Tuve que treparme. Es que estas cosas hay que decirlas, y cuanto antes mejor. Es increíble cómo nos distraemos -y perdemos el tiempo- en cosas que ya están definidas y dadas. Pero como tenemos poco conocimiento de las cosas, dejamos que avancen. Así que aquí estoy trepada por el bendito color de la bandera.
Cada día me convenzo más que nuestro gran problema de fondo, no es otro que de educación. Sabemos poco de todo y mucho de nada. Pero lo más triste es que no buscamos, no evaluamos, no analizamos; sino que creemos cualquier cosas que nos dicen.
Y todo esta perorata viene porque una de mis antiguas estudiantes trajo a mi atención la nota periodística publicada sobre la radicación de un proyecto de ley para, según se lee en prensa, ‘definir cuál es el azul de la bandera puertorriqueña’. ¿En serio? Sorprendida quedé; porque eso ya está definido.
Eso ya está estipulado en la Ley Núm. 1 del 24 de julio de 1952; donde se indica que la bandera del Estado Libre Asociado es la que hasta ese momento se conocía como la bandera puertorriqueña; que no es otra que la bandera con el fondo azul claro, pero no tan claro. En lo que sí estoy de acuerdo con él, es que hay que buscar el color exacto de la bandera.