Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Viernes negro o viernes de salvajismo?

¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Seguiremos siendo presas del consumismo? ¿Algún día aprenderemos a comportarnos como personas civilizadas? Es increíble cómo, por querer ahorrarnos ‘tres pesos’ en algún artículo o producto nos convertimos en unos salvajes de primera. Para mí es inconcebible que las personas acampen frente a la puerta de una tienda, se amotinen, se insulten y peleen, simplemente por querer “aprovechar” unos “especiales” o “descuentos”. Pareciera que son los últimos artículos sobre la faz de la tierra o que su vida dependiera de ellos. La verdad es que esto no tiene nombre.

Durante el día no quise entrar a las páginas de los diferentes medios para no saber cómo se estaba desarrollando el bendito viernes negro. Es que no quería sentir vergüenza ajena desde temprano. Pero una vez me senté a ver los noticieros en la tarde, no pude dejar de sentirla. Vi la “estampida” tratando de entrar a los comercios y los empleados tratando de poner orden. También a varias personas peleándose y, como si fuera poco, a una señora sangrando por la nariz, pero muy feliz porque logró quedarse con el televisor. ¿En serio? 


Tengo que confesar que mientras más veo y leo sobre lo que pasó en las ventas del viernes negro más vergüenza me da. Ver y leer sobre los empujones, los gritos, los insultos, las peleas, las faltas de respeto, las amenazas y hasta robos es vergonzoso. No sé cómo las personas pueden comportarse como si nunca hubiesen tenido nada. Nos jactamos diciendo que somos civilizados y nos comportamos como si hubiésemos vivido en la selva y nunca hubiésemos tenido roce social. ¡Es una vergüenza!  

Estas son las cosas que no me caben en la cabeza y que nunca entenderé. No hay justificación alguna para comportarse así cuando, seguramente, más adelante van a encontrar el producto a un mejor precio. Lo único que pensamos es que debemos tenerlo y punto. No importa a quién nos tengamos que llevar de frente o con quién tengamos que pelearnos. Al final, salimos por la puerta ancha porque nos quedamos con el artículo. ¿Qué es lo que probamos con esto? ¿Que aquí aplica la ley de la selva? ¿Que el más fuerte vence al más débil? ¿Que nos estamos convirtiendo en víctimas de las mega tiendas y del consumismo?

El consumismo no es otra cosa, según la RAE, que la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios. La RAE siempre tan correcta; pero diría yo que es perder toda cordura deseando y consiguiendo, en muchos casos, lo que no se necesita, lo que se quiere aún sin poderlo tener y lo que no nos hace falta. 

Por otro lado, la RAE define el salvajismo como el modo de ser o de obrar propio de los salvajes. Y define salvaje como sumamente necio, terco, zafio o rudo. Otra acepción es dicho de una actitud o de una situación que no está controlada o dominada. Y esto, señores, es lo que hemos estado viendo todo el bendito día.

Se abren las tiendas a medianoche y la gente hace fila horas antes. ¿El año que viene, empezarán las ventas a las ocho de la noche del día de acción de gracias y las filas desde el mediodía? ¿Se comerán el pavo frente a la tienda? Como si fuera poco, no tomamos en consideración a los empleados. Ellos también tienen derecho a disfrutar con sus familias y merecen que los traten con respeto. En muchas ocasiones están a merced de esos compradores iracundos que van a las tiendas dispuestos a cualquier cosa. Reciben insultos y hasta agresiones. 

¿Y de dónde sale esto del viernes negro? Como siempre, tendemos a copiar lo que otros hacen. Según he leído por ahí, el “Black Friday” se originó en los EE. UU. en 1966 en Filadelfia, pero tardó años en establecerse y ser más comercial. “Black Friday” se refiere a que ese día los comerciantes pasan del rojo de pérdidas a las ganancias. En contabilidad, los números en rojo, son negativos, reflejan pérdidas y los negros son positivos, reflejan ganancias. Así que se considera el viernes después del día de acción de gracias, el mejor día para salir de compras y el inicio de las ventas de la época navideña. En los EE. UU. esto se ha vuelto un pandemonio y el salvajismo ha llegado a proporciones inusitadas; al punto que muchas tiendas han terminado vandalizadas y muchas personas han resultado heridas y hasta algunas han encontrado la muerte.

En Puerto Rico, según vi en un reportaje televisivo, no fue hasta la década de los 90 que esto tomó auge. Y aquí no nos comportamos mejor. Sólo hay que echarle una “miradita” a los medios de comunicación para darnos cuenta de la debacle social a la que estamos llegando. Lo más lamentable de todo, es que este comportamiento irracional permea en todos los aspectos de nuestra vida. Triste es nuestro caso.

Lo más irónico es que este día de “bonanza” no repercute mucho en los comercios puertorriqueños. Casi todo el dinero sale de nuestra economía porque son las cadenas estadounidenses las más beneficiadas. Deberíamos ser más conscientes de esto y apoyar a los nuestros. Algunos alegarán que lo importante es “ahorrarse” unos chavitos. Digo yo, ¿al final cuán beneficioso es eso cuando el dinero no se inyecta en nuestra economía? Nada, dejo esto porque es tema para otra “trepadita de silla”. 

No pareciera que estamos en una crisis económica porque los centros comerciales están abarrotados y la gente compra como si no hubiera un mañana. Esto lo que me deja claro es que, más que todo, tenemos una crisis social. No sé cómo pasará ni cuando, pero sólo espero que empecemos a tomar conciencia de nuestra realidad y hagamos lo necesario para cambiarla. Mucho menos debemos perder el sentido de lo que celebramos en estas festividades navideñas; que nada tienen que ver con cosas materiales ni con comprar, si no con dar y recibir. Enfoquémonos en la figura de Jesús y vivimos el verdadero sentido de la Navidad. 

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