito estereotipo de alcahuetas, encubridores, manipuladores y serviles!; entre otros milagritos. Por cosas como esta es que no sacamos los pies del plato y no nos respetan como profesionales. Es que para muchos, como no tienen idea de lo que realmente son las relaciones públicas ni el manejo de la comunicación, lo propio es adular, complacer al jefe, hacer lo que el diga y hasta mentir. Esto lo ven como algo normal. ¡Nada más lejos de la verdad! Por eso es que me trepo en la sillita.

No conozco la persona y nada tengo en contra de ella; no habría por qué. Lo preocupante es que esto no es un caso aislado. Situaciones como esta las vemos más de lo que deberíamos y se repiten constantemente. Es inconcebible que puestos tan importantes como este estén ocupados por personas sin la preparación adecuada.  La mayor responsabilidad en todo esto recae en el empleador, que a la hora de contratar una persona no toma en consideración lo verdaderamente importante, la preparación y la experiencia, entre otras cosas; y sí cualquier otra consideración que nada tiene que ver con las funciones del puesto.

Tienen que entender los patronos que la comunicación debe estar en manos de profesionales. Desarrollar una estrategia de comunicación no es cosa trivial, no es cosa de juego. De cómo se maneje dependerán muchas cosas. En eso se le puede ir la vida a una agencia o empresa. No cualquiera puede desarrollar un programa de comunicación. No cualquiera puede implementarlo. No cualquiera puede evaluarlo y hacer los ajustes necesarios para mejorarlo.

En Puerto Rico contamos con muchísimos profesionales de primera y otros tantos que se están preparando en las universidades. Debemos darle a las cosas la justa perspectiva e importancia que tienen. Si queremos que las cosas funcionen, debemos ponerlas en manos de los que saben. El que está en el campo y no tiene la preparación; que se una a las organizaciones profesionales existentes, que busque educarse y aprender. Sólo así podrá desempeñarse satisfactoriamente.

Tenemos todavía mucho por hacer para que se reconozca el trabajo del relacionista. Debemos educar a los empleadores para que entiendan la importancia de la comunicación en sus organizaciones, instituciones, agencias, etc; y puedan seleccionar a las personas idóneas para los puestos en áreas de comunicación. Debemos luchar por la colegiación de las relaciones públicas para que se le dé su verdadera y justa perspectiva y pueda ocupar el lugar que le pertenece. Comunicar no es cualquier cosa, es un gran compromiso que debemos cumplir a cabalidad porque nuestra responsabilidad con esta sociedad, así lo exige. Debemos hacer las cosas bien; sólo así avanzaremos. 

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