Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

viernes, 28 de junio de 2019

Esos trabajos de la universidad


Héctor Campos Parsi, Jack Delano y Amaury Veray

Hace poco más de un año hice una de esas ‘limpiezas’ donde se bota hasta lo que no se debe botar. Tenía guardadas cosas de cuando estudiaba en Sagrado y para echarlas al zafacón tuve que cerrar los ojos. Pero hubo una que otra cosa que no pude disponer de ellas.

Una de esas fue un trabajo que hice en la maestría. No sé si este era un borrador o fue el trabajo final porque no está identificado. Ahora mismo no recuerdo de qué clase era. Si mal no estoy, lo hice con Carmen Gloria y creo que sacamos A. 

Fue uno de esos trabajos que nunca pude botar por lo mucho que aprendí pero, más que todo, por lo que me lo disfruté. 

El trabajo era sobre la música puertorriqueña con elementos folclóricos. Nos enfocamos en los tres máximos exponentes de un movimiento que nació en los ’50 y se extendió hasta el ’70: Jack Delano, Amaury Veray y Héctor Campos Parsi.

Estuvimos medio día en casa de don Jack escuchando música y sus anécdotas y viendo sus trabajos. En fin, por poco no salimos de ahí de lo fascinadas que estábamos con todo. Hasta me dio algunas grabaciones de piezas que había compuesto y que tenían elementos folclóricos.

Conocía a don Jack porque habíamos formado parte del comité organizador de la Feria de las Comunicaciones que se celebró en Sagrado en el 1990. Cuando me comuniqué con él y le conté de qué se trataba el trabajo, inmediatamente dijo que sí.

Lo mismo pasó con Héctor Campos Parsi, al que conocía gracias a Areyto, ballet folclórico nacional de Puerto Rico. Ambos colaborábamos con el grupo en el festival internacional de folclore que celebraron anualmente durante muchos años.

Me fui a su casa en el Valle del Turabo. Esa mañana había neblina y nos paramos en la puerta a ver el paisaje mientras me hablaba de su obra ‘Yerba Bruja’. Maravilloso. También me dio unos casettes con su música.

De la música, no me pregunten. En el recogido no la encontré. Así que creo que se la presté a alguien para que la escuchara. Todo lo presto o lo regalo. La música estoy segura que no la iba a regalar porque era algo demasiado especial y tenía algunas piezas inéditas o eran sus grabaciones.

Al que no entrevistamos fue a Amaury Veray. Si mal no recuerdo, estaba enfermo. Pero conseguimos mucha información y pudimos hacer el trabajo.

Era un guión y sólo pudimos incluir una mínima cantidad de información. Mientras investigaba me di cuenta de lo prolífero de su obra y la gran aportación que habían hecho cada uno de ellos.

Lo quiero compartir íntegro, porque ahora que lo veo digo: WOW! Que mucha de nuestra riqueza cultural tenemos, pero ese desapego a lo nuestro y a reverencia a lo de afuera, no es otra cosa que pobreza cultural. Nada, este es el texto:

