Por si las moscas...

Los comentarios vertidos en estos escritos son de mi total responsabilidad. Comparto lo que pienso y siento, simplemente para que se pueda apreciar otro punto de vista sobre la cosas. Pueden o no estar de acuerdo con lo que expongo; conmigo no hay ningún problema porque cada quien tiene el derecho a pensar lo que mejor entienda. Los comentarios son bienvenidos. Espero que si alguien difiere, lo haga con respeto; no escribiendo chabacanerías o insultando. Este no es el lugar para eso. ;-)

domingo, 10 de febrero de 2019

Comunicación, transparencia y veracidad


Uno de los grandes desaciertos que han tenido los gobiernos en los últimos años, y esta administración no es la excepción, es en el manejo de la comunicación. Pareciera que es fácil, pero para poder hacerlo de manera efectiva muchos elementos deben converger.

Desde el punto de vista del comunicador debe haber una combinación entre base académica, conocimiento general, experiencia, prudencia y sentido común; entre otros. Y desde el punto de vista del gobierno debe haber un plan establecido, directrices claras, transparencia y veracidad; entre otras.

Y es que comunicar no es enviar comunicados de prensa casi todos los días sobre cualquier cosa o hacer conferencias de prensa para todo. Ni crear o estar buscando el ‘photo opportunity’ para buscar exposición o hacer propaganda. No es forzar las cosas.

Tampoco es crear “medios”, que realmente son vehículos propagandísticos para ensalzar cualquier cosa que se haga. Mucho menos es contratar gente para que en las redes sociales alabe los suyos y despedace al contrario. Los troles, muchos de ellos pagos, más que llevar información, manipulan. 

En este país se utiliza más la manipulación y la propaganda que la persuasión. Persuadir es dar todos los argumentos y elementos para que la persona, al hacer la evaluación de los mismos, concluya lo que usted presenta. ¿Por qué? Porque es la mejor opción.

Manipular es eliminar alguno de los elementos, obviar información, cambiar cifras o decir verdades a medias para que la persona llegue a la conclusión que se quiere que llegue. Es dirigir la conclusión porque si se hubiera tenido todos los elementos, lo más seguro es que no optaría por eso.

No es forzar las cosas, ni querer aparentar. Ni tratar de ‘mostrar lo bonito’ o lo que le gusta a la gente. Al final, las cosas van cayendo en su sitio, se van conociendo las realidades, se van develando las verdades y todo se sabe. Por mucho que se maquillen las cosas, al no ser genuino, no perdura.

Comunicar es saber concertar un mensaje de manera efectiva. Es desarrollar un plan, una estrategia de comunicación articulada que promueva la política pública, informe a la comunidad y eduque, entre muchas otras funciones, a todos los públicos a los que sirve.

La comunicación debe estar fundamentada en la verdad, en los hechos, en la razón. Debe ser clara, transparente. No en historias, no en cosas acomodadas para dar una impresión positiva. Cuando no son realidades, tarde o temprano se sabe.

Mucho hemos visto de esto, sobre todo en estos últimas semanas. Se dice una cosa, pero resulta otra; se dan mensajes contradictorios, se cambian las versiones, se envían comunicados errados y luego hay que corregirlos. Se justifican cosas injustificables. Se habla de ‘alinear’ a la gente.

Y algunos podrían argumentar que todo es legal, pero moralmente se podrían levantar cuestionamientos. No nos podemos escudar en la legalidad de las cosas para justificar lo que se hace, aún sabiendo que van en detrimento de la sociedad, sobre todo de los más vulnerables. El balance es necesario.

Hay que tener cuidado en lo que se hace y mucho más en cómo se comunica porque no todo se vale, ni todo se puede justificar.

Gobernar no es un juego. De las decisiones de los dirigentes y de sus acciones dependen la vida de muchos. Es por eso que todavía estoy tratando de buscarle una razón a la pompa dada a la ayuda humanitaria a Venezuela y, sobre todo, al anuncio del envío del avión con suministros a ese país hermano.

No acabo de entener cuál fue la estrategia detrás de eso; pero clara estoy que no fue una de comunicación ni de relaciones públicas, como alguno podría decir, sino que parece más una estrategia de propaganda.

¿Por qué? Porque en una situación como esa, hay muchísimas cosas en riesgo y eso de anunciar con bombos y platillos que se estaba supliendo el avión, el ofrecer entrevistas, el retar al otro gobierno -aún cuando no somos soberanos-, el hablar y hablar pudo afectar toda la misión del envío de suministros.

No se puede decir que se va a entrar, a la trágala, a un país soberano. Ni mencionar con quién se está coordinando, mucho más cuando es la oposición. Además, esta situación que vive Venezuela es muy compleja y la cosas no son blanco o negro. Hay muchísimos elementos, tanto políticos como diplomáticos y humanitarios que considerar antes de decir nada y buscar protagonismo.

Hay que escoger bien las palabras, hay que ser prudente. No se puede afectar el trabajo que se está haciendo. Hay momentos en que es mejor no decir nada. Dejar que los procesos se terminen y luego informar sobre ellos. No es una competencia en quien dice qué primero.

La responsabilidad de comunicar es mucha. Y hay que hacerlo de la manera más concienzuda posible. El ver cómo se estuvo manejando todo esto, me puso a pensar en si realmente se trabaja una estrategia de comunicación o si quien la trabajó miró las posibles repercusiones más allá de hacer propaganda.

Creo que con esto que pasó quedó claro el porqué siempre estoy con la cantaleta de que quien trabaje en comunicación debe estar preparado para ello.  Porque comunicar nada tienen que ver con ensalzar, querer impresionar o hacer propaganda, sino con veracidad, transparencia y credibilidad.



Clip art: Pixabay

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