Por si las moscas...

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viernes, 14 de julio de 2017

La sabiduría de una caricatura


Pepito*.
Si algo tenemos que fomentar en nuestra sociedad es el pensamiento crítico. Debemos ver, leer o escuchar cosas con las que estamos alineados, en las que creemos y las que nos gustan; pero también con las que no, con las que son diferentes y las que nunca hemos considerado. Eso hará que aprendamos a pensar, a discernir y a concluir; no como otros quieren, sino como lo hemos decidido nosotros.

Desde siempre he tratado de inculcar eso en mis estudiantes. Que piensen lo que quieran y como quieran, pero que sea el resultado de su ponderación. Por eso hacen un análisis de la opinión pública y de nuestra sociedad a través de las caricaturas y las viñetas; también lo hacen con películas y memes.

Tienen que buscar cinco caricaturas o viñetas de Puerto Rico, entre ellas Pepito, en una fecha que ellos escogen y hacer un análisis comparativo sobre temas, tono, etc. 

Pero también tienen que hacer lo propio con prensa internacional (con un periódico europeo, uno asiático, uno africano o de medio oriente, uno americano -de las Américas- y uno estadounidense). Este semestre, por primera vez, el tema más discutido fue casi unánime. Si pensaron que fue Trump, acertaron.

Lo menciono porque creo que es importante dejar claro que la caricatura no es un ‘dibujito’, sino que a través suyo se muestran las realidades sociales, políticas y económicas, entre otras. Que es una herramienta imprescindible para el desarrollo del criterio propio que debe estar cobijada bajo la libertad de expresión.


Según el DRAE, la caricatura es un dibujo sarcástico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien. Es una obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene como objeto. La viñeta es cada uno de los recuadros de una serie en la que con dibujos y texto se compone una historieta. Es un dibujo o escena impresa en un libro, periódico, etc., que suele tener carácter humorístico, y que a veces va acompañado de un texto o comentario.

Las caricaturas tiene vida desde las culturas mesopotámicas, precolombinas y egipcias. Pero la base de las caricaturas como las conocemos hoy -contenido y forma- se da en Grecia. Algo sumamente significativo porque vienen desde el mismo nacimiento de la democracia.

A través de la historia, las caricaturas y las viñetas se han utilizado para hacer crítica social porque retratan de forma sencilla, puntual y efectiva la realidad del momento. El artista muestra, en una sola imagen o en varios recuadros, toda la problemática social que se vive para que se reflexione sobre ella.

Hace poco, gracias a la gestión de una estudiante, el caricaturista Arturo Yépez estuvo en clase hablándoles sobre la caricatura y su impacto en la opinión pública. A cada estudiante -yo me colé- le regaló un original de las caricaturas que había hecho durante años para un periódico local. Lo maravilloso fue que parecía que las hizo para llevarlas a clase. Esa es la sabiduría de los caricaturistas.

Me encanta cuando los políticos hablan de democracia y de derechos pero sus acciones demuestran que cuentan sólo cuando quieren o les conviene. Y hacen cosas que criticaban cuando las hacía el otro, pero ahora como son ellos lo justifican.

Se aterran que el pueblo pase juicio sobre sus funciones y buscan imponer su criterio. Muchos no respetan los derechos de los ciudadanos y tratan, mediante legislación, de coartarlos. Se escudan en sus posiciones y puestos para presionar, dominar y controlar.

Esos son rasgos de fascismo y totalitarismo, que se agudizan cuando el oficialismo entra a querer controlar los medios de comunicación. Cuando no les gusta lo que se dice de ellos, cuando no quieren ser criticados. Cuando, por cuestiones personales, de partido o por terceros abusan de su poder.

Y lo menciono porque la publicación de Pepito ha sobrevivido varios gobiernos y no creo que ninguno, aún cuando algunas de las caricaturas eran arriesgadas, buscó silenciar a quien hace crítica. Si se toma esto como patrón, podría resultar peligroso. Esto amerita una buena reflexión.

Lo irónico es que quieren ser parte de una nación que, aunque en el papel, se canta la principal defensora de la libertad de expresión y de prensa, pero no pueden bregar con una crítica que se les haga. Es allí cuando nos damos cuenta del doble discurso.

En una democracia, no hay nada más nefasto que se violenten los derechos por intereses y presiones de algunos grupos; pero mucho más, que un medio de comunicación entregue la que en algunos tiempos fue una sagrada responsabilidad y abandone lo que debería defender a capa y espada, que es el espacio para disentir.

Y es que se supone que el rol del periódico sea darle paso a todo tipo de pensamiento y de puntos de vista para que las personas puedan leer de todo, discernir y llegar a sus conclusiones. 