La música es el alma de los pueblos. Es ritmo que marca nuestra trayectoria. Ser puertorriqueño es mucho más que un concepto, es personalidad forjada en tiempo; es música.
Durante el siglo XIX surge la danza como expresión culta de la música puertorriqueña. En los salones se cultiva, a través del lenguaje del abanico, el cortejo entre los jóvenes. Juan Morel Campos y Manuel G. Tavárez, máximos exponentes del género de la danza, incluyen en sus obras, además, óperas, zarzuelas, piezas orquestales cortas y música religiosa.
La invasión norteamericana en 1898 trajo, como resultado del choque cultural, una serie de conflictos que mermaron el desarrollo de las artes.
Para los años ’50 surge un movimiento nacionalista conocido como ‘misionero’, que se extiende hasta los ’70. Este periodo se caracteriza por su intensidad creadora. Tres grandes figuras de este movimiento son Jack Delano, Amaury Veray y Héctor Campos Parsi. Estos compositores se destacan como figuras instrumentales en la creación de una música nacional.
Jack Delano, artista de origen ucraniano, enamorado del folclore y de nuestra gente, se estableció en la isla en 1946. Producía cintas documentales y componía sus partituras inspiradas en el diario vivir. Ha compuesto música para ballets, obras vocales, música de cámara, piezas orquestales, piezas corales y música incidental. Todas sus composiciones contienen material folclórico. Entre estos se destaca ‘La Cucarachita Martina’, donde incluyó güiro y cuatro y ‘La Bruja de Loíza”, basado en un cuento folclórico recopilado por don Ricardo Alegría. Se destaca, además, ‘La Reina Tembandumba’, inspirado en uno de los personajes de un poema negroide de Luis Palés Matos.
Amaury Veray expone a través de su obra el folclore como elemento principal de inspiración. En la Suite para piano ‘En casa E’ Tatá’ y en las canciones infantiles ‘Arroz con leche’ y ‘A la limón’, se puede apreciar sutilmente lo folclórico. De origen yaucano, enfatiza los ritmos sureños como la plena. El ballet ‘Cuando las mujeres’ se basa en una forma popular de ese baile.
El más prolífero e internacional es Héctor Campos Parsi, que interpretó su primera obra a los 12 años.
Al igual que los anteriores utiliza en sus composiciones elementos nativos. La ‘Sonata para piano’ combina elementos rítmicos tomados del folclore afroantillano como nuevas técnicas composicionales. La mayor parte de su producción durante los ’50 está dedicada a la creación de una música puertorriqueña porque, según él, tenía un compromiso moral con darle al País una música nacional. En su obra ‘Yerba bruja’ trata de describir rítmica y melódicamente el areyto de los taínos puertorriqueños como lo describen las crónicas de esa época. ‘Divertimiento del sur’, ‘Majestad Negra’, ‘Urayoán’, ‘Tres poemas de Corretjer’, ‘Oda a Cabo Rojo’ y ‘Tres canciones isabelinas’, son sólo un ejemplo de este caudal folclórico que imparte Campos Parsi a sus composiciones.
La producción de esta música clásica (debió leer ‘de cámara’) contemporánea con elementos folclóricos ha mermado, pero ese rico caudal permanece en el subconsciente de nuestro pueblo.
Emilio S. Belaval, conocido intelectual puertorriqueño, manifiesta la necesidad de rescatar esta música de nuestro subconsciente con la siguiente afirmación: “…Hacia eso debe ir nuestra música, si aspira a ser lo que ha sido siempre, molde de un pueblo y cucurucho de su alma musical”.

Ese documento es lo único que me queda. Ya veo que tiene varios errores. Ahora vuelvo a cuestionarme si era el documento final. No tengo las fuentes que usé, tampoco los apuntes de las conversaciones con los dos compositores. Ahí debió haber muchísima más información importante.

Don Jack Delano y don Héctor Campos Parsi fueron dos figuras importantísimas con un legado impresionante. Para mí fue un privilegio inmenso poder contar con su colaboración para ese trabajo de clase.

Pero bueno, lo que quería era compartirlo porque creo que es importante no dejar en el olvido cosas como esta. Porque no podemos permitir que sigan tratando de aniquilar nuestra cultura. ¡JAMÁS!.





* Las imágenes se tomaron de Internet sólo con el propósito de acompañar esta entrada.

martes, 18 de junio de 2019

Escoger bien a quienes nos representan



Suelo decir en clase que escoger los legisladores es mucho más importante y delicado que hasta elegir al gobernador. Pues parece ser que otra vez, tenía razón. Así quedó demostrado con la aprobación del proyecto de la ‘supuesta libertad religiosa’.

Y aunque después, por las razones que fueran, el gobernador pidió que se retirara aún cuando fue algo que él mismo propuso, no podemos olvidar lo que se hizo en la Cámara de Representantes. Esta retirada también debe ser motivo de análisis, pero no es el objetivo de esta trepadita; así que paso.

La aprobación a viva voz del P de la C. 2069 sobre la ‘supuesta’ libertad religiosa, es para hacer un alto y reflexionar sobre los legisladores y sus funciones, intereses, independencia de criterio, nivel de análisis y lo que significa para ellos el bien común y el sentido de justicia; entre muchas cosas más.

Aquí hay varios puntos importantes a discutir. Entre ellos el anteponer intereses personales a los de la mayoría; la demagogia, la propaganda, el juego de las palabras y los términos; el querer imponerse aunque se laceren derechos fundamentales, el servilismo ciego y el legislar en contra de cosas establecidas en la Constitución.

