Suelo decir en clase que escoger los
legisladores es mucho más importante y delicado que hasta elegir al gobernador.
Pues parece ser que otra vez, tenía razón. Así quedó demostrado con la
aprobación del proyecto de la ‘supuesta libertad religiosa’.
Y aunque después, por las razones que
fueran, el gobernador pidió que se retirara aún cuando fue algo que él mismo
propuso, no podemos olvidar lo que se hizo en la Cámara de Representantes. Esta
retirada también debe ser motivo de análisis, pero no es el objetivo de esta
trepadita; así que paso.
La aprobación a viva voz del P de la C.
2069 sobre la ‘supuesta’ libertad religiosa, es para hacer un alto y
reflexionar sobre los legisladores y sus funciones, intereses, independencia de
criterio, nivel de análisis y lo que significa para ellos el bien común y el
sentido de justicia; entre muchas cosas más.
Aquí hay varios puntos importantes a
discutir. Entre ellos el anteponer intereses personales a los de la mayoría; la
demagogia, la propaganda, el juego de las palabras y los términos; el querer
imponerse aunque se laceren derechos fundamentales, el servilismo ciego y el
legislar en contra de cosas establecidas en la Constitución.
Actualmente se juega mucho con los
conceptos. Usan el ‘libertad religiosa’ cuando realmente la acción va cargada
más de discrimen que de otra cosa. Pero como no estamos educados para
identificar esto, muchos caen redonditos con el juego de palabras.
Pero también debemos reflexionar sobre
nuestra responsabilidad al elegirlos para que lleguen a la llamada ‘casa de las
leyes’. Acción trae reacción y cosa que se hace trae consecuencias. Esto
debemos mirarlo detenidamente, con cuidado y analizarlo sin ningún tipo de
fanatismo o partidismo. Yo, lo estoy rumiando y muy seriamente.
Una de las cosas que me hizo decidir a escribir esta trepadita, además de la situación en sí, fue la nota
periodística que leí donde la representante María Charbonier reaccionaba a que
varios artistas se expresaran en contra de la aprobación de este proyecto de
ley.
Con horror leí; sí, con horror, el
titular: “Aquí votamos los legisladores”. En la nota aparece la cita: “Aquí
votamos los legisladores, 34 representantes se convencieron de que este
proyecto es total y absolutamente constitucional”.
Pero resulta que los legisladores ‘votan’
porque nosotros votamos para que ellos nos representen y tomen las decisiones
CORRECTAS, no lo que tiene que ver con sus intereses particulares o de
terceros. Tampoco tratar de limitar derechos y libertades.
Si la Constitución establece que hay
separación de iglesia y estado, ¿por qué se está legislando por cuestiones
religiosas? Para rumiarlo.
Además, no es seguir o hacer lo que se
hace en otros países. Su argumento es que el Congreso de los Estados Unidos lo
avala, está replicada por varios estados y el Tribunal Supremo afirma que no
discrimina contra nadie.
Pues bien por ellos. Pero si lo miramos detenidamente,
nos daremos cuenta que los Estados Unidos de América cacarean mucho sobre
derechos y libertades pero es un país bastante conservador y tradicionalista;
entre otras cosas.
Ese afán de querer ser lo que no somos -nuestra
idiosincrasia es muy diferente a la de ellos-, los lleva a copiar todo lo que
se hace en la nación del norte; aunque no sea lo mejor, lo más práctico o esté
correcto.
Ahora bien, volviendo a los legisladores;
tenemos que aprender a votar a las mejores personas para esos puestos. Esto no
tiene que ver con partidos políticos, sino con las personas de intachable ética
y compromiso que realmente busquen trabajar por el bien de sus conciudadanos.
De ahí surge el ‘honorable’, que debido a
su honorabilidad probada y reconocida por sus conciudadanos, era que llegaban a
la legislatura. Ahora, se busca entrar para que los llamen honorables. Lo que
era la razón, ahora se convirtió en el fin.
Y siempre hay legisladores buenos que se
toman muy en serio su responsabilidad y van por el beneficio de su gente; pero
también hay de los otros, y de esos es que estoy hablando.
El votar bajo la insignia de un partido,
da la posibilidad de que se apoye gente que cumple pero también con personas
que no deberían aspirar a ese puesto tan importante. Porque esa responsabilidad
no la puede asumir cualquiera.
Tampoco es, una vez están allí, dejar a
un lado los intereses de sus representados. Deberían estar en la legislatura
los que realmente están preparados para hacer un buen trabajo, no para hacerles
el mandado a los partidos, a terceros o para ellos sacar la mayor ventaja
personal.
En muchas ocasiones, aún sabiendo que una
ley no debería aprobarse, lo hacen porque es directriz. Esos, le hacen un
servicio flaco al país, a la democracia y a quienes representan. No votar a
conciencia es uno de los actos más deshonestos que se le hace al pueblo
puertorriqueño.
Antes de votar, debemos conocer el
trasfondo del candidato, su carácter, analizar su historial, saber si tiene
independencia de criterio, las propuestas que ofrece.
Debemos conocer todo lo posible y votar a
conciencia, no porque nos dicen que lo hagamos así.
No nos dejemos engañar por los cantos de
sirena, el juego de palabras, por el efecto rebaño -votarlos a todos porque van
todos juntos-, ni por la presión de grupo. Dejemos de usar pantaloncitos cortos
en cuestiones políticas. Empecemos a escoger bien a quienes nos representan.
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