El ¡Ay, bendito! nos ha acompañado toda la vida. Históricamente nos han ido moldeando para aceptar todo lo que nos pasa sin protestar. Se responsabiliza a Dios por lo que pasa y no hacemos nada porque ‘nos lo merecemos’; así le quitamos la responsabilidad a quien realmente la tiene. Hay que esperar la dádiva, no exigir ni señalar; hay que aguantar.
Vivimos sumidos en el conformismo y la mediocridad. No exigimos lo que merecemos. Tenemos servicios básicos pésimos y pagamos muchísimo por ellos, pero no se puede criticar, no se puede señalar, no se puede protestar. Tenemos que tragárnoslo todo. Hay que tener paciencia.
Si lo señalas, lo haces porque eres un independentista-comunista-socialista que quiere desestabilizar el país. Esa es la consigna. Cuando realmente lo que se busca es que tengamos los servicios que nos merecemos y por los cuales pagamos; porque esto tiene que ver con la calidad de vida de todos.
Nuestra infraestructura da mucho que desear. El país se nos fue cayendo encima por la pelea chiquita, la partidista. Unos, pensando que así lograrían su propósito de ‘ser parte de’, otros viendo los beneficios que pudieran sacar; pero casi todos enfocados en el poder y en los millones de dólares estadounidenses que llegan al país; porque mientras más fastidiados, más fondos asignan.
Las agencias gubernamentales están altamente politizadas. Las cosas no se hacen en beneficio del pueblo, sino de la administración de turno, de los partidos y los allegados. Y no estoy especulando. Sólo hay que ver la cantidad de casos de corrupción que hemos visto a través de los años y presumo que pasaron muchísimos más por debajo del radar.
Unos llenándose los bolsillos y los más vulnerables pagando las consecuencias de su ineptitud y abuso. ¿Tendrán conciencia y pensarán en esos que no recibieron el servicio y se afectaron por ellos robarse el dinero? No creo. Buscan servirse, no servir.
Y no le extrañe a nadie, porque es algo que se ha visto anteriormente, que en estos días se estén incorporando compañías de personas que donan a los partidos o son amigos del alma de funcionarios para hacer ‘trabajos de restauración’, ya mirando los fondos federales de emergencia asignados a Puerto Rico por el paso de Fiona.
Nuestra realidad es que cada vez hay menos servicios y están en manos privadas. Aquí se fomentó la idea de que todo lo público era malo y lo privado era bueno. Siempre he dicho que eso depende de quién lo esté administrando. Si miramos alrededor del mundo, hay muchísimos servicios excelentes que son trabajados por el gobierno, son públicos. Pero por nuestro insularismo, no miramos más allá.
Uno de estos ejemplos, y del que hoy estamos pagando las consecuencias, es el sistema eléctrico. Los forcejeos entre la administración y la unión los pagamos nosotros. Quien administraba la Autoridad de Energía Eléctrica no era la unión, era personal asignado por el gobierno de turno, pero a éstos no se les responsabiliza de nada, sólo a la unión. Aquí todos son corresponsables de lo que pasó; aquí todos están salpicados.
Dicen que del árbol caído todo el mundo hace leña. Pues Puerto Rico es una ‘minita’ para las empresas extranjeras que viven de los desastres. Vimos todo lo que pasó con ‘Whitefish’ luego del huracán María. Después traen a Luma con un contrato que todo el que lo ve dice que es abusivo y leonino. Pero todo se acepta y hasta algunos lo agradecen porque ‘nos vienen a salvar’.
Más de año y medio llevan aquí y la cosa está cada vez peor. Interrupciones constantes, muchas horas y días sin el servicio, explosiones de estaciones, cambios de voltaje que dañan enseres; entre muchas cosas más. Tenemos más de seis aumentos en la factura en nuestras costillas con un servicio pésimo. Los gerenciales con unos sueldos astronómicos y con todas las ventajas. ¿El gobierno? Bien, gracias.
Con la retórica y la propaganda tratan de justificarlos todo. Muchos le siguen el juego, pero la mayoría, no. A mí todavía no se me olvida uno de los apagones recientes. Mucha gente sin luz, incluida yo, y cuando voy a la página de Twitter de Luma, veo una foto de un corte de cinta porque iban a instalar el poste 10,000. ¿En serio?