Si un periódico no cumple con esto y sólo responde a intereses particulares de otros, sea por la razón que sea, se convierte en un simple folletín del grupo al que le entrega ese compromiso social que tiene.

No podemos perder de vista que los periódicos son, primero que todo, negocios. Tan es así que en las ediciones impresas lo primero que se diagrama es el espacio publicitario y lo que queda, si algo, es para la información. En las digitales ya está separado el espacio donde va la publicidad. Además de que cada uno tiene su línea editorial.

Siempre le digo a los estudiantes que deben leerlos todos. ¿Por qué? Porque tienen que ver diferentes puntos de vista sobre una situación. Lo importante es mirarlos a través del crisol correcto, aprendiendo a discernir mejor para darle el peso justo a lo que leen.

Lo confieso; soy fanática de Pepito, de Planeta Kike, de Tato y Kenepo, de De la nada y de unos cuántos más, por su gran dosis de crítica social; además de que me sacan tremendas carcajadas porque es un humor crítico, filoso, y eso me gusta.

Esta sociedad necesita que la sacudan, que la enfrenten a la realidad, que despierte del letargo en el que vive pensando que la luna es de queso y que se come con galletas. No podemos seguir escuchando cuentos chinos, ni cantos de sirena, ni darle paso a tanta propaganda que nos ahoga.

Desde la primera vez que leí a Pepito me pareció genial. En muchísimas ocasiones lo compartí en las redes sociales porque lo encuentro actual, asertivo, sagaz y sin miedo de decir lo que piensa. Así debe ser. Es materia de discusión en clase y es una de las caricaturas que deben analizar.

Y hay que ver que Pepito no sólo hablaba de política, sino que tocaba muchísimos otros temas sociales y respaldaba organizaciones y proyectos que fueran en beneficio del pueblo. No era una crítica para criticar, sino para que se tomara conciencia de ciertas situaciones que acontecían en Puerto Rico y que se puedieran solucionar. 

Sus creadores, Aníbal Quiñones y Harold Jessurun, también han puesto el dedo en la llaga muchas veces y algunos puntos sobre las íes. Y eso a algunos le molesta, y mucho. Por eso todavía tengo mis dudas de que la razón de la censura sea la caricatura sobre la representante. 

No me convence que haya sido por la caricatura que se dice fue, porque muchísimas otras más filosas y directas han hecho. Además, con el perdón, la justificación dada como que no encaja. Nada, que no me acaba de hacer clic; así que creo que hay mucho más detrás. Ese es el ‘feeling’.

Y habrá quien piense que son teorías de conspiración y esas cosas. A lo mejor soy una conspiradora. jeje Pero si le echamos una miradita a la historia, nos daríamos cuenta que de conspiraciones es que está entretejida. Y no es por ná, pero rara vez me equivoco y me parece que no lo haré tampoco en esta ocasión. Sólo hay que darle tiempo al tiempo.

A lo mejor esto es sólo la punta del iceberg, pero por temor a dañar ‘alguna figura principal’ o un partido, los implicados fueron sacrificados como corderos. Ellos se embarran y los otros quedan limpios. Esas cosas, también se dan. Y para nada me extrañaría que fuera una presión por muchos flancos y, al final, el periódico cedió a la presión.

Esta censura deja al descubierto los intereses de los diferentes bandos y lo nefasto que es usar el poder para callar una voz que sólo muestra su punto de vista sobre la realidad.

Necesitamos más caricaturas como Pepito, que nos pongan a pensar, que nos hagan reflexionar y que nos saquen del letargo en el que vivimos. A ver si por fin, dejamos de ver a Bambi corriendo por el bosque detrás de la mariposa.


* Esta es una de las viñetas de Pepito que más me han gustado.

*Las caricaturas y viñetas son propiedad de sus autores. Sólo las utilicé para acompañar esta entrada.


4 comentarios:

  1. Excelente entrada, Marisa. Además de todos los puntos que mencionas, me sorprende sobremanera el silencio de los gremios periodísticos ante este flagrante acto de censura que, irónicamente, viene de una empresa que se ha proyectado como paladín de la libertad de prensa. Hay que alzar la voz.

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    1. ¡Gracias, Joseph! Y tienes toda la razón; sorprendente el silencio de los gremios periodísticos puertorriqueños. Hasta ahora, sólo la Asociación de Caricaturistas de Puerto Rico ha reaccionado a la censura. Lamentable por demás. Saludos.

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  2. Respuestas
    1. Ana, gracias por su comentario. Es importante que reflexionemos sobre las situaciones que ocurren en nuestro país. Saludos.

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