Trepadita difícil porque se agolpan los
pensamientos y los sentimientos. ¡Tanto que decir! Lo que hemos vivido las
pasadas semanas ha sido fuerte, muy fuerte pero estoy segura que lo
superaremos. Como hemos hecho tantas veces, en esta ocasión también nos
levantaremos.
Ya no somos los mismos. María trazó una
línea entre el antes y el después. Mucho hemos aprendido en estos días y mucho
nos falta por aprender. Los momentos difíciles y las crisis nos llevan a
repensarnos. Siempre he escuchado que el cómo afrontemos la situación definirá
si salimos airosos de ella o no. Conociéndonos, esta la superamos.
La reflexión es obligada e inexorable.
Puerto Rico tenía un cuadro muy complicado en muchos aspectos y María lo
complicó más. Pero también nos está dando la oportunidad, y soy de las que
prefiero ver el vaso medio lleno, de mirarnos desde la adversidad, de frente,
sin tapujos, sin colores, sin politiquería. Es una oportunidad única. De esta manera creceremos
más fuertes y resurgiremos como el ave fénix. Tenemos que hacerlo; no nos queda
de otra.
Solía caminar por el hato, así le digo de
cariño a mi barrio, y siempre disfruté de su verdor. Árboles por doquier que me
acompañaban en ese caminar varias veces por semana. Luego del paso del huracán,
un grupo de amigos hicimos un recorrido por el área. Bastante complicado, por
cierto, por la gran cantidad de árboles derribados. Sentí una gran tristeza al
ver a lo que había quedado reducido mi barrio.
Pero algo llamó mi atención y me dio
esperanza. En diferentes puntos del camino me encontré varios flamboyanes. No
recuerdo haber visto ninguno caído. Algunos bastantes maltrechos, pero
erguidos. Inmediatamente pensé en nosotros como pueblo. Mucho más cuando, me
tropecé con alguno florecido. Podemos recibir el embate, pero nos mantenemos de
pie.
Y aunque pudiera, no voy a entrar en la
disparidad entre lo que se dice oficialmente y lo que se lee en las redes o se
ve en las calles. Esa posibilidad está dada por mil razones; entre ellas la
limitación de las telecomunicaciones. Es
que no todo mundo puede tener toda la información o conocimiento de lo que está
pasando en todos lados. Pero hay que mantener el oído en tierra…
Lo que sí voy a refutar es la idea de que
estamos esperando que vengan otros a hacernos el trabajo, a resolvernos. Eso lo
acabo de leer y la verdad, no era. Desde que amainaron los vientos aquí se metió mano. Y se agradece de corazón todo lo que hace el
gobierno de los EEUU, pero no podemos perder de perspectiva, que hay una gran
cuota de responsabilidad, porque somos territorio. Pero no quiero entrar en eso
porque la idea de esta trepadita es otra.
Me quiero enfocar en esa ‘chulería en
pote’ que somos los puertorriqueños. Y lo digo porque siempre hemos tenido fama
de ser solidarios, y así lo hemos dejado demostrado en infinidad de ocasiones y
esta no ha sido la excepción. Desde el día uno, todo mundo ha buscado resolver,
limpiar, compartir, ayudar, colaborar con el que conoce y con el que no. Los
vecinos le han ‘metido el pecho’ a la situación. Aquí nadie se ha sentado a esperar
que venga otro a resolverle.
La situación es bastante complicada. La
fragilidad de nuestros sistemas, los problemas de infraestructura y muchas
cosas más, quedaron demostradas. Pero esto no es nada nuevo y es algo sabido
por todos. A eso se le añaden los problemas de logística y distribución. Si
falla una cosa, se afecta toda la cadena porque esto es como en el dominó, si
cae uno, caen todos.
Pero no nos hemos echado a morir.
Montones de fotos y de vídeos hemos visto del trabajo que se están haciendo en
las comunidades, en los campos, en las urbanizaciones, en los condominios; en
todos lados. Los vecinos están cortando árboles y limpiando las calles y las
aceras para tener acceso.
Le estamos metiendo el pecho a la
situación. Estamos viendo cómo, organizaciones profesionales, compañías dan alimentos o servicios dicen presente; unos
preparan y distribuyen comida, otros ofrecen gratuitamente sus servicios
especializados para poder aliviar las necesidades de sus compatriotas.
Se comparte lo que se tiene. La estufa de
gas, la comida, el agua, los juegos, las linternas, las velas, lo que sea. El
que tiene electricidad, hace hielo para los demás o carga los celulares de los
que no tienen. Eso es lo que he visto todo el tiempo. Pero hay cosas que no se
pueden atender porque son complicadas o más grandes que nosotros. Esas deben
ser atendidas por profesionales o especialistas; muchos de los cuales vienen de
los EE. UU.
Hay que reconocer de manera especial el
maravilloso trabajo que está haciendo la diáspora. Ver a tantos puertorriqueños
arremangados y organizando la ayuda para Puerto Rico. Me llena de orgullo ver
cómo varias amigas, y amigos también, están trabajando arduamente, organizando,
moviendo, llamando, buscando, para auxiliar a la gente necesitada en nuestro
país.
La experiencia, aunque dolorosa, nos ha
llevado a reconectar, a darnos cuenta de lo que es realmente importante, a
vivir el día a día con lo básico, a estar pendiente a los demás, a compartir en
comunidad, en familia, con vecinos. A hacer filas, a esperar; entre muchas
cosas más. A ser más humildes, a reconocer que hay cosas que no podemos
controlar -como la naturaleza- y nos
tenemos que abandonar. Y aunque en ocasiones
no deja de ser frustrante, mucho aprendizaje hay.
Siempre he estado muy orgullosa de ser
puertorriqueña y de mi gente, pero en momentos como este me hacen estarlo mucho
más. Y le voy a robar la línea a mi amiga Lolita, quien dice que nuestra bandera
en vez de una estrella debería tener un corazón. Así somos.
Según van pasando los días, vemos el
regreso de los pajaritos, las abejas y el cantar cada vez más sonoro del coquí.
Los árboles están empezando a echar hojas nuevas. Así mismo el país está
recuperándose, poco a poco. Nos tomará un tiempo, pero lo vamos a lograr. ¿Cuándo se ha visto que un puertorriqueño se eche para atrás? ;)
Estoy segura que vamos a salir airosos,
más fortalecidos, más solidarios, más orgulloso de lo que somos y más
comprometidos con nosotros mismos y nuestro país. Mientras todo esto se va
cuajando, yo sigo pensando en el flamboyán.
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