Actualmente se juega mucho con los conceptos. Usan el ‘libertad religiosa’ cuando realmente la acción va cargada más de discrimen que de otra cosa. Pero como no estamos educados para identificar esto, muchos caen redonditos con el juego de palabras.

Pero también debemos reflexionar sobre nuestra responsabilidad al elegirlos para que lleguen a la llamada ‘casa de las leyes’. Acción trae reacción y cosa que se hace trae consecuencias. Esto debemos mirarlo detenidamente, con cuidado y analizarlo sin ningún tipo de fanatismo o partidismo. Yo, lo estoy rumiando y muy seriamente.

Una de las cosas que me hizo decidir a escribir esta trepadita, además de la situación en sí, fue la nota periodística que leí donde la representante María Charbonier reaccionaba a que varios artistas se expresaran en contra de la aprobación de este proyecto de ley.

Con horror leí; sí, con horror, el titular: “Aquí votamos los legisladores”. En la nota aparece la cita: “Aquí votamos los legisladores, 34 representantes se convencieron de que este proyecto es total y absolutamente constitucional”.

Pero resulta que los legisladores ‘votan’ porque nosotros votamos para que ellos nos representen y tomen las decisiones CORRECTAS, no lo que tiene que ver con sus intereses particulares o de terceros. Tampoco tratar de limitar derechos y libertades.

Si la Constitución establece que hay separación de iglesia y estado, ¿por qué se está legislando por cuestiones religiosas? Para rumiarlo.

Además, no es seguir o hacer lo que se hace en otros países. Su argumento es que el Congreso de los Estados Unidos lo avala, está replicada por varios estados y el Tribunal Supremo afirma que no discrimina contra nadie.

Pues bien por ellos. Pero si lo miramos detenidamente, nos daremos cuenta que los Estados Unidos de América cacarean mucho sobre derechos y libertades pero es un país bastante conservador y tradicionalista; entre otras cosas.  

Ese afán de querer ser lo que no somos -nuestra idiosincrasia es muy diferente a la de ellos-, los lleva a copiar todo lo que se hace en la nación del norte; aunque no sea lo mejor, lo más práctico o esté correcto.  

Ahora bien, volviendo a los legisladores; tenemos que aprender a votar a las mejores personas para esos puestos. Esto no tiene que ver con partidos políticos, sino con las personas de intachable ética y compromiso que realmente busquen trabajar por el bien de sus conciudadanos.

De ahí surge el ‘honorable’, que debido a su honorabilidad probada y reconocida por sus conciudadanos, era que llegaban a la legislatura. Ahora, se busca entrar para que los llamen honorables. Lo que era la razón, ahora se convirtió en el fin.

Y siempre hay legisladores buenos que se toman muy en serio su responsabilidad y van por el beneficio de su gente; pero también hay de los otros, y de esos es que estoy hablando.

El votar bajo la insignia de un partido, da la posibilidad de que se apoye gente que cumple pero también con personas que no deberían aspirar a ese puesto tan importante. Porque esa responsabilidad no la puede asumir cualquiera.

Tampoco es, una vez están allí, dejar a un lado los intereses de sus representados. Deberían estar en la legislatura los que realmente están preparados para hacer un buen trabajo, no para hacerles el mandado a los partidos, a terceros o para ellos sacar la mayor ventaja personal.

En muchas ocasiones, aún sabiendo que una ley no debería aprobarse, lo hacen porque es directriz. Esos, le hacen un servicio flaco al país, a la democracia y a quienes representan. No votar a conciencia es uno de los actos más deshonestos que se le hace al pueblo puertorriqueño.

Antes de votar, debemos conocer el trasfondo del candidato, su carácter, analizar su historial, saber si tiene independencia de criterio, las propuestas que ofrece.
Debemos conocer todo lo posible y votar a conciencia, no porque nos dicen que lo hagamos así.

No nos dejemos engañar por los cantos de sirena, el juego de palabras, por el efecto rebaño -votarlos a todos porque van todos juntos-, ni por la presión de grupo. Dejemos de usar pantaloncitos cortos en cuestiones políticas. Empecemos a escoger bien a quienes nos representan.

Si queremos un mejor país debemos empezar a tomarnos esto en serio. Porque como suelo decir en clase, escoger los legisladores es mucho más importante y delicado que hasta elegir al mismo gobernador. En nuestras manos está tomar la acción correcta.