Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

martes, 22 de diciembre de 2015

La monoestrellada; la nuestra, la más bella.


No hay cosa más maravillosa que ver ondear la bandera puertorriqueña. Para mí, la más bella. Desde siempre ha sido así y mientras más leo e investigo sobre ella y sus orígenes, más sentimientos despierta. Y es que ha trascendido la ideología, los intereses y la política. Es nuestro símbolo patrio; lo que encierra nuestra esencia; lo que nos representa. 

Antes de entrar en materia, tengo que decir que existen dos teorías sobre los orígenes de la bandera puertorriqueña; una se le adjudica a Antonio Vélez Alvarado (11 de junio de 1892) y la otra a Manuel Besosa (presentada por don Juan de Mata Terraforte a la sección puertorriqueña  del Partido Revolucionario Cubano el 22 de diciembre de 1895 en Nueva York). Esta última, es la que se mantiene como oficial y la que celebramos hoy. 

Cincuenta y nueve puertorriqueños estuvieron presentes en esa asamblea celebrada en Chimney Corner Hall; en el salón de la casa número 57 al Oeste de la Calle 25, esquina a la sexta avenida en NY. Allí don Juan de la Mata Terreforte, sobreviviente del Grito de Lares, tremolaba la bandera mientras el presidente J. J. Henna preguntaba si se aceptaba la bandera. La contestación fue unánime. 

No voy a entrar a adjudicar si fue una u otra; habrá que estudiar esto un poco más; porque segura no estoy de nada. Lo que sí, es que en el libro de Roberto H. Tood, ‘Génesis de la bandera puertorriqueña. Betances, Henna, Arrillaga’ (1938), se da como válida la versión del Besosa. Esto de acuerdo al dictamen dado por una comisión creada por el Ateneo Puertorriqueño el 25 de diciembre de 1937. 


Esta comisión estuvo compuesta por Adolfo de Hostos, historiador oficial de Puerto Rico; Juan B. Soto, presidente de la Academia Puertorriqueña de la Historia; Víctor Coll Cuchí, director de la Academia Puertorriqueña de la Historia; Rafael W. Ramírez, catedrático de Historia de la Universidad de Puerto Rico y Vicente Géigel Polanco, presidente de la Sección Histórica del Ateneo Puertorriqueño.

La lectura abre muchas interrogantes. Además de que muestra datos e información muy interesante. Según lo que indica el libro, en varias ocasiones se le hizo acercamientos a Antonio Vélez Alvarado para que presentara pruebas ante la comisión para aclarar el asunto de la creación de la bandera puertorriqueña, pero nunca respondió a las mismas. 

Siempre había escuchado que Betances había dicho que lo primordial era conseguir la independencia, que después cualquier trapo serviría como bandera. 

Pero resulta que, según lo que se desprende de la lectura, eso supuestamente se lo mencionó Betances en una carta a Vélez Alvarado y cuando se le pidió la corroboración del dato, indicó que se le había extraviado la misma. Así que al final, no sabemos si en realidad lo dijo o no; aunque lo seguimos repitiendo hasta el sol de hoy.

La bandera de la estrella solitaria empezó a utilizarse como símbolo de libertad contra la opresión española. Luego, al ser ‘cedidos’ como botín de guerra, fue el símbolo de la resistencia puertorriqueña ante los Estados Unidos de América. Siguiendo esta tradición, en el 1930 el Partido Nacionalista la adoptó como su estandarte.

Pero si algo me hizo sentir ‘lo especial’ que es mi bandera, fue leer sobre lo ocurrido en San Juan, para el 1917, durante la visita del barco de guerra de la Escuadra de Francia “Jean D’Arc”. Luego de un desfile por las calles llegaron a la plaza donde, en el edificio municipal se coloraron las banderas de Estados Unidos y la de Francia. La de Puerto Rico se colocó entre ambas. 

Una vez terminados los discursos del alcalde, del ‘speaker’ de la cámara y del gobernador, la banda dirigida por Manuel Tizol tocó el “The Star Spangled Banner”, y las tropas presentaron armas. Luego la banda siguió con “La Marsellesa” y las tropas volvieron a presentar armas. 

Las tropas estaban en descanso. De momento, la banda empezó a tocar “La Borinqueña” y rápidamente el oficial francés dio la orden de presentar armas. Ahí las tropas estadounidenses, que las comandaba el capitán Parra, puertorriqueño, luego de un leve titubeo dio la orden y los militares estadounidenses hicieron lo propio. Luego el oficial francés indicó que lo hizo en honor de la bandera que estaba entre la de Estados Unidos y Francia. ¿Interesante, no?

El 24 de julio de 1952, un día antes de establecerse el Estado Libre Asociado, se aprobó la Ley Núm. 1, designando la monoestrellada como la bandera oficial de Puerto Rico. Ya dejaba de ser la bandera de unos pocos, para ser la bandera de todos; pasó a ser lo que nos define, lo que encierra la idiosincrasia nuestra, el ser puertorriqueño.

Debemos empezar a entender que la bandera rectangular, de cinco franjas horizontales, tres rojas y dos blancas alternadas, con un triángulo equilátero azul (que no es el azul oscuro) que toma toda la anchura de la bandera y que contiene una estrella solitaria blanca de cinco puntas, es la bandera de todos los puertorriqueños y que está sobre el tema político.

Y es que tanto el reglamento sobre el uso de la bandera en Puerto Rico de la bandera del Estado Libre Asociado, y la Ley Electoral establecen que la bandera no puede ser utilizada por ningún candidato ni para fines políticos. Tenemos que empezar a dejar de ‘usarla’, quitándole las cargas políticas -y las connotaciones negativas- y entender que está sobre todo esto. Empecemos a respetar y a considerar nuestros símbolos patrios.

Ahora pregunto yo, ¿Quién de nosotros no se emociona cuando la ve ondeando en alguna competencia deportiva? ¿Quién no se sonríe cuando la ve en algún otro lugar cuando viaja? ¿Quién no se siente orgulloso cuando uno de los nuestros triunfa y saca la bandera puertorriqueña? ¿Quién no siente emoción cuando la ve?

Y es que una bandera no es sólo un ‘canto de tela’; sino que encierra toda la riqueza cultural, las vivencias, la historia, las experiencias, los sentimientos, los amores, los sabores, los sinsabores, los sonidos, los colores, la religión, la tradición, el baile, el ritmo; en fin, todo. Para mí,  lo que quieran; pero no hay cosa más maravillosa que ver ondear mi bandera puertorriqueña no importa dónde sea. Porque para mí es, y seguirá siendo, la más bella. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario