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Foto tomada del vídeo oficial de La Mudanza. |
Hoy, 23 de septiembre, más que nunca rumio la gesta de Benito con su producción Debí tirar más fotos (DTMF) y el efecto de su residencia No me quiero ir de aquí.
A 157 años del Grito de Lares seguimos dando la lucha; no por estar en contra de ningún país, sino por amar mucho más al nuestro. Somos demasiado grandes para estar bajo el yugo de nadie.
Aclaro que no me gusta el trap ni el reguetón por sus letras y no soy fanática de Bad Bunny, pero sí me gusta lo que hace Benito. Me parece que queda claro lo que quiero decir.
El Grito de Lares fue una lucha armada, un alzamiento contra la opresión colonial. Hoy, el grito se ha transformado: ya no es con machetes ni pólvora, sino con cultura, con música, con identidad.
Benito y tantos otros artistas nos recuerdan que el orgullo patrio también se defiende en la tarima, en las letras, en la bandera que ondea en cada concierto. Es un grito distinto, pero igual de profundo: el de sabernos dueños de nuestro ser colectivo.
Debí tirar más fotos y No me quiero ir de aquí son parte de ese nuevo grito. Un grito cultural que despierta a los más jóvenes y les dice: conozcan su historia, abracen su cultura, ámense en lo que son y vivan orgullosos de ser boricuas.
Quizás el de Lares fue un grito de pólvora, y este es un grito de ritmo, de calle y de bandera. Pero en ambos late lo mismo: la certeza de que Puerto Rico es más fuerte y más grande de lo que nos quieren hacer creer. Y de que lo que soñaron nuestros próceres, sigue latente en nosotros.
Porque al final, patria es eso: quedarnos, resistir, cantar y amar lo nuestro. El grito de 1868 nos abrió los ojos. El grito de Benito nos recuerda que nunca hemos claudicado.
Como él mismo canta en La mudanza:
“Aquí mataron gente por sacar la bandera,
por eso es que ahora yo la llevo donde quiera…”
Ese verso condensa toda una historia de represión y resistencia. Lo que antes costaba la vida, hoy se convierte en orgullo colectivo.
Y cuando nombra a Hostos y promete que sonará su música cuando la bandera vuelva a ondear libre, uno entiende que Benito no solo canta: él también cree en la libertad de su patria; lo que a muchos le molesta.
Ese gesto conecta a las nuevas generaciones con la historia, logrando que muchos jóvenes escuchen el nombre de Hostos no en un salón de clases, sino en una tarima. Ese es el nuevo grito.
Gracias a Benito por gritar alto y fuerte. Ojalá que esa declaración de amor a lo que somos no se quede en el tintero cuando pase la euforia de estos días, y que tanto los más jóvenes como los que no lo somos, seamos parte de este despertar, porque el grito sigue vivo en cada generación que se atreve a levantar la voz.
Porque al final, la intención de muchos —incluida yo— es amar y defender esta patria que es demasiado grande para ser pequeña.
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