Con el paso del huracán Fiona, categoría 1, todo el país estuvo sin los servicios de agua y luz. A tres días del paso de Fiona, y ya el sistema fuera del área, todavía hay una gran mayoría sin ambos servicios. Algunos otros, como yo, sólo tienen uno de ellos -agua- y cuando se abre la pluma escopetea y no tiene fuerza. Sólo pienso que en cualquier momento se va a ir.
Y hay quien justifica que en estos eventos atmosféricos siempre se va. Pues no siempre. Y hay otros países que recibieron lluvia o el impacto y nunca perdieron los servicios o ya están comenzando a tenerlos. Aquí, no sabemos cuándo, pero hay que tener paciencia y darle espacio para que lo reestablezcan agradeciéndole lo que hacen por nosotros.
Han traído un grupo de celadores de los Estados Unidos, con unos sueldazos, que no tienen idea cómo se bate el cobre aquí, no conocen la topografía ni la idiosincrasia. Esos, nos van a restaurar el servicio. Dicen que los de aquí, que se pusieron a la disposición, no los necesitan.
Algunos están alabando a Luma porque les está llegando el servicio -cuando es su trabajo, no es un favor que nos hacen- y piensan que ya todo está bien. Para ellos ya la cosa se resolvió, así que poco importa lo que les pase a los demás. El que ellos tengan luz y/o agua, no significa que esto ha terminado, pero para ellos sí.
Todavía hay muchísima gente en el área metropolitana y en la isla que la pasaron muy mal y están muy afectados; algunos lo perdieron todo. Esos son los más vulnerables, los que ahora necesitan más los servicios y los que serán los últimos en recibirlos. Tenemos muchos ancianos viviendo en pobreza. Muchos enfermos dependen del servicio eléctrico para su supervivencia. Muchas personas, en su mayoría jefas de familia que, aún con sus pérdidas tienen que salir a trabajar porque si no, no tienen para ponerle un plato de comida a los suyos.
Estas personas no están pasando esto porque quieren o porque les gusta. Este es el andamiaje en el que el sistema está montado. Pobre educación, pocos recursos, dependencia, servicios pésimos, etc. Así se matan dos pájaros de un tiro; fáciles de manipular y a mayor necesidad, más asignación de fondos federales.
Leía en una red social comentarios, en respuesta a quejas y señalamientos, que compraran una planta y dejaran de quejarse. Otros decían que porqué construían en sectores inundables y por qué no construían casas seguras. ¡Imagínense!
Es que aquí se vive un fanatismo ciego; algo que nos tiene más sumidos en el lodazal politiquero. Todo se politiza; a todo se le saca ventaja. Ahora mismo hay que ir a las redes y ver las fotos de los políticos. Tratan de sacar beneficio hasta de la desgracia. Y otros alabándolos por esto.
En este país las cosas no se evalúan en su mérito, sino por todo lo que está detrás. Si la administración que lo hace es la de su partido, se van a brazo partido defendiéndolo, aunque sea algo indefendible y que ellos mismos están padeciendo. Para el otro se encuentran fallas, para el suyo, excusas.
El que puede comprar la planta, las placas solares -que es otra cosa que escriben cuando alguien se queja de los apagones o los cambios de voltaje- y pueda resolverse la vida, poco le importa lo que le pase a los demás y dice que aquí no pasa nada. He leído hasta que nos está yendo mejor.
Ayer, 20 de septiembre, se cumplieron cinco años de que María nos azotara. Fueron tiempos duros y llovieron los millones. Podríamos pensar que la infraestructura estaría mejor; pero no. Si realmente queremos resolver este problema, tenemos que mirarlo de frente, no mirarlo con el crisol ideológico o partidista o pendiente a la asignación de fondos.
Como país, como pueblo y como personas, merecemos servicios de calidad y de primer orden. Si realmente queremos tener mejores servicios y una mejor calidad de vida dejemos a un lado el conformismo y no aceptemos la mediocridad. Exijámosle a las agencias gubernamentales que no arrastren los pies, que asuman su responsabilidad y nos den los servicios que nos corresponden y como nos corresponden.
Dejemos el ‘Ay bendito’, sacudámonos el conformismo y no apoyemos la mediocridad. En nosotros está seguir como hasta ahora, o empezar a construir una mejor sociedad puertorriqueña. Espero que nos inclinemos por lo segundo, porque no podemos esperar más.