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“Comunicar es fácil, cualquiera puede hacerlo”, esa pareciera ser la consigna de muchos. ¿Para qué entonces necesitas estudiar comunicación? ¿Para qué necesitas estar licenciado? ¿Para qué tener que tomar cursos de educación continuada y buscar actualizar el conocimiento? ¿Para qué seguir unos códigos de ética?
Muchísimos de los problemas que se dan en las empresas y, más aún en el sector público, es que muchas de las personas que están como asesores en comunicación, no tienen la preparación ni la experiencia.
Y no es algo nuevo. Esto es recurrente y se puede ver administración tras administración, no importa del partido que esté en el poder. Y no es cuestión de política, porque hay buenos comunicadores que militan en diferentes partidos.
Esto tiene que ver con preparación académica, con experiencia, con ética, con deseos de hacer un buen trabajo y comunicar de manera fehaciente; no para el chanchulleo, el partidismo o la propaganda.
Esta es una profesión en la que no se puede tocar de oído, porque conoces gente en los medios o porque eres simpático y amigable. Aquí lo más importante es el pensamiento estratégico, el conocer tus públicos y sus intereses y necesidades.
Vemos cómo, por casos que conocemos y el que se ha ventilando en la palestra en estos días, si alguien quiere guisar en el gobierno, lo primero que hace es incorporar una empresa de asesoría en comunicación.
Y te encuentras con políticos derrotados, familiares o personas relacionadas a políticos o a funcionarios públicos nombrados por políticos que, sea por lo que sea, deciden o entienden que son idóneos para ‘asesorar’ en cuestiones de comunicación. Porque comunicar es fácil…
Si así fuera, no estaríamos pasando por todo lo que pasamos. No se estarían cometiendo tantos errores en cosas básicas. No se estaría viendo la propaganda rampante, tanto desacierto en los mensajes, en las estrategias, en la ejecución. Hubiese transparencia, hubiese confianza, hubiese claridad.
Para comunicar de manera efectiva hay que investigar, segmentar los públicos, planificar estratégicamente, ejecutar de acuerdo a lo establecido y medir el trabajo que se hace. Todo esto tiene que estar a tono con los objetivos institucionales y las políticas empresariales o la política pública.
Por eso es que el desarrollo estratégico de la comunicación debe estar en manos del relacionista. Porque es el profesional que trabaja para establecer y mantener relaciones mutuamente beneficiosas entre las organizaciones y sus públicos. Esto se logra con el conocimiento, la experiencia y un gran sentido ético. No es decir cualquier cosa, no es hacer cualquier cosa, no es complacer.
Todos los profesionales de las diferentes ramas de la comunicación, muy especialmente los relacionistas que son los que cuentan con la pericia para diseñar la estrategia de comunicación, están conscientes de esto.
Para muchas personas los relacionistas somos chanchulleros, manipuladores, propagandistas y muchas cosas más. Gran responsabilidad en esto tienen esas personas que sin conocimiento en la profesión utilizan cualquier cantidad de mañas para ‘comunicar’ o lograr lo que quieren. Para muchos ‘el fin justifica los medios’ porque lo importante es salirse con la suya. Algo completamente inaceptable.
De cómo se maneje la comunicación dependerán muchas cosas. Si no se hace correctamente podría ser una gran complicación. En esto, se le puede ir la vida a la empresa o a la agencia. Ahora bien, ¿seguimos creyendo que comunicar es fácil y cualquiera puede hacerlo?.
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