¡Uy!, y es que eso de sedicioso, como que da miedo. Es que debe ser algo terrible. Algunos dirán que por ser “eso” es que Oscar López Rivera lleva tanto tiempo encarcelado. Es un preso muy peligroso. ¡Que nunca lo liberen!, ¡que pague por todas sus “culpas”! Si lo acusaron los federales, es verdad; porque ellos no se equivocan. Eso es lo que se merece por machetero, por ser un terrorista, un asesino, blá, blá, blá. Esto, y más, es lo que uno lee en los comentarios de las noticias sobre Oscar López.
¿Sabrán de lo que hablan? Pues apuesto lo que sea a que no; que una gran mayoría no tiene ni idea. Lo más seguro es que ni tan siquiera le han echado una miradita al caso, a la situación y a la condena. Y es que aquí, como en casi todo en este país, repetimos como el papagayo lo que dice “alguien” sin saber si lo que se dice es cierto o no. Encima, en muchos comentarios se transpira odio, desdén, malos deseos y mala entraña. Además, y lo más peligroso; no conocen la historia. Es en el marco histórico de las situaciones que muchas se podrán comprender; de otra manera, podrán sonar a cualquier cosa.
La sedición, según nuestra amiga la RAE, es un alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión. Su otra acepción es ‘sublevación de las pasiones’. Conspirar es, dicho de varias personas, unirse contra su superior o soberano. Así que podríamos decir que la conspiración sediciosa es unirse dos o más personas para buscar un alzamiento colectivo contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar.
La ley de sedición existe en diversidad de países y varía dependiendo del código legal de cada uno. Podemos apreciar el tipo de ley de sedición que tiene de acuerdo a su desarrollo histórico y como lo ha utilizado a través del tiempo. Mayormente se utilizaba para “desalentar y asustar” a los colonizados. Grandes hombres como Nelson Mandela; han sido encarcelados por sediciosos.
Pero bueno, volviendo al caso que nos ocupa, “conspiración sediciosa” no es otra que cosa que resistir mediante la fuerza la autoridad del gobierno de los Estados Unidos de América. Es conspirar para derrocar por la fuerza la autoridad de los EE. UU. sobre Puerto Rico. Pero, ¿por qué surge? ¿Cuándo fue la primera vez que se utilizó?
En 1798, bajo el mandato del segundo presidente de los EE. UU., John Adams, se aprobó la Ley de Sedición. El decir o escribir algo falso, escandaloso o malicioso contra el gobierno, el Congreso o el Presidente de los EE.UU. para difamarlos, desprestigiarlos o incitar el odio del pueblo contra ellos era criminalizado por esta ley. Esta se crea porque se veía a los franceses y a los irlandeses como peligrosos y revolucionarios; debido a las recientes revoluciones en esos países.
Aunque la Ley de Sedición parecía violar la primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América aprobada en 1791 [El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios], el Tribunal Supremo (1798 -1800) la consideró constitucional; así que el gobierno tenía la vía libre para acusar a algún ciudadano de sedicioso.
Y es que a pesar de haberse aprobado la primera enmienda, en EE. UU. se mantenía la ley común británica de “libelo sedicioso”. El gobierno no podía ejercer “la censura previa” -eso es, impedir con antelación que se produjera un pronunciamiento o una publicación- pero posteriormente podía legalmente castigar al autor o escritor en cuestión.
Es interesante porque al ser un castigo posterior, no hay censura previa y no se violenta la primera enmienda. Desde esa época, esto le ha dado al Congreso una conveniente base legal para justificar algunas leyes y criminalizar ciertas modalidades de expresión. Bueno, ahora mismo estamos viendo cómo, por la “seguridad nacional”, los derechos de los ciudadanos se siguen limitando.
