Esta
mañana estaba viendo la conferencia de prensa ofrecida por la Fiscalía Federal,
el FBI y el Departamento de Justicia de Puerto Rico sobre los arrestos por
empleados fantasmas en el Capitolio.
No
voy a entrar en las acusaciones o los pormenores de lo que allí se discutió
porque no es el objetivo de esta entrada. Sin embargo, hago esta trepadita
porque algo me llamó la atención, y me preocupó.
Y es
que la jefa de los fiscales mencionó que a principio de este cuatrienio una de
las personas arrestadas incorporó una empresa para brindar asesoría política y
administrativa, talleres, relaciones públicas y consultoría. Esa compañía
obtuvo contratos con el Senado y la Cámara de Representantes.
Esto
es lo que quiero discutir; la consultoría en relaciones públicas. El término
‘relaciones públicas’ se ha convertido en el hoyo negro que todo se lo traga,
es el saco donde cabe todo y todo se justifica con ellas.
Tenemos
mucha gente haciendo ‘relaciones públicas’ que realmente no tienen idea de lo
que es. No lo estudiaron, no tienen experiencia y mucho menos están licenciados.
Simplemente es el subterfugio porque suena ‘cool’ y ‘cae bien’ en todo lo que
se ponga.
Muchos
desconocen que en Puerto Rico hay que tener licencia. Pero no importa, como la
mayoría de la gente no tiene idea de lo que realmente es; pasa. Simplemente lo
usan como un término útil para justificar cualquier cosa que quieren hacer.
Pues
resulta que las relaciones públicas no es cualquier cosa. “Es un proceso de
comunicación estratégica que construye relaciones mutuamente beneficiosas entre
las organizaciones y sus públicos”.
Es
la planificación estratégica de la comunicación de una persona, una empresa o
una institución. Su fin último es lograr el entendimiento con los diferentes
públicos a los que sirve cumpliendo con una responsabilidad social y buscando
siempre el bien común.
Se
desarrolla un programa de comunicación a corto, mediano y largo plazo e incluye
los diferentes públicos. Se planifica estratégicamente desarrollando objetivos,
estrategias y tácticas que luego se implementan. Posteriormente se evalúa su
efectividad.
Las
relaciones públicas envuelve investigación. No es de ‘la manga production’, no
es poner ‘cualquier cosa’ o que suene a eso.
Muchos
llaman relaciones públicas a lo que hacen, que realmente es propaganda. Esta
busca adelantar alguna agenda o creencia, ya sea religiosa o política. Se juega
con las palabras y los conceptos y se disfrazan las cosas de manera que se
acepte todo lo que se dice.
En
la práctica de las relaciones públicas la ética es fundamental. Se trabaja con
datos y hechos reales. Se trabaja con persuasión, no con manipulación.
En
este país, lamentablemente, cada vez más personas –que no tienen claro el
concepto de lo que es relaciones públicas- utilizan más la manipulación y la
propaganda que la persuasión.
Persuadir
es dar todos los argumentos y elementos para que la persona, al hacer la
evaluación de los mismos, concluya lo que usted presenta porque es la respuesta
lógica a considerar.
Manipular
es elimina algunos elementos, obviar información, cambiar o alterar cifras o
datos, decir medias verdades y dirigir el pensamiento para que la gente piense
lo que quieren que piense. Es dirigir la conclusión porque si se hubieran
tenido todos los elementos, lo más seguro es que no optaría por eso.
La
comunicación es una gran responsabilidad y no cualquiera puede trabajarla. El
relacionista es la persona capacitada para ello. Y es que pensamos que
comunicar es fácil y que todo se vale. Algo completamente errado.
He
estado rumiando todo el día el rol del relacionista y las relaciones públicas
en la sociedad. Esta situación de hoy me hizo reconocer la importancia de la
licencia para ejercer la profesión. No todo el que dice ser relacionista lo es,
tampoco el que dice hacer relaciones públicas las hace.
Dejemos
de hacer de las relaciones públicas el ‘hoyo negro’ donde todo cabe y llamar
relaciones públicas a lo que realmente no lo es. Quien las vaya a trabajar,
debe estar realmente preparado para hacerlo. Es momento de empezar a darle
valor al verdadero profesional de las relaciones públicas.