Si algo he criticado toda la vida, es el uso de la bandera puertorriqueña para hacer política. Siempre he pensado que los símbolos patrios deben dejarse fuera de las contiendas políticas y electorales porque nos pertenecen a todos; no sólo a los grupos o personas en cuestión.
La monoestrellada simboliza nuestra personalidad y esencia; nuestra identidad. Es como una gran sombrilla donde estamos cobijados todos; no importa la afiliación política, la raza, la orientación sexual, la religión, la educación, el nivel socioeconómico, etc.
El que candidatos o partidos la usen para sus intereses particulares, alborotar pasiones y emocionar las masas; entre otras cosas, es lo que ha hecho que se le dé una carga política brutal. Y aquí todo mundo hace lo propio.
El que candidatos o partidos la usen para sus intereses particulares, alborotar pasiones y emocionar las masas; entre otras cosas, es lo que ha hecho que se le dé una carga política brutal. Y aquí todo mundo hace lo propio.
Claro, tampoco podemos tapar el sol con un dedo. Desde su creación, la bandera ha estado asociada a la lucha independentista; como en muchísimos países del mundo. Primeramente, se utilizó como estandarte contra la opresión española y luego como símbolo de resistencia contra el imperio estadounidense.