Pero volvamos a la historia. Los EE. UU, que habían “ayudado” a Filipinas a “liberarse” de España para que fuese una nación independiente, la convirtió en una colonia suya porque "entendieron" que los filipinos no eran “capaces de gobernarse ellos mismos”. Los filipinos lucharon contra la ocupación militar estadounidense, por lo que éstos establecieron la ley de sedición. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, le otorgan su independencia.
En Puerto Rico, por las mismas razones que en Filipinas, se comenzó a aplicar la ley de sedición; sobre todo, contra miembros del movimiento independentista puertorriqueño. Las leyes de sedición o de conspiración le dan la posibilidad al gobierno de los EE. UU. de encarcelar a cualquier persona; aún sin tener claro el delito. De tener alguna seguridad, ese no sería el delito; el delito sería otro. ¿No les parece? Gran cantidad de nacionalistas han sido acusados por esto. Y uno de esos casos, es el de Oscar López.
A este nacionalista y veterano de la guerra de Vietnam, se le acusó al ser identificado como líder de la Fuerza Armada de Liberación Nacional. La FALN fue responsabilizada por el bombazo de Fraunces Tavern en Nueva York, donde murieron cuatro personas. A López nunca se le acusó de participar directamente en su planificación o ejecución, pero como se negó, al igual que otros acusados, a testificar en el juicio por indicar que eran prisioneros políticos y no reconocían los tribunales estadounidenses, se le condenó a 70 años, cuando la sentencia máxima para ese “delito” es de 20.
Tuvo la oportunidad de salir, pero por principios y por su solidaridad con otros presos políticos, que posteriormente fueron liberados, no lo aceptó. Ha estado encarcelado por 32 años, siendo el preso político puertorriqueño con más tiempo en condena. Ha sido tratado como un prisionero peligroso. Realmente no hay fundamentos reales para mantenerlo preso. Más que todo pareciera, que es una manera de recordarnos a los puertorriqueños de que somos colonia y de que querer buscar la independencia para la patria, tiene un alto precio. Que esto, no se debe exigir por derecho; sino que, como hicieron con Filipinas, dependerá de ellos si la conceden o no.
Su excarcelación del sistema carcelario federal de los EE. UU. debe darse ya. Esta es la única salida digna que queda para él. Demasiado tiempo ha estado preso. Es una cuestión de derechos humanos, es una cuestión de justicia. Más que una cuestión política, debe ser un acto de humanidad.
Estimados Compañero,
ResponderEliminarDespués de la aprobación del 23 de junio de 2014 por consenso de la resolución número 33 del Comité de Descolonización de la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidiéndole al gobierno de Estados Unidos que descolonice inmediatamente a Puerto Rico, debemos trabajar juntos para obligar a Estados Unidos a cumplirla.
Los hechos de que el gobierno de Estados Unidos ha mantenido a Puerto Rico como su colonia por 116 años, ha tenido encarcelado por 33 años a Oscar López Rivera por luchar por la descolonización de Puerto Rico, y ha ignorado 33 resoluciones de la ONU, confirman que el gobierno de Estados Unidos nunca querrá descolonizar a Puerto Rico. ¡Necesitamos un tsunami de gente para obligar al gobierno de Estados Unidos a cumplir con las 33 resoluciones!
Debemos protestar pacíficamente y permanentemente por lo menos 3 veces anualmente hasta lograrlo.
La primera será una marcha en Puerto Rico en el día que celebramos la abolición de la esclavitud, 22 de marzo, hasta llegar al Tribunal de Estados Unidos. La segunda será una marcha en Puerto Rico el día antes de la vista anual sobre la descolonización de Puerto Rico en la ONU. La tercera será una protesta en la ONU en el mismo día de la vista anual sobre la descolonización de Puerto Rico.
Estas protestas son indispensable porque, los que tienen colonias no creen en la justicia para todos.
Un abrazo fraternal,
José M López Sierra
Jlop28vislophis@gmail.com
Comité Timón del Pueblo
Compañeros Unidos para la Descolonización de Puerto Rico
www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com
¡Gracias por la información! Saludos.
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