Por si las moscas...

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lunes, 27 de abril de 2015

La aventura de aprender a bailar bomba

Baile de bomba, de Rafael Tufiño

Puertorriqueños al fin, escuchar un tambor es sinónimo de mover el esqueleto. A veces de manera imperceptible y sin querer. Es inevitable. Es instintivo. Y no puede ser de otra manera porque lo traemos en la sangre. Gran legado africano el ritmo y la cadencia que nos gastamos. Que no es poca cosa.  

Gracias a Dios no tengo dos pies derechos -¿por qué tienen que ser dos pies izquierdos?- y algo de ritmo tengo; por lo que lo del baile no se me da tan mal. Así las cosas, desde siempre había querido aprender a bailar bomba porque me fascinaba, pero lo dejaba para después y al final, nada que ver.

Y no fue hasta enero pasado que, gracias a que muchos amigos me animaron, decidí tirarme ‘con tó y tenis’ y embarcarme en la gran aventura de aprender a bailar bomba. Me fui al Viejo San Juan a tomar las clases básicas en la ‘Escuela de bomba y plena Doña Caridad Brenes de Cepeda’ que dirige Tata Cepeda; integrante de una de las familias más reconocidas, respetadas y representativas de este género. 

Y no me arrepiento en lo absoluto. Eso sí, tengo que decir que ‘no es lo mismo llamar el diablo que verlo venir’. jeje Y lo digo porque esto de la bomba no es fácil ná. En las primeras clases me bromeaba yo misma diciéndome que siempre creí tener más información genética de negra de la que realmente parecía tener. Jeje

Confieso que par de veces me pregunté qué rayos yo hacía ahí. Pero no me quité. Es que al principio pensé que iba a ser facilito, un quita'o; pero esto de aprender a bailar bomba es cosa seria porque requiere habilidad, destreza, técnica y, sobre todo, mucha pasión. Y entonces me di cuenta que tenía que amarrarme bien la falda.


Ahora que estoy viendo como es que se bate el cobre tengo que quitarme el sombrero ante las bomberas, los bomberos y los músicos de este país. Su compromiso con la preservación de nuestros bailes y la defensa de nuestra cultura es digna de admiración y reconocimiento. Mis respetos para ellos. 

Desde que me puse la falda, esto no ha parado. Me gusta el sistema de enseñanza y lo recomiendo. Y es que mirando hacia atrás, me doy cuenta de lo mucho que hemos avanzado en estos pocos meses. La maestra y los músicos, porque la música es en vivo, hacen un trabajo extraordinario. El grupo es interesante y la dinámica es buena. Acabamos como si nos hubiesen dado una tunda, pero felices. 

Aunque algunas cosas sabía de la bomba, me puse a investigar un ‘poquito’ más. Y todo me ha resultado interesantísimo. Claro, no hablaremos de la podredumbre europea de esclavizar a los africanos y traerlos a hacer los trabajos forzosos para ellos enriquecerse. Vergonzoso por demás. Pero bueno, ese tema no es para esta trepadita. 

Baile de bomba, de Rafael Tufiño
Nada, que a Puerto Rico trajeron esclavos y la mayoría se concentró en los ingenios azucareros. Por los abusos a los que fueron sometidos empezaron a revelarse; algo completamente natural. Una de sus válvulas de escape fue la bomba. Se reunían los sábados y domingo en la noche y, a través del canto y el baile, dejaban salir todas sus frustraciones, problemas, denuncias, dolores, etc.; como también así sus alegrías. La bomba era una forma de comunicar lo que sentían. 

Así que en las zonas costeras, donde había una mayor concentración de esclavos, es que la bomba florece. Loíza, Ponce, Arroyo, Guayama, Cataño, Dorado, Salinas, Santurce y Mayagüez; son algunos de esos lugares. Pero es en Mayagüez que comienza a presentarse en salones de alta sociedad; donde el baile por excelencia era la danza. 

La bomba, que es una evolución de los bailes africanos, se baila diferente y tiene sus características particulares, dependiendo de qué parte de Puerto Rico es. En unas áreas se baila en pareja y en otras, entran por separado. La bomba que aprendemos en la escuela es de raíz mayagüezana porque los Cepeda son de Mayagüez. Tanto ellos, como la familia Ayala de Loíza y otros grupos, han mantenida viva la bomba y la plena; dos géneros que no pueden separarse.

Aunque hay muchos ritmos de bomba; en la escuela aprendimos, por lo menos a nivel básico, cuatro de ellos: sicá, cuembé, yubá y holandé; en ese orden. Cada uno tiene su particularidad y encanto. Aprendemos unos pasos básicos que luego se adaptan al tipo de ritmo que se vaya a bailar. 

Y aquí lo más fascinante; la bomba es una conversación entre el tambor y el bailador. En muchos bailes, el bailador sigue el ritmo. En la bomba, los bomberos marcan el ritmo del tambor primo con los movimientos que hagan con la falda (los piquetes), el sombrero, los hombros, las manos, los gestos, el buleo; en fin, con el cuerpo entero, y con la fuerza que se utilice. 

Al tambor primo, conocido también como primer barril y buleador; entre otros nombres, lo acompaña el segundo tambor, que se conoce como seguidor y puede haber cualquier cantidad de ellos. Éste marca el tiempo manteniendo el ritmo de la bomba que se está interpretando. También está la maraca y los palitos o cúas. 

Nada, que mientras más me adentro en esto, más me gusta. Ya estoy pensando en el intensivo de verano y en los cursos intermedio y avanzado; porque de que salgo bailando bomba como Dios manda, salgo. Así que ya mismo me compro la falda y unos zapatos de baile. Porque después que termine con todo, voy a irme a retar el tambor en uno de los ‘bombazos’ de la escuela que hacen en la Plaza de Armas del Viejo San Juan los primeros sábados de mes. Bueno, me parece que esto lo tendré que pensar mejor…

Estamos en deuda con los que, a través del tiempo han luchado para preservar nuestra cultura. Ese es nuestro folclore, nuestra raíz, lo que nos distingue; es lo que nos reafirma como puertorriqueños. Debería ser materia de clase desde los grados primarios, como suele hacerse en otros países, a ver si conociendo y aprendiendo nuestro folclore y cultura, empezamos a querernos más y a respetarnos como pueblo.  

No podemos negar que con esta maravillosa mezcla que tenemos, lo queramos o no, al oír un tambor se nos sube el ritmo por los pies y ahí, la cosa se ‘chavó’. Démosle una oportunidad a nuestra cultura. El que pueda aprender bomba o cualquier otro baile de nuestro folclore, que lo haga. Les aseguro, que será una maravillosa aventura. Sé que se van a sentir cada vez más orgullosos de esta mezcla tan especial que somos; de eso que nos hace puertorriqueños. 

2 comentarios:

  1. Excelente. Ni sé cuándo empezaste, pero espero hayas continuado. Eso es vida. Estoy de acuerdo con eso del folklore en las escuelas. Algunas logran hacerlo. Un abrazo solidario. Un día de estos me voy a aprender. Jeje

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    1. Lydia, hola. ¡Pues estás a tiempo de empezar! Yo le di muchas vueltas, hasta que me decidí. Y no me arrepiento. Ya estoy en el nivel intermedio (Dando la batalla, dando la batalla jeje). Gracias por tu comentario, un abrazo solidario para ti también. Saludos.

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