Hay temas que no quisiera tocar, por
aquello de no herir susceptibilidades. Y es que la mayoría de la gente dispara
de la baqueta sin tan siquiera darle un poco de pensamiento o analizar lo que
se dice. Lo hacen desde la emoción, no del razonamiento.
Pero llega un momento en que hay que hacerlo
porque las cosas se sacan de proporción y tanto se repiten hasta que las gente
se las cree; aunque no procedan. Eso está ocurriendo con el rol de la primera
dama.
Y lo digo porque muchos tienen una idea
errada de sus funciones. Unos piensan que le corresponde el título de
‘honorable’ y otros creen que en la precedencia gubernamental va después del
gobernador; entre otro montón más. ¡Mira que escucho cada cosa!
La primera dama ni es funcionaria
pública, ni es electa por el pueblo por lo tanto, no le corresponde el uso del escudo de Puerto Rico. Por eso, el sello que esta administración ha creado utilizando
el escudo, no debería ser porque no es para el
uso de personas ajenas al gobierno y está destinado para cosas específicas.
Además,
ninguna primera dama, ni la de los Estados Unidos de América que tanto impresiona aquí lo que
se hace allá, tiene uno. Algunas usan un logo que representa su oficina, pero
eso es algo completamente diferente.
La primera dama tampoco tiene injerencia
en asuntos gubernamentales ni toma decisiones de gobierno. Así que no debería
aparecer su nombre en los carteles que anuncian alguna inversión o trabajo a
realizarse. Tampoco es necesaria su presencia en cada firma de una ley.
No sé cuál es la idea de darle un rango
que no tiene. Y es que las primeras damas, aunque pueda sonar algo fuerte, llegan a esa posición sólo porque se casaron con el gobernante. Son
esposas, no funcionarias públicas.
Si miramos alrededor del mundo, ninguna
toma un papel protagónico más allá de la proyección y la representación social.
Eso, porque no les corresponde hacer otra cosa. Mucho menos tienen injerencia en
las decisiones de las dependencias gubernamentales.
Las cuestiones de gobierno
son atendidas por sus esposos y ellas no intervienen. Y no estoy hablando de colaboración en proyectos especiales; que eso es obvio que lo hará. Estoy hablando de dictar política pública o de ejecutar la agenda de gobierno.
La figura de la primera dama, más que
todo, es de apoyo a la figura del gobernante. Es una posición de proyección
pública. Nada más. Tan es así, que no aparece en la lista de agencias gubernamentales.
Por tradición, se establece una oficina
donde ella se enfoca en hacer proyectos de corte social; por lo que no se le deben atribuir funciones que no tienen o tener injerencia en cosas que no le corresponden.
Y no estoy quitándole mérito a la posición
ni a nadie. Lo que sucede es que no podemos sacar las cosas de proporción ni
darle más valor o peso del que realmente tienen. Tenemos que empezar a poner
las cosas en su justa perspectiva y dejar de mitificarlas. Porque las cosas, de
tanto repetirlas, las gente se las cree.
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