Si se entendiera qué es relaciones
públicas, las verdaderas, no las pseudo, las disfrazadas, las mal adjudicadas,
los cuentos de camino o las leyendas urbanas, tendríamos un escenario social
diferente y una mejor calidad de vida.
Si se conociera su alcance nos daríamos
cuenta de lo importantes que son. Y es que las relaciones públicas es una de
las profesiones más completas y multidisciplinarias; pero también una de las
más complejas dentro del campo de la comunicación. Su radio de acción es vasto
y variado.
Esto hace que, en muchísimas ocasiones, sea
un poco difícil explicarla y aún más, entenderla. Como profesionales del campo,
tenemos la responsabilidad de educar a los demás sobre sus virtudes y lo que
representa para la sociedad.
Las relaciones públicas es un “proceso de
comunicación estratégica que construye relaciones mutuamente beneficiosas entre
las organizaciones y sus públicos”. Esa definición, que parece tan sencilla, pudiera
no dejar apreciar su gran impacto.
Las empresas se establecen en una
sociedad porque responden a una necesidad existente. Es por esto que buscan
relacionarse de manera efectiva con sus diferentes públicos, que pueden ser muy
variados. La estrategia de comunicación, que es cómo la empresa se va a
comunicar o a acercarse a estos públicos, recae sobre el relacionista.
No importa el tipo de empresa que sea,
las relaciones públicas son necesarias. El relacionista investiga los
diferentes públicos, tanto internos como externos. Así conoce sus intereses y
necesidades y los alinea con los objetivos empresariales.
Su responsabilidad en el desarrollo y
ejecución de estrategias para lograr esa comunicación,
estrechar lazos y establecer relaciones mutuamente beneficiosas, es muy grande.
Luego evalúa lo que se implementó para conocer si fue efectivo o no y poder
así, revisar, eliminar, modificar o cambiar lo que sea necesario.
Esto requiere, y es una de las cosas más
apasionantes que le veo a nuestra profesión, un vasto conocimiento en la
materia y en diversidad de áreas. Hay que saber de todo; de la industria con la
que se trabaja, de historia, de economía, de política, de arte, lo que está
pasando en el país, pero también en el mundo.
También se debe saber de protocolo, de
redacción, de medios y redes sociales, quiénes son los líderes en las
diferentes áreas de la sociedad y de mil cosas más. Por eso es que hay que
estarse educando continuamente. A mayor conocimiento, mejor desarrollo y ejecución.
El saber, el conocer, nos da la profundidad
necesaria para desarrollar estrategias de comunicación efectivas. Esto es
importante porque de no trabajarlas correctamente se podría estar afectando a personas, empresas y grupos.
La profesión requiere los niveles más
altos de conocimiento, ética y credibilidad, entre otras, en su ejecución. Por
eso es que en Puerto Rico, desde hace diez años, se requiere una licencia para
ejercerla (Ley
Núm. 204 del 8 de agosto de 2008 para la creación de la Junta Reglamentadora de
Relacionistas de Puerto Rico).
Esta licencia no busca limitar o cerrar
un círculo y que nadie entre. Al contrario; lo que busca es quienes quieran
ejercer las relaciones públicas lo hagan legalmente, de la manera correcta, que se
eduquen constantemente y que aprendan a ejecutarlas ética y responsablemente.
La comunicación no es un juego, ni comunicar es cualquier cosa. Muchos piensan que es fácil y que cualquiera puede hacerlo. No todo el que dice que es ‘relacionista público’ tiene la preparación, el conocimiento y la experiencia para manejar la comunicación de una empresa, una organización o una persona.
He ahí el porqué
vemos, casi a diario, tantos desaciertos en la comunicación de agencias de
gobierno, entidades, organizaciones y empresas. Lo más
impresionante de esto, es que los errores, algunos crasos, son cosas básicas
que con un poco de conocimiento en el área se hubiesen evitado.
Las relaciones públicas no es una moda,
un juego o un capricho, tampoco una tendencia; por lo que hay que practicarlas
con la seriedad que ameritan porque ejercerlas, conlleva una gran
responsabilidad. Por eso no debe estar en las manos de personas erróneas.
Y me refiero a los que no se siguen los
principios éticos, no se preparan y no buscan el bien común. El que crea que el fin
justifica los medios, le está haciendo un servicio flaco a la profesión y está dejando de ser responsable con el cliente, con la sociedad y, sobre todo,
con él mismo.
El relacionista, el que está claro de lo
que conlleva la profesión, busca construir, edificar y fomentar relaciones, no
troncharlas o afectar a los demás. Desarrolla iniciativas que sean beneficiosas
para el cliente, pero también para los demás.
Busca trabajar por
el bien común y conseguir lo mejor para todos. Y esto quedó clarísimo durante el paso del huracán María con la
respuesta de muchísimas empresas, organizaciones, grupos y la diáspora.
Estos grupos reaccionaron de manera
inmediata, aún cuando el gobierno todavía no se había dado cuenta de lo que
había pasado. De no ser por ellos, que ya tenían programas preparados porque dentro
de la planificación estratégica se incluye el manejo de crisis, la primera
respuesta hubiese sido casi nula.
Gran parte de nuestro trabajo tiene que ver con la opinión pública. Aquí no caben las medias verdades, la falta de información, la omisión, la propaganda y la manipulación, entre otras cosas, y diariamente vemos mucho de eso. Lamentablemente muchos confunden esto con relaciones públicas. Cuando venimos a darnos cuenta,
todas tienen efectos negativos.
La gran diferencia con todas esas cosas es la intención y las tácticas que se usan. Las
relaciones públicas trabajan con la persuasión, el bien común; no para
destruir, denigrar o afectar a otros. Se
persuade, no se manipula. Cuando se persuade se da toda la información para
qué, por el análisis, las personas opten por lo que usted presenta, porque
entienden es lo mejor.
La manipulación,
por otro lado, solo da la información que le favorece al que la ofrece; la
demás se omite para que escojan su planteamiento. Lo peligroso de esto, es que
las personas toman sus decisiones fundamentadas en premisas falsas pensando que
es lo mejor.
Antes de llamar relaciones públicas a
algo, hay que evaluarlo. Si sus connotaciones son negativas, no es relaciones públicas. Si hay
duda, se busca o se pregunta, pero no se debe repetir como el papagayo todo lo que
otros dicen.
Las
relaciones públicas están fundamentadas en la responsabilidad social y el
bienestar común. Por eso busca el entendimiento, lograr consenso y tender
puentes. El sentido ético, el apego a la verdad y el compromiso con los demás,
son fundamentales en el diario vivir de un relacionista.
Si se practicaran más las relaciones
públicas, se buscaría estrechar los lazos entre las organizaciones y los
públicos a los que sirve. Se
investigaría más y se trabajaría para atender las necesidades de las comunidades.
Se trataría de entender la opinión pública y
que todos tienen el mismo derecho a ser escuchados. También habría más
transparencia, menos confusión y más consenso entre las partes. Se trabajaría más por el
bien común.
Tendríamos
una mejor sociedad y un mundo mejor; de eso, no tengo la menor duda